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II

REPRESION Y MARTIROLOGIO

 

El Congreso Nacional de la C. N. T. se celebró en Madrid del 10 al 18 de diciembre de 1919. Por la extensión y variedad del temario, por la cantidad y calidad de los delegados y el número de adherentes representados, es uno de los comicios obreros más importantes de todos los tiempos celebrados en España. Tres problemas capitales fueron tratados: la fusión del proletariado español (rechazada por 323.955 votos contra 169.125 y 10.192 abstenciones); la nueva estructura orgánica a base de Federaciones Nacionales de Industria (rechazada por 651.472 votos contra 14.008); la declaración de principios comunista libertaria (adoptada unánimemente por aclamación).

Pero el debate más importante fue sobre la actitud a tomar con respecto a la revolución rusa. Varios temas habían sido sugeridos: "¿Qué medios podremos poner en práctica para prestar apoyo a la revolución rusa y evitar el bloqueo ( ... ) por parte de los Estados capitalistas? ¿Se cree necesario el ingreso ( ... ) en la Tercera Internacional Sindicalista? ¿Debe la Confederación adherirse a la Internacional inmediatamente? ¿A qué Internacional debe hacerlo? ¿Sería conveniente la celebración de un Congreso Internacional en España?"

Varios dictámenes fueron aprobados, pero cabe señalar el siguiente:

"La Confederación Nacional del Trabajo se declara firme defensora de los principios que informan a la Primera Internacional, sostenidos por Bakunín. Declara que se adhiere, y provisionalmente, a la Tercera Internacional, por el carácter revolucionario que la preside, mientras se organiza y se celebra el Congreso Internacional en España que ha de sentar las bases por que ha de regirse la verdadera Internacional de los trabajadores".

Este acuerdo había coronado un debate de altura en el que tomaron parte los delegados más prominentes. La discusión se ciño al significado de la dictadura del proletariado; he aquí un resumen de lo que fueron las intervenciones:

Manuel Buenacasa: "... Nosotros, que somos enemigos del Estado, como lo hemos demostrado en algunas de las mociones aprobadas por este Congreso, entendemos que la revolución rusa, por el hecho de ser una revolución que ha trastornado todos los valores económicos o, mejor dicho, por el hecho de ser una revolución que ha dado al proletariado el Poder, los instrumentos de producción y la tierra, debe interesarnos siquiera sea en este aspecto y para impedir que esta revolución, que ese gobierno de los soviets, quede estrangulado por los Estados capitalistas ... "

Hilario Arlandis: "... Empecemos por la dictadura del proletariado. Muchos compañeros ( ... ) no aceptan la dictadura del proletariado como no aceptan ninguna clase de dictadura... Naturalmente, en principio, no debemos aceptar ninguna violencia, porque toda violencia es dictadura. Pero nosotros no somos solamente idealistas ( ... ) tenemos que aceptar la violencia porque es una necesidad misma de la sociedad y de las condiciones en que vivimos... Y se justifica la teoría de la dictadura del proletariado, no ya como ideal último ( ... ), sino como una solución media inevitable, necesaria, fatal, una medida contradictoria para derrocar de una vez y por completo los poderes de los privilegiados; y, por otra parte, para capacitar ( ... ) a las masas obreras que han sido durante siglos expoliadas y reducidas a la más cruel ignorancia ... "

Eleuterio Quintanilla: "... Hase constituido un gobierno de fuerza con arreglo al concepto clásico de la revolución. Todo movimiento, generalmente, debe coronarse de un gobierno revolucionario que se encargue del poder, y representando los intereses de la nueva revolución, organice la sociedad, establezca el nuevo orden de cosas, constituya el nuevo derecho creado. Ese es el concepto de la revolución clásica, ese es el concepto de la revolución marxista, y por serlo, los federalistas bakunianos internacionalistas de la primera hora, hombres que estamos de acuerdo con el criterio y el espíritu libertarios, hemos combatido siempre en el terreno de la propia acción de clases, este concepto que consideramos autoritario, que consideramos centralista, que consideramos castrador... Pero la dictadura rusa, ¿responde a nuestro concepto libertario... ? No. La dictadura rusa, tal como se ha ejercido, constituye para nosotros un serio peligro que si no está a nuestro alcance combatir si lo está, y debe estarlo, no aplaudir... "

Salvador Seguí: " ... Somos partidarios ( ... ) por necesidad de la realidad ( ... ) no en teoría, de entrar en la Tercera Internacional ( ... ) porque esto va a avalar nuestra conducta en el llamamiento que la C. N. T. va a hacer a las organizaciones sindicales del mundo para constituir la verdadera, la única, la genuina Internacional de los trabajadores... Sostenemos que hay necesidad de incorporarnos a la Tercera Internacional circunstancialmente, y que luego la Confederación española convoque a todas las organizaciones sindicales del mundo para organizar definitivamente la verdadera Internacional de los trabajadores 1 ... "

1 Memoria del Congreso de 1919, Barcelona, 1932, 386 pp.

Después del Congreso de la C. N. T. se acentúa la represión contra el anarcosindicalismo en Barcelona. El locaut patronal, que ha durado diez semanas, se ha saldado con una derrota para la clase obrera organizada. La reacción emplea la táctica napoleónica de perseguir a quienes se baten en retirada. Es la represión bajo el gobernador civil, conde de Salvatierra. Para contrarrestar los efectos de esta represión la C. N. T. intentó organizar un boicot internacional contra el comercio exterior español. Angel Pestaña salió de España a estos fines. También estaba encargado de ver la manera de penetrar en Rusia para llevar a efecto los acuerdos adoptados por el Congreso confederal. Otros delegados, Eusebio C. Carbó y Salvador Quemades, debían unirse a Pestaña con el mismo objeto en Rusia, pero el primero fue preso en Italia y el segundo no consiguió ir más allá de París.

En Berlín Pestaña, que había salido de Barcelona en marzo de 1920, tuvo noticias del II Congreso de la Tercera Internacional, convocado para julio de aquel mismo año. Obtenida la delegación de la C. N. T. pudo llegar a Rusia el 26 de julio, En Moscú se le invitaría a las reuniones preliminares del congreso celebradas por el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. En ellas se proyectaba una nueva Internacional sindical revolucionaria. Pero en las declaraciones que empezaban a esbozarse se hacía un exaltado panegírico de la dictadura del proletariado. Las organizaciones sindicales de signo apolítico eran atacadas despiadadamente. Pestaña se negó a firmar todo documento a este respecto, haciéndose fuerte en esta salvedad: "Todo cuanto se refiere a la conquista del poder político, a la dictadura del proletariado ( ... ) queda a las resultantes de los acuerdos posteriores que la C. N. T. tome una vez haya yo regresado a España y tenga el Comité Confederal conocimiento de lo aquí acordado".

Pestaña afirma que los comunistas se avinieron inclusive a enmendar la redacción del documento en lo que hace referencia a la dictadura del proletariado, pero ausente el delegado español se dio publicidad al texto original con la firma de Pestaña al pie.

Sobre el desarrollo del congreso propiamente dicho dice Pestaña que llamó poderosamente su atención la pugna que se produjo por la ocupación de la presidencia. Pero se dio cuenta pronto de que la presidencia era el Congreso, y éste una caricatura. La presidencia hacía el reglamento, presidía el congreso, modificaba a su guisa las proposiciones, alteraba el orden del día y presentaba proposiciones de propia iniciativa. La forma en que manejaba la guillotina era un primor. Por ejemplo: Zinoviev pronunció un discurso de hora y media de duración a pesar de que el turno estaba tasado en diez minutos. Pestaña se propuso rebatir este discurso, pero fue cortado por la presidencia reloj en mano. El mismo Pestaña fue rebatido por Trotski con otro discurso de tres largos cuartos de hora, y al disponerse Pestaña a repeler los ataques que Trotski le había dirigido, la presidencia declaró terminado el debate. Tuvo también que protestar de la forma de nombrar las ponencias. Teóricamente cada delegado podía hace una proposición, pero la presidencia escogía ella misma a los "más capacitados". Otro de sus asombros fue que no se levantasen actas. Tampoco se votaba por delegaciones, sino por delegados. Estaba previsto el voto proporcional, pero no se aplicaba. El Partido Comunista ruso se aseguraba así una mayoría confortable. Para colmo de los colmos determinados acuerdos no se tomaban en el salón de sesiones, sino entre bastidores. De esta manera se aprobó lo siguiente: "En los próximos congresos mundiales de la Tercera internacional las organizaciones sindicales nacionales adheridas estarán representadas por los delegados del Partido Comunista de su país respectivo". La protesta por este acuerdo fue simplemente ignorada.

Pestaña abandonó Rusia el 6 de septiembre de 1920 después de un breve cambio de impresiones con Armando Borghi (delegado de la Unione Sindicale Italiana), quien regresaría a Italia, no menos decepcionado de aquella infortunada experiencia. Pero antes de salir de Moscú tuvieron ambos conocimiento de la circular para la organización de la Internacional Sindical Roja. Si en el futuro congreso de la Tercera Internacional se quería asegurar el predominio de los partidos comunistas por encima de las organizaciones sindicales, era de suponer que en una Internacional Sindical se daría rienda suelta a las centrales obreras adictas. Todo lo contrario demostraba aquel malhadado proyecto de Internacional Sindical Roja el cual disponía:

"1) Un Comité especial deberá organizarse en cada país por el Partido Comunista. 2) El Comité se encargará. de recibir y distribuir a todas las organizaciones sindicales las circulares y las publicaciones de la Internacional Sindical Roja. 3) El Comité nombrará a los redactores de los periódicos profesionales y revolucionarios inculcándoles los puntos de vista de la Internacional contra la Internacional adversaria. 4) El Comité intervendrá con artículos propios de orientación y polémica. 5) El Comité trabajará en estrecha relación con el Partido Comunista aun siendo un órgano diferente. 6) El Comité contribuirá a convocar conferencias en las que se discutan cuestiones de organización internacional y escogerá a los oradores para la propaganda. 7) El Comité estará compuesto de camaradas preferentemente comunistas. Las elecciones serán supervisadas por el Partido Comunista. 8) En los países donde este método no pueda adoptarse se enviarán emisarios del Partido Comunista a fin de crear una organización parecida 2 ".

2 Angel Pestaña: Memoria que al Comité de la Confederación Nacional del Trabajo presenta de su gestión en el II Congreso de la Tercera Internacional, el delegado Angel Pestaña, Madrid s/f. El trabajo está firmado en: "Barcelona y cárcel, noviembre de 1921".

Hay quienes no llegan a comprender que una organización libertaria como la C. N. T., tan rica en experiencias políticas y sociales, fuese seducida, siquiera momentáneamente, por la dictadura proletaria y la Tercera Internacional. Hay hechos que explican este fenómeno. España atravesaba ella misma un período revolucionario. La C. N. T. estaba en pleno auge de crecimiento y la afluencia de advenedizos producía una ebullición de corrientes diversas. El clima de represión constante hacia que se cediese con cierta facilidad al oportunismo en detrimento del rigorismo doctrinario. Un hecho trascendental lo dominaba todo: la gran llamarada de la revolución rusa y su terrible impacto en el espíritu revolucionario español. Todos los partidos y organizaciones izquierdistas del mundo habían participado de este impacto. El Partido Socialista español lo sufriría bajo forma de dos escisiones. Cuanto mayor era el bloqueo de las potencias occidentales sobre el caso ruso tanto mayor era el hipnotismo de la revolución. Por otra parte, en 1919 no se había producido todavía la avalancha crítica anticomunista. El libro de Luis Fabbri, Dictadura y revolución, aunque se escribió en 1919-20, no apareció en italiano hasta 1921. La edición española de este mismo libro se publicó en la Argentina en 1923. Uno de los primeros folletos anticomunistas es ¿Soviet o dictadura?, de Rudolf Rocker, pero no apareció en castellano hasta 1920 (Argonauta, Argentina). Bolchevismo y anarquismo, del mismo Rocker, fue escrito en 1921 y vio la luz en Argentina el año siguiente. Hasta 1923 no se publicó en alemán la obra de Pedro Archinof: Historia del movimiento macknovista. El mismo año se pudo leer en Estados Unidos Mi desilusión en Rusia, de Emma Goldman. El mito bolchevique, de Alejandro Berkman, no se ofreció al público hasta 1925.

Es, pues, evidente que en el congreso de 1919 no pudieron esclarecer a los delegados tan preciosos elementos de información. De todas maneras, bien analizado el acuerdo del congreso de 1919, se descubre bien que deja de ser entrega incondicional. La moción pone por delante la fidelidad de la C. N. T. a los principios de la Primera Internacional "sostenidos por Bakunín". Seguidamente resalta la provisionalidad del acuerdo de adhesión. Y en ultimo lugar lo subordina a los resultados de un congreso a celebrarse en España que ha de sentar las bases de la "verdadera" Internacional de los trabajadores. Así, pues, la condicionalidad del acuerdo no puede ser rigurosa. Sin embargo, había más: la C. N. T. se reservaba sobre el terreno la realidad revolucionaria.

Los más privilegiados en orden a informaciones verídicas habían sido los anarquistas del circulo de Berlín, quienes, situados en el corredor de ida y vuelta a Rusia, pudieron ir captando los primeros mensajes desesperados de la realidad. El descrédito del mito comunista no empezó a producirse hasta 1921. Lo motivaron los escandalosos acontecimientos de Kronstadt (aplastamiento por las tropas de Trotski de aquel reducto anarquista). Algunos anarquistas que habían ido a Rusia para contribuir a la reconstrucción revolucionaría de su país, estaban ya de vuelta decepcionados o habían sido expulsados por el nuevo despotismo. Entre ellos figuraban Alejandro Berkman, Emma Goldman y Alejandro Schápiro. Estos proscritos del paraíso proletario llevaban consigo manuscritos de libros y preciosos materiales de información. Sin hipérbole podría afirmarse que entre los precursores que pusieron al desnudo el mito rojo estaban los anarquistas. Esta distinción no les ha sido nunca perdonada por sus frères ennemis. Otros sectores o personalidades tocados por el mito tardaron muchos años en poder sacudirse tan pegajosa influencia. Entre los más vulnerables se destacaron los intelectuales vanguardistas. Por lo que al movimiento sindical respecta, Angel Pestaña y Arma
ndo Borghi fueron los primeros pregoneros en Occidente de aquel dramático chantaje. El mensaje de Pestaña tardó todavía en llegar a los sindicatos. Pestaña no llegó él mismo a Barcelona hasta el 17 de diciembre de 1920, siendo inmediatamente detenido y encarcelado. Hasta casi un año después, en noviembre de 1921, no firmó su informe al Comité Nacional de la C. N. T. A su paso por Italia también había sido detenido. La policía de ese país se había incautado de cuantos documentos era portador. Angel Pestaña escribió después dos libros sobre Rusia. El primero, Setenta días en Rusia, está firmado en 1924. Quiere decir que no seria leído por los trabajadores confederales hasta bien entrada la dictadura de Primo de Rivera.

Veamos ahora qué había ocurrido en España desde que Pestaña partió para Rusia. La Patronal catalana continuaba solicitando de Madrid medidas drásticas de exterminio de los sindicalistas. Salvo raras excepciones todos los gobernadores civiles eran hechura suya. La Patronal tenía un fuerte puntal en el capitán general de Cataluña. y en el gobernador militar. Este ultimo, Martínez Anido, era el verdadero gobernador civil. Fracasaron los gobernadores Montañés, Amado y Bas a causa de esta descarada confabulación plutócrata-militar. Al tomar posesión el conde de Salvatierra hizo clausurar los sindicatos y detener a centenares de militantes. Propuso también al gobierno la disolución de la C. N. T. A poco de dejar el cargo este belicoso gobernante fue atentado mortalmente., Pero el verdadero gobernador continuaba siéndolo Martínez Anido. Bajo su inspiración se constituyeron, el 10 de octubre de 1919, los famosos Sindicatos Libres. Un íntimo colaborador de este general dice en su libro: " ... veía [Martínez Anido] con simpatía la escisión que consideraba como un preludio del desmoronamiento del Sindicato Unico. Previó la lucha entre los dos bandos adversarios; vaticinó que habría víctimas inevitables, pero cuando un puñado de valientes obreros se atrevió a enfrentarse con sus tiranos y opresores podía augurarse que finalmente la victoria sería para aquellos ... " 3

3 J., Oller Piñol: Martínez Anido. Su vida y su obra, Madrid, 1943. Se quiso justificar la creación de los Sindicatos Libres como una escisión producto de una reacción de un grupo de trabajadores rebeldes a la dictadura de los anarquistas del Sindicalismo Unico. Según cita de M. García Venero (Historia de los movimientos sindicales españoles, Madrid, 1961), quien cita a su vez de Feliciano Baratech Alfaro (Los sindicatos libres en España, 1927): "La verdad es que los Sindicatos Libres surgieron en los círculos tradicionalistas de Barcelona (jaimistas se llamaban entonces), formados por los obreros de dicho núcleo político, el cual contaba por aquella fecha con una veintena de centros obreros sólo en Barcelona, y que fueron los más jóvenes de dichos obreros los que levantaron bandera de rebelión contra el monstruoso terrorismo anarquista ... ". La reunión constitucional tuvo lugar el 10 de octubre de 1919 en el local del Ateneo Obrero Legitimista de la calle de Tapinería, 32, principal. La Junta estuvo formada por los siguientes individuos: Ramón Sales (presidente), José Baró (secretario), Salvador Framis (tesorero), Antonio Cavestany, Ruperto Lladó y José Gaya (vocales).

El 10 de agosto del mismo 1920 un decreto del gobierno declaraba suprimido el jurado en las causas por delito de sangre. Los tribunales de derecho solían ser más inflexibles con los encausados confederales. Salvador Seguí había sido atentado en Barcelona a primeros de año. Inmediatamente fue agredido a tiros el presidente de la Federación Patronal, señor Graupera, héroe del locaut y de la represión.

En la madrugada del 9 de enero de 1920 había tenido lugar en Zaragoza "una sublevación militar urdida por el paisanaje anarquista. Abrió la acción un grupo de artilleros armados, capitaneados por el anarquista Angel Chueca. El grupo consiguió abrirse paso en el cuartel del Carmen mediante la confabulación de los soldados de guardia. Allí se entabló una fuerte batalla entre los asaltantes y las fuerzas adictas a la disciplina. Angel Chueca resultó muerto en la refriega. Al día siguiente, tras consejo de guerra sumarísimo, fueron fusilados el cabo Godoy y varios soldados. La huelga general, espontáneamente declarada por el pueblo, hizo que no se produjeran más ejecuciones. Sin embargo se pronunciaron graves condenadas a presidio.

Ya hemos manifestado que el general Martínez Anido, gobernador militar de Barcelona, era de hecho el gobernador civil, contando con el respaldo del capitán general y ambos al servicio de la burguesía industrial. En noviembre de 1920, el gobernador de turno, Carlos Bas, no sólo se resistía a ser manejado tras cortina, sino que tuvo el rasgo de advertir a los líderes sindicalistas lo que se tramaba contra ellos. El 20 de dicho mes la Patronal impuso descaradamente al hombre que se jactaba de poder dar término a la agitación social en plazo breve. Un funcionario del gobierno civil, Francisco Madrid, dio cuenta en un libro de la siguiente entrevista:

"Martínez Anido se presentó un día en el despacho del gobernador y dijo a Carlos Bas:

-Señor gobernador, siguen los atentados. Los métodos pacíficos no dan resultado. La paz renacerá si manda fusilar sin formación de causa a unos cuantos cabezas visibles. 

El general hizo, mención de los líderes sindicalistas Seguí, Pestaña y otros y de los republicanos Luis Companys y Francisco Layret, que eran abogados de la C. N. T. El gobernador replicó con energía: 

-Mi general, yo soy gobernador pero no asesino. 

-Pues abandone el puesto que yo lo haré. Mañana ocupare su cargo. 

Minutos después el ministro de la Gobernación, a quien había referido esta entrevista, le conminaba a presentar la dimisión 4."

4 Francisco Madrid: Las últimas 24 horas de Francisco Layret, Buenos Aires, 1942, 78 pp.

Martínez Anido iba a inaugurar su fatídico virreinato. El mismo 20 de noviembre fueron detenidos 64 sindicalistas, los cuales, abordo de un barco de guerra, fueron deportados a la isla de Menorca y encerrados en el castillo de la Mola. Hubo un conato de huelga general a la que respondió el poncio con el cierre de los sindicatos. Días después fue asesinado el abogado Francisco Layret a la puerta de su domicilio, cuando trataba de gestionar el rescate de los detenidos.

La C. N. T. tenla establecido un pacto con la U. G. T. Quiso arrastrar a ésta a la huelga general, y ante su resistencia el pacto resultó quebrantado. Martínez Anido y su colega de la jefatura de policía, Miguel Arlegui (también general), tenían expedita la ruta. Centenares de cenetistas fueron deportados a otras provincias en cuerda de presos por las carreteras. El terror policíaco inauguraba al mismo tiempo un procedimiento de exterminio muy expeditivo: la llamada "Ley de fugas". A horas intempestivas de la noche se invitaba a salir a los presos de las cárceles o de los centros policíacos, diciéndoles que quedaban en libertad. Camino de sus domicilios, los infortunados eran rematados a tiros de pistola desde cualquier esquina siniestra. Era la obra de los pistoleros del Sindicato Libre.

El 7 de febrero de 1921 el gobierno respondía con evasivas a una interpelación del diputado socialista Besteiro, que se atrevió a denunciar en el Parlamento la "Ley de fugas". El ocho de marzo, tres hombres de la C. N. T., Luis Nicolau, Pedro Mateu y Ramón Casanellas mataban en pleno Madrid al señor Eduardo Dato, presidente del consejo de ministros. Interpelados los detenidos (Casanellas consiguió refugiarse en Rusia), declararon que personalmente no abrigaban ninguna clase de resquemor hacia el señor Dato, pero si contra el jefe del gobierno, responsable de las atrocidades de su subalterno Martínez Anido.

A principios de 1921 la organización confederal se encontraba prácticamente decapitada. Salvador Seguí y una treintena de militantes de primera línea estaban presos en el castillo de la Mola. Pestaña había sido detenido a su vuelta de Rusia. Eusebio C. Carbó estaba en la cárcel de Valencia, procesado a causa del asesinato del conde de Salvatierra. El 2 de marzo la policía consiguió descubrir el escondrijo de Evelio Boal, secretario general de la C. N. T.

"A Boal, Feliu [Antonio Feliu era tesorero de la C. N. T.] y Domínguez, asesinados en la madrugada del 17 de junio de 1921, nunca les fue concebida la libertad en la cárcel ni salieron de ella a las 12 de la noche como falsamente afirmaron el ministro de la Gobernación, el gobernador civil y el jefe superior de policía de Barcelona. Los desmienten los hechos siguientes: El 17 de junio de 1921, a las 12. en punto de la noche, abrieron tres puertas correspondientes a tres celdas, comunicándoles a los presos en ellas que se vistiesen porque se marchaban a la calle. Uno de estos era Boal. Entre vestirse, recoger todos los enseres, bajar al centro, pasar por el gabinete antropométrico, de allí a las oficinas de la dirección y luego a la dirección para canjear los tickets por la moneda correspondiente y firmar el Recibí conforme; para estas formalidades, que todos los que salen a la calle realizan, aunque se llevasen a cabo en grupo, pues salían juntos, se desprende clara y lógicamente que al traspasar el umbral de la [Cárcel] Modelo eran las "doce y cincuenta minutos" de la madrugada. En el patio de la cárcel les estaba esperando la policía para conducirles a la jefatura, donde llegaron a la "una y cuarenta minutos de la madrugada". De esta fueron puestos en libertad pero en los alrededores y atisbando su salida estaban los del "Libre" mandados por la policía secreta para darles muerte. Los tres dignos compañeros, Boal, Feliu y Domínguez murieron acribillados a balazos como sabe toda la opinión pública ... "

El 18 por la mañana un ordenanza de la cárcel comunicaba a otro preso:

"¿Conoce usted a Enrique Boal... ? He estado repasando el libro índice y no encuentro dicho nombre. El único que he encontrado es el de un tal Evelio Boal, y por cierto que me ha extrañado el ver en el libro índice la palabra entregado en lugar de libertad como se acostumbra. Por lo visto en la jefatura de policía se le reclamaría en vez de darle la libertad" 5.

5 Ideas y tragedias., Barcelona, 1921.

En estas condiciones tan catastróficas para la organización confederal se celebró en Lérida un pleno nacional clandestino de consecuencias muy particulares. El Comité Nacional de la C. N. T. estaba en manos de elementos bisoños o atacados de la epidemia comunista. Andrés Nin, un joven oriundo del Partido Socialista, recién venido a la C. N. T., hacia las funciones de secretario general. No se conocía todavía el informe de Pestaña .sobre Rusia. Este informe, repetimos, no sería escrito hasta noviembre de aquel mismo año. El pleno se celebró en la segunda quincena de abril. Había que decidir sobre la convocatoria de un nuevo congreso en Rusia (el de la Internacional Sindícal Roja) fijado para junio-julio de aquel mismo año. Se nombró, pues, la delegación y quedó compuesta por cuatro comunistas: el mismo Andrés Nin, Hilario Arlandis, Joaquín Maurín y Jesús Ibáñez, éste, militante del Norte. Los grupos anarquistas de Barcelona, quizá alertados de lo que sucedía en Rusia, usaron del derecho de agregar a la comisión un delegado propio. A tal efecto fue designado Gastón Leval. La delegación se dividió abiertamente al llegar a Moscú. Gastón Leval hizo grupo aparte frente a los cuatro incondicionales comunistas 6. Uno de los méritos de esta delegación fue el haber intervenido, a iniciativa de Alejandro Berkman y Emma Goldman, en la huelga de hambre declarada por los anarquistas y socialistas revolucionarios de la cárcel de Moscú. El documento, que establece la transacción entre los huelguistas y la todopoderosa Cheka, lleva la firma de Hilario Arlandis y Gastón Leval 7.

6 En agosto tuvo lugar otro pleno clandestino en Logroño, el cual descalificó a los delegados que en nombre de la C. N. T. habían ido a Rusia.

7 Emma Goldman: Living my life, Nueva York, 1931, pág. 912.

Casi al mismo tiempo que la C. N. T., el Partido Socialista había celebrado su XII Congreso el 9 de diciembre de 1919. Este congreso extraordinario había sido motivado por la crisis de la Comisión Ejecutiva. En este congreso, la tendencia llamada "tercerista" (partidaria del ingreso en la Tercera Internacional), que capitaneaba Daniel Anguiano (secretario general), había sido batida por escaso número de votos. El año siguiente se produjo la escisión de las juventudes Socialistas. Angel Pestaña escribiría en el susodicho informe: "Antes de mi salida de España (marzo de 1920) no existía el Partido Comunista. Estando en París supe que las Juventudes Socialistas se habían separado del Partido Socialista y constituido el Comunista. Organo en la prensa: han empezado a publicar El Comunista 8".

8 Angel Pestaña, op. cit., pág. 86.

En junio de 1920 se reunió un nuevo congreso del Partido Socialista. Esta vez los "terceristas" batieron a sus adversarios, también por ligera diferencia de votos. La adhesión a la Tercera Internacional estuvo también condicionada a un viaje de reconocimiento que harían a Rusia dos delegados representando a las dos tendencias adversas. Los delegados fueron Daniel Anguiano y Fernando de los Ríos. El primero regreso como había marchado, firme en sus convicciones comunistas; Fernando de los Ríos pesaría mucho en la rectificación del acuerdo. Según Andrés Saborit 9, "las conversaciones de Fernando de los Ríos con el patriarca del anarquismo, Pedro Kropotkín, fueron determinantes para convencerle de que, si bien había sido destronado el odioso zarismo, estaba surgiendo en Rusia una nueva tiranía de tipo personal, por lo que sus conclusiones fueron contrarias en absoluto al ingreso en la Tercera Internacional".

9 Andrés Saborit. Julián Besteiro, México, 1961, pág. 185.

Un nuevo congreso del Partido Socialista (9 de abril) derrotó definitivamente a los "terceristas" por un margen confortable de votos. Pero terminada la votación, la minoría batida se apresuró a hacer público un manifiesto (13 de abril) que encabezaba el que sería primer secretario del Partido Comunista español: Oscar Pérez Solís. Era la señal de la escisión del Partido Socialista que daría nacimiento al Partido Comunista.

Según Pierre Brué y Emile Témine: "Tres corrientes se habían encontrado para fundar el movimiento comunista en España: las juventudes Socialistas al principio, con Andrade y Portela; después la minoría socialista, con Pérez Solís, García Quejido, Anguiano y Lamoneda, y el grupo de dirigentes de la C. N. T. que animaban Andrés Nin y Joaquín Maurín " 10.

10 Pierre Brué y Emile Témine: La révolution et la guerre d'Espagne, Paris, 1961.

La C. N. T. necesitaba a todo trance celebrar un congreso para revisar sus acuerdos a la luz de los Últimos acontecimientos. Sólo mediante un ardid, y también la fuerza del proletariado zaragozano, pudo reunirse en modesta Conferencia. Este comicio tuvo lugar en Zaragoza en junio de 1922. Una de las principales tareas fue confrontar las gestiones de los delegados a Rusia. Los informes eran tres: el de Angel Pestaña, un escrito enviado por Gastón Leval y el que hizo personalmente Hilario Arlandis. Este no sólo fue desestimado sino que la Conferencia votó una moción de censura contra el despotismo bolchevique.

También fue adoptada una proposición por la cual quedaba retirada la adhesión de la C. N. T. a la Tercera Internacional en favor del ingreso en la Asociación Internacional de los Trabajadores, recientemente reorganizada en Berlín. Se nombraron incluso los delegados que habían de intervenir en el congreso fundacional de esta nueva organización, pero estimando a última hora que los acuerdos de un congreso (el de 1919) no podían ser rectificado sino por otro congreso, se adoptó la solución de someter los acuerdos de la Conferencia a referéndum de los, sindicatos, quienes debían pronunciarse en el término de un mes.

Esta promesa de renacimiento confederal espoleo los siniestros designios del terrorismo gubernativo. El 25 de agosto, en ocasión de una visita a la ciudad industrial de Manresa, Angel Pestaña fue víctima de una celada de los pistoleros del Libre. Gravemente herido, el líder sindicalista fue allí mismo hospitalizado. Este salvaje atentado marcaría el declive de Martínez Anido. Como quiera que los pistoleros, amparados en la impunidad gubernativa, continuaban montando la guardia alrededor del establecimiento hospitalario en que Pestaña luchaba entre la vida y la muerte, y habían expresado descaradamente su deseo de rematar al herido, el hecho fue denunciado al Parlamento por el diputado socialista Indalecio Prieto (también víctima de un atentando), y en la prensa madrileña por el socialista catalán Gabriel Alomar. Para congraciarse con la mala prensa que se había ido creando, el virrey de Cataluña tuvo la ocurrencia de simular un atentado contra él mismo. Esta maniobra estuvo a punto de costar la vida a varios militantes cenetistas . que se habían dejado llevar por el doble juego de un traidor. El supuesto atentado tuvo lugar el 23 de octubre. El 24 por la tarde, el jefe del gobierno (Sánchez Guerra) se dirigía al gobernador de Barcelona en los severos términos que siguen: "Por las noticias que por conducto fidedigno llegan por diversos medios, entiendo que el general Arlegui, después de lo ocurrido anoche ( ... ) no puede continuar en el puesto que venía desempeñando, y ordeno a V. S. que hoy mismo se haga cargo de él el coronel de la guardia civil ( ... ), y si V. S. entendiera, como parece desprenderse de sus manifestaciones últimas que he oído con verdadera amargura, que no puede ajustase a las instrucciones del gobierno ( ... ) puede V. S. también entregar el mando de la provincia, como otras veces se ha hecho, al señor presidente de la Audiencia... " 11.

11 M. García Venero, op. cit., pág. 418.

El primer congreso confederal a que asistió Nin fue, indudablemente, el de 1919. Repasando la Memoria de este congreso tropezamos con esta intervención suya (pág. 374): " ... yo, que he pertenecido al Partido Socialista hasta el día en que éste acordó en su congreso permanecer en la Segunda Internacional ... ". El congreso en que el Partido Socialista acordó permanecer en la Segunda Internacional se celebró del 9 de diciembre de 1919 al 16 del mismo mes y año. Si se tiene en cuenta que el congreso de la C. N. T. tuvo lugar simultáneamente, del 10 al 18 del mismo mes y año (Nin hizo las anteriores manifestaciones exactamente el día 17), resulta un curioso problema resolver a título de qué' estuvo Nin en este congreso. La Memoria sólo nos dice que representaba al Sindicato de Profesiones Liberales de Barcelona. Pero, ¿cuándo había ingresado Nin en la C. N. T.? ¿Cuándo se había dado exactamente de baja del Partido Socialista? Un detalle que podría explicar muchas cosas es que al congreso de la C. N. T., aparte de los afiliados a esta organización, fueron invitados los organismos de la U. G. T., los sindicatos autónomos o independientes y tal vez algunas individualidades. Post-scriptum a la nota 10: Un militante de la C. N. T. me hizo notar después que Andrés Nin podía muy bien representar al Sindicato de Profesiones Liberales (C. N. T.) y ser miembro-afiliado a un partido político (el Partido Socialista).

Gracias a los datos que me ha facilitado uno de los actores supervivientes puedo ampliar sobre los dramáticos sucesos que determinaron la destitución de Martínez Anido y Arlegui. El falso atentado tiene su origen en un provocador que después fue pistolero: Inocencio Feced. Feced era lo que se llamaba en la época un "confidente", o sea, un traidor al servicio de la policía. Feced se hacia pasar por perseguido y como tal se hizo recomendar a los militantes de Badalona, ciudad distante cinco o seis kilómetros de Barcelona. Fue él quien propuso atentar a Anido y Arlegui, en inteligencia con sus falsas víctimas. Anido y Arlegui asistirían a una función de gala al gran teatro del Liceo. La fiesta terminarla a las primeras horas de la madrugada. A esas horas el coche oficial descendería por las Ramblas, torcerla por el Paseo de Colón para dirigirse al Palacio de Gobernación pasando por delante de la antigua jefatura de Policía. El atentado se produciría en un trecho desierto vecino a la Capitanía General. Feced y Tejedor lanzarían unas bombas contra el coche oficial. Claramonte y Pellejero dispararían desde un sidecar, con el cual perseguirían a sus víctimas en caso necesario, Cinco hombres más estarían apostados cerca para cubrir la retirada. Veamos quiénes eran estos individuos. Ya conocemos a Feced. Tejedor y Pellejero eran policías disimulados que había presentado Feced como "compañeros" recién llegados de Rusia con la misión y medios para suprimir a los tiranuelos. Feced se encargó de la preparación del plan y de los explosivos, que resultaron bombas cargadas con aserrín. Solicitó el concurso de cinco auténticos elementos de acción e hizo venir de Valencia a Claramonte, con su sidecar. Estos seis hombres eran los solos auténticos terroristas. El día del atentado Feced, Tejedor, Pellejero y Claramonte se dirigieron a Barcelona. Los cinco restantes hicieron juntos el viaje en tren. Descendieron a las nueve de la noche en la Estación de Francia. Desde allí se dirigirían a un bar cercano donde Tejedor tenla que entre garles las armas y los explosivos. Pero en contra de lo convenido sólo tres de estos cinco hombres se presentaron en el lugar. convenido. Por desconfianza en el último minuto los dos restantes permanecieron a la expectativa a cierta distancia. Pasados escasamente cinco minutos vieron salir del bar en cuestión no menos de diez polizontes con Feced y Tejedor al frente. Llevaban de rehenes a los tres que se habían adelantado. Los dos pudieron escapar milagrosamente y pronto sembraron la alarma entre los militantes más destacados de Barcelona. Las redacciones de ciertos periódicos fueron informados del atentado "que se iba a producir". La noticia llegó al gobierno y a su jefe señor Sánchez Guerra, que habría de cortar por lo sano. De todas maneras la tragedia final no se pudo evitar. En la "parada" del Paseo de Colón Feced excusó la ausencia de los componentes del grupo de Badalona acusándoles de cobardes. El mismo Feced señaló el paso del coche oficial. Claramonte iba a poner en marcha la motocicleta cuando Pell ejero le apuntó con la pistola. Claramonte fue más rápido y disparó la suya. Claramonte y Pellejero cayeron muertos al mismo tiempo. Tejedor había disparado al mismo tiempo contra el primero. La rápida destitución de Arlegui aquella misma madrugada, seguida de la de Martínez Anido, evitó una vasta matanza de sindicalistas. A primeras horas de la mañana las comisarías rebosaban de detenidos. La finalidad del plan era justificar un exterminio. La operación "San Bartolomé" fracasó por poco.

Así fue dimitido aquel monstruo, y su lugarteniente, con gran consternación de la clase patronal catalana. Esta, lejos de prestarse a desarmar los odios, siguió en su alocada carrera. El 10 de marzo de 1923 los pistoleros del Libre conseguían abatir en plena calle de la Cadena (centro de Barcelona), a la luz del día, a Salvador Seguí y su acompañante Francisco Comas. En venganza quizá de aquel doble crimen fueron abatidos, el 17 de mayo, en León, el ex gobernador de Vizcaya, Fernando González Regueral, y el 4 de junio, en Zaragoza, el cardenal arzobispo Juan Soldevila y Romero. Por este Último hecho fueron procesados Francisco Ascaso, Francisco Salamero, Juliana López y José Torres Escartín. El primero había conseguido fugarse al extrajero; los tres últimos fueron condenados a fuertes penas de presidio. Escartín fue puesto en libertad cuando el advenimiento de la República, pero a causa de los sufrimientos de tantos años de encierro tuvo que ser recluido en un manicomio. En 1939, el fin de la guerra civil le sorprendió en una celda de dementes, consideración que fue ignorada por las fuerzas de ocupación. Demente y todo fue fusilado.

La caída de Martínez Anido había sido el primer acto de la normalización de la vida constitucional. La C. N. T. había iniciado un renacer prometedor. Pero la burguesía redobló su intransigencia con el fin de que los conflictos sociales fueran degenerando en problemas de orden público. Así surgieron las huelgas de los vidrieros, del ferrocarril metropolitano y del transporte rodado. Esta afectó amenazadoramente a la sanidad pública. En medio del fragor de estos conflictos se produjo el pronunciamiento del general Primo de Rivera, que de Barcelona, en medio de los aplausos de la Patronal catalana, saltaba a Madrid, hecho dictador por el propio monarca.

 


 

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