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CAPITULO XVIII

 

LA OFENSIVA SOBRE CATALUÑA

 

Era de esperar que, terminada la acción armada en el frente del Ebro, el enemigo desencadenaría rápidamente una ofensiva de gran envergadura, contra el frente republicano.

Las presiones de los países totalitarios que ayudaban a Franco, eran cada día más ostensibles. Obligaban a este a terminar pronto con la guerra de España. Le exigían una liquidación de este problema, con arreglo a las imperiosas necesidades internacionales, ya que la prolongación de la lucha en España, ante posibles hechos de armas en Europa, podía representar para estos países, el perder todos los esfuerzos hechos ayudando a los militares sublevados.

Estas presiones eran vistas por el Gobierno de la República, por lo cual, inmediatamente, se dispuso a rehacer convenientemente los Ejércitos de Cataluña, los cuales, debido a la campaña del Ebro, estaban completamente desarticulados. Por este motivo, y también por las fuertes presiones de la opinión pública, que no se recataba en manifestar su desagrado por ver a los Carabineros y Guardias de Asalto paseando por Barcelona y otras ciudades de Cataluña en la misma forma que lo hacían los señoritos del antiguo régimen, se decidió por fin, que dichas fuerzas fueran envidiadas al frente, para nutrir los efectivos del Ejército del Ebro.

El Ejército del Este permanecía bien organizado. Su nuevo jefe, coronel Perea, militar pundonoroso, adicto verdaderamente al régimen republicano, con una trayectoria indiscutible de luchador entre los militares profesionales, fue un hombre que supo ser justo y ecuánime con las fuerzas que se habían puesto bajo su mando.

Por esto, su labor en el Ejército del Este, fue verdaderamente enaltecedora. Gracias a su actuación, las cuestiones políticas ramplonas, introducidas en la mayor parte de las Unidades de los demás Ejércitos, no encontraron eco en el Ejército del Este, ni pudieron desarrollarse, ante el muro de contención que representaba su nuevo jefe.

Había especial interés en conseguir que el Ejército del Este pasase a ser como el del Ebro, un Ejército de Partido.

Parea no toleró tal cosa, a pesar de la serie de ensayos que se pretendieron hacer, que si bien no perjudicaron en nada la organización y desarrollo de este Ejército, no es menos cierto que en diferentes ocasiones, algunos jefes militares de Grandes Unidades, tuvimos que sufrir la impertinencia, primero de los halagos y promesas y después de forma más o menos destemplada, la actuación de otros jefes superiores, que pretendían imprimir en nosotros, el sello de una política de las que discrepábamos en absoluto.

Y lo vuelvo a repetir, sino hubiera sido por el freno que representaba el jefe del Ejército del Este, seguramente habríamos caído en verdaderas luchas intestinas que hubieran dado por resultado, como siempre ocurría que jefes prestigiosos del Ejército por no quererse someter a la voluntad de unos "señores" se hubieran visto relegados al continuo anonimato, a pesar de ser buenos militares y excelentes antifascistas. No ocurrió nada de esto, afortunadamente, debido a que en el Ejército del Este, en sus últimos tiempos, no se permitió semejante cosa por parte de su jefe. Allí no se toleraba otra política que la verdadera política antifascista, con vistas a liberar España del invasor.

En estas circunstancias el enemigo planea la gran ofensiva sobre Cataluña. Contaban indudablemente los invasores, con buenos medios de información y no ignoraban las circunstancias en que se encontraban los Ejércitos de la zona oriental.

Sabían positivamente, que si abocaban sobre Cataluña el grueso de su ejército y todos los medios combativos de que disponían, ante la imposibilidad con que se encontraban los Ejércitos de la zona Centro- Sur republicana, de emprender entonces una acción fuerte, no le sería muy difícil conseguir, en Cataluña sino la conquista rápida y decisiva, al menos abrir una brecha y poner aún más, al Ejército de la zona Oriental, en una situación de desigualdad e inferioridad, que no le permitirá resistir sucesivas y continuadas acciones de guerra.

Nuestro servicio de información, acusaba los movimientos del enemigo. Se veía claramente por ellos, que estaba preparando sus efectivos para una acción de guerra dentro de un plazo breve. Los servicios del S. I. E. P. (Servicio de Información Especial Periférico) de Ejército del Este, por medio de los agentes introducidos en la zona rebelde, informaban también que las fuerzas «nacionalistas», se estaban concentrando en grandes cantidades y que la artillería se emplazaba en diferentes puntos, lo que ya hacía suponer su dirección de ataque. La información nos advertía, además, que el enemigo había construido, en el terreno que dominaba, caminos y carreteras que le facilitaban el movimiento del material pesado y que le permitían transportar fácilmente, grandes contingentes de personal en vehículos.

Poseyendo todos estos informes huelga decir que se preveía exactamente por donde y como, tenía que dar comienzo el ataque enemigo.

Por indiscreciones del enemigo, se llegó a conocer más. Exactamente, la fecha en que empezarían su acción ofensiva e incluso el lugar exacto por donde se desarrollaría el taque de ruptura. Esto facilitó grandemente los preparativos de defensa.

Al llegar la fecha señalada, no pudo el enemigo emprender la ofensiva, que con tanto cuidado preparaba. Un verdadero temporal de lluvias, desencadenando desde el día anterior, le impidió efectuarlo, retrasándose en unos días su ofensiva. Esto permitió a las fuerzas de guarnición republicanas del frente que se sabía sería atacado, fortificar aún más si cabe y colocarse debidamente en unas condiciones más favorables, para hacer frente debidamente al enemigo, e impedir que este pudiera conseguir sus propósitos.

Dos días antes de la fecha en que empezó su ataque, la aviación extranjera sobrevoló nuestras posiciones y la retaguardia, sembrando los campos de proclamas, en las que anunciaban que nuestra suerte estaba decidida y que debíamos rendirnos sin condiciones, ya que ellos — los fascistas — sabrían respetar las vidas de todos los que no tuvieran las manos manchadas de sangre.

Al mismo tiempo que tiraban las proclamas, los aviones de bombardeo lanzaban intensamente metralla sobre las poblaciones y las vías de comunicación, sembrando la muerte y la destrucción con el fin de desmoralizar y desarticular la defensa de nuestra querida Cataluña, tan conocida por sus más encarnizados enemigos.  

Las fuerzas preparadas para la ofensiva eran, las mejores con que contaba el Ejército de Franco. Dos Cuerpos de Ejército (el Navarro y el Marroquí) eran los encargados de emprender la gran ofensiva dentro de un limitado sector del frente. El frente escogido para la ruptura por el enemigo, comprendía desde el extremo norte de la Sierra del Monsech, en los lugares conocidos por Cap de Serra, Mont Repós y la Baronia, continuando por las alturas de estas formidables montañas hasta buscar la margen izquierda del río Segre, a la altura de Camarasa, lugar donde se establecía el enlace entre los XI y XVIII Cuerpos del Ejército del Este. La defensa de este frente, corría a cargo de la 26 División de mi mando.

El día 23 de diciembre de 1938, principió la ofensiva fascista. Durante largas horas, doscientas piezas de artillería de diferentes calibres, arrojaron metralla sobre nuestras posiciones de Mont Repós y Roca Alta. Al propio tiempo, la aviación de bombardeo ligero, por escuadrillas que se relevan en el aire, bombardean intensamente nuestras posiciones. Los aviones de caza, entretanto, ametrallan todas las vías de comunicación, para impedir los movimientos de nuestras fuerzas.

Para calcular la intensidad del fuego enemigo, basta decir que, sobre una extensión de unos dos kilómetros de frente propio, en unas dos horas, el enemigo efectuó más de diez mil disparos de artillería.

Nuestras fuerzas, se encuentran colocadas en un alinea de fortificación formidable, ocupando docenas de nidos de hormigón construidos a prueba de disparos de 15,5 — resistiendo bravamente el fuego enemigo.

No ocurre lo mismo en otros puntos del frente, en los que fuerzas propias, ocupando fortificación más simple, a base de trincheras, son batidas y diezmadas hasta el punto de que, secciones completas de soldados, quedan enterradas en las propias posiciones.

Al cesar esta intensa preparación la infantería enemiga avanzada decidida al asalto de las posiciones. Avanzaba bastante confiada, ya que esperaba que se opondría una débil resistencia, por suponer que la mayoría de nuestras fuerzas, estarían destruidas por su mortífero fuego. El principal objetivo de las fuerzas invasoras, era apoderarse de la s posiciones denominadas de Mont Repós y Roca Alta, desde las cuales se batía y dominaba un paso conocido por el nombre de Desfarrador, que era el que pretendían utilizar para infiltrarse a fondo en nuestra retaguardia.

Las fuerzas republicanas, esperan impacientes el momento de establecer contacto con los invasores.

No obstante con serenidad, esperan que los mismos se coloquen a corta distancia, abriendo entonces fuego de fusilería. A distancia, se oye el tableteo de las ametralladoras, que funcionan sin cesar. Por fin el enemigo se repliega desordenadamente.

La lucha persiste. La artillería abre fuego nuevamente. Se suceden los combates. Las bajas causadas al enemigo son considerables, pero, las propias ascienden también en calidad.

En la posición de Roca Alta, el incesante fuego de la artillería enemiga, abate a casi todos sus defensores. Defienden la posición escasos hombres, pero que no abandonan la lucha en ningún momento.

La acción del fuego artillero enemigo, es intensa. después de cada intento de ataque de su infantería, los cañones vomitan la metralla. Los disparos de los cañones enemigos, llegan a los propios puestos de mando de nuestras fuerzas. Y en el de una Brigada de la 26 División, causa grandes bajas entre los Oficiales del Estado Mayor.

La lucha que ha empezado al amanecer, dura todo el día. A últimas horas de la tarde el enemigo, vista de que sus progresos en el sector de Roca Alta eran nulos, se lanza contra las posiciones del Mont Repós, con igual fortuna. Sus ataques son rechazados plenamente. Consigue ocupar algunas pequeñas posiciones siendo desalojado de las mismas en los contraataques de las fuerzas republicanas.

En el sector sur de la División han sido más afortunadas las armas fascistas. Después de duros combates, consiguen ocupar las poblaciones de Figuerola de Meya y Fontlonga. Su preparación artillera sobre estas poblaciones ha sido tan intensa, que las mismas han quedado reducidas a escombros y ruinas.

En toda la jornada, a pesar de los esfuerzos empleados, las dos Divisiones atacantes ( la 1ª Navarra y la 150 Marroqui) no ha podido conseguirlo gran cosa. En el sector Norte y Centro de la 26 División han sido batidas completamente y diezmados sus ejecutivos. En el sector Sur, es el único que ha conseguido una ligera ventaja, que no recompensa las pérdidas de material y de hombres que se le han ocasionado.

Durante varios días, la lucha se sucede sin descanso. Los progresos enemigos, a pesar de ello, son escasísimos. Por un momento, toda la violencia del combate se centraliza sobre las posiciones de Mont Repós y Castellá. En el resto del sector de la 26 División — único sector de todo el frente de Cataluña afectado hasta aquel entonces por el ataque fascista — se lucha también, aunque no con la misma dureza. Sobre Mont Repós y Castella, llueve la metralla. Bombardea la aviación. Ametrallan los cazas intensamente. El enemigo quiere apoderarse de esta posición ya que así, encontraría el paso franco a importantes nudos de comunicaciones.

Nuestras fuerzas, entusiasmadas al ver que consiguen destrozar al enemigo en sus constantes asaltos les gritan, incitándoles a continuar la lucha. Por su importancia, merece consignarse que en un instante del combate, al retirarse desordenadamente las fuerzas "nacionalistas" por la dura resistencia que se les oponía, su artillería, la del enemigo, disparó sobre ellas, colocando una cortina de fuego a la retaguardia de los soldados que huían, obligándoles así — por encontrarse entre dos fuegos — a lanzarse nuevamente al asalto de nuestras posiciones.

Finalmente, la presión enemiga en todo el sector, va haciéndose insostenible. Van más de cuatro días de combates continuos. Por el sector Sur han conseguido ya algunos progresos y amenaza infiltrarse por el Barranco de Peralba, lo que situaría a las fuerzas que tan admirablemente defienden el Monsech, en una situación dificilísima.

La Superioridad, ordena el repliegue. Y las fuerzas de toda la División, se repliegan hacia posiciones de segunda línea, tan bien fortificadas como las de la primera.

La organización del terreno, en el sector de la 26 División, permite el establecimiento de líneas, sólidamente fortificadas en profundidad. En una de estas se situaron las fuerzas de la División, dispuestas a batirse en ella como habían hecho en la anterior.

Mientras continúa la dura batalla en el sector Norte de Cataluña, las fuerzas extranjeras al servicio de los fascistas, compuestas por italianos, alemanes y grandes contingentes de marroquíes, principian el ataque en el sector Sur, escogiendo para su avance el frente guarnecido por el XII Cuerpo del Ejército, partiendo desde la cabeza de puente enemiga sobre el Segre, situada en las inmediaciones de la Granja del Escarpe. La operación de ruptura fue bastante rápida y el enemigo, una vez vencida la corta resistencia que se les opuso en la primera línea, organiza dos Columnas, dirigiéndose la primera hacia Mont-Blanch y la otra hacia Borjas Blancas.

Las Columnas italianas — que son las fuerzas extranjeras que predominan en los primeros momentos, en el sector Sur — cuentan con un material abundantísimo. En cabeza marchan las tanquetas (italianas también) y la aviación "legionaria" que ametralla y bombardea sin cesar.

Las fuerzas del XII Cuerpo de Ejército, le oponen a su paso muy escasa resistencia. Ellos es debido, principalmente, a que las diferentes Unidades de ese Cuerpo de Ejército, hacía poco habían participado en unas operaciones propias en le río Segre y estaban, por ello, en condiciones deficientes de organización y preparación combativa.

Por otra parte, los dos Cuerpos de Ejército que junto con el XII forman el Ejército del Ebro (el V° y XV° C. E.) han sido reforzados con el personal de Carabineros y Guardias de Asalto, gente sin moral combativa, apoltronados de una vida regalada en retaguardia que no dan ningún rendimiento en las horas decisivas de los combates.

Además, se colocaron estas fuerzas en unas condiciones estratégicas muy mal calculadas, acercándolas al frente en forma que, cuando menos se espera se encuentran delante el enemigo que avanza. La imprevisión de los Estados Mayores de estos Cuerpos de Ejército, fue evidente. No esperaban que las fuerzas entraran tan rápidamente en contacto con el enemigo. No se previó lo que el enemigo podía progresar por jornadas, después de haber roto el frente. 

Este error de cálculo, se pagó muy caro durante la retirada de las fuerzas del Ejército del Ebro, ya que estas, después de haber sido desbordadas por el enemigo, se desmoralizaron y ya no fue posible reagruparlas en los lugares determinados, a fin de ser empleadas de nuevo como fuerzas combativas. Por el contrario, lo único que hacían estas fuerzas en su huída desordenada, era desmoralizar y poner en condiciones desfavorables a cuantas otras encontraban a su paso. Lo mismo sucedía en el paso por los pueblos, donde la población civil se desmoralizaba grandemente al ver pasar combatientes, en vergonzosa y desordenada huída.

El enemigo, que ha logrado profundizar bastante en el sector Sur de Cataluña y que al mismo tiempo, se encuentra con una dura resistencia por parte de las fuerzas que defienden el Monsech (sector Norte) pertenecientes al XI Cuerpo de Ejército, se da cuenta de que su situación es un tanto comprometida, caso de que las fuerzas republicanas que quedan en la parte Centro maniobrasen, ya que sería muy fácil cortarles las comunicaciones, en un fuerte ataque por el flanco izquierdo. Ante ello, deciden realizar un ataque frontal, sobre las fuerzas del XVIII Cuerpo de Ejército, que defienden el sector del Centro antes mencionado.

Es indudable que todo este sector, y, sobre todo, la cabeza de puente de Balaguer, está magnificamente fortificada. Ello hace que los primeros esfuerzos del enemigo intentando romper este frente, fueran absolutamente infructuosos. Las posiciones, parecían invulnerables y a pesar de los fuertes ataques, se mantienen integramente.

En vista de ello, decide el mando faccioso castigar durante por la acción de la metralla, estas posiciones. Durante varios días, la artillería no cesa en sus disparos. La aviación vuela constantemente, sembrando metralla y destrozado las fortificaciones. Finalmente, las primeras lineas propias, tan duramente atacadas, ceden al ímpetu del enemigo, el cual una vez rota la línea, toma dos direcciones de ataque: Una hacia Artesa de Segre y la otra hacia Agramunt.

Como en otras ocasiones, lo más difícil para el enemigo, ha sido romper la primera línea. Una vez conseguido, ha avanzado con bastante celeridad.

Si los mandos republicanos de grandes Unidades no han tenido la precaución de controlar los movimientos de sus pequeñas Unidades (Compañías y batallones) la catástrofe es inmediata. Empieza a acudir la desmoralización, con más facilidad en las Unidades pequeñas que en las grandes. Y si los jefes de estas, no se preocupan de sujetarlas y encuadrarlas convenientemente, no hay forma luego de conseguir que las mismas actuen con eficacia en las horas decisivas de los combates.

En el Norte, o sea en las posiciones de Monsech, la lucha prosigue con gran dureza. A pesar de que la aviación enemiga no actua con grandes masas de aparatos, por ser muy escasos los pueblos que se encuentran en dicha zona y existir muy pocas vías de comunicación, no cesan por esto los bombardeos en mayor o menor escala. La infantería, es lanzada constantemente sobre las posiciones, aunque la misma es batida siempre por las fuerzas que defienden el sector. En cuatro días, el enemigo tan solamente avanza con una profundidad de cinco kilómetros, sin haber conseguido colocar en situación difícil a las fuerzas de la 26 División.

El XI Cuerpo de Ejército, que como todos los Cuerpos de Ejército, contaba con tres Divisiones, por tener una de ellas, la 30, fuera del sector al empezar el ataque enemigo, se encontraba en una situación de inferioridad, por lo que se dispuso que la 34 División, se agregara al mismo. Las fuerzas de esta División, se iban empleando, a medida que las de la 26 División, iban quedando debilitadas y desmembradas por sus constantes combates con el enemigo y por las bajas que sufrian en estas luchas.

El X° cuerpo de Ejército, tenía una División de reserva, la 31, y su sector no había sido amenazado aún por el enemigo. Por orden superior, esta División fue concentrada en el frente correspondiente al XI Cuerpo de Ejército, a fin de realizar un contraataque que, partiendo del flanco derecho del Montsech, permitiera a toda la División infiltrarse en el campo enemigo — que era el que hasta hace poco tiempo, estaba en nuestro poder y guarnecía la 26 División — consiguiendo así dejar aisladas las fuerzas avanzadas enemigas, que habían penetrado en este terreno.

Esta operación, que todos convenían en que daría resultados verdaderamente satisfactorios, no sabemos por qué motivos, dejó de realizarse.

Vuelve a nuestra imaginación el eterno interrogante. ¿Por qué al Estado Mayor Central se ha dedicado siempre a taponar, a contener, y nunca, absolutamente en ninguna ocasión, a maniobrar? Nosotros tenemos la plena seguridad que, en esa ocasión, de haberse efectuado la operación prevista, en el momento oportuno — en la guerra, siempre es necesario esperar el momento oportuno — el avance enemigo por el sector Norte de Cataluña, hubiera quedado paralizado inmediatamente. Y además se habría dividido el ejército atacante, pudiendo apoderarnos de miles de prisioneros así como de cantidad incontable de material combativo, del que tan escasos estábamos. Era una operación verdaderamente interesante, que nos habría permitido también reconquistar el terreno perdido en aquellos días.

En nuestra guerra, se ha juzgado siempre el movimiento de las pequeñas Unidades. nunca se ha operado en forma decisiva, contundente. Cuando el caso lo ha requerido, ha existido siempre una gran falta de decisión en emplear grandes Unidades completas. El resultado ha sido en todas las ocasiones funesto, ya que las pequeñas Unidades, trasladadas de un sitio a otro, en los momentos de verdadera gravedad no han dado, ni podían dar, resultados positivos. Eran fuerzas que cambiaban de mando superior en momentos difíciles y sobre todo, se las empleaba para taponar brechas abiertas por el enemigo, lo que equivalía a decir que tenían que batirse con fuerzas bien preparadas, articuladas y en condiciones de arrollar los obstáculos que se oponían a su paso.

Lo dicho. El movimiento a base de pequeñas Unidades, no daba ningún resultado. Primeramente, por que estas rendían mucho menos, alejadas de su Brigada o de su Dimisión y, también, por que se desarticulaba a las grandes Unidades, que veían como iban reduciéndoles sus efectivos, con el continuo traslado de un Batallón a determinado sector y de otro a sector a lo mejor diferente.

La lucha en la parte Norte, se prolonga días y días. El enemigo no consigue sus propósitos. El avance por el Monsech, no es superior a un kilómetro por día aún esto, a cambio de muchas bajas y a costa de grandes preparaciones artilleras. No recompensa este avance, el esfuerzo que tiene que realizar.

Su atención primitiva consistía en apoderarse del importante nudo de comunicaciones de Artesa de Segre rápidamente, en una infiltración por el sector de Monsech. La resistencia que se le opone, dificulta la consecución de sus planes. En cambio, va a conseguir este mismo objetivo sin tanto esfuerzo, ya que sus fuerzas que avanzan por el sector Centro de Cataluña, no encuentran gran resistencia, lo que les permite irse situando cerca de dicha población, la cual está ya en inminente peligro de caer en sus manos.

A pesar de ello, las fuerzas del Monsech resisten aún. Situadas a bastantes kilómetros a vanguardia de Artesa, a pesar de la formidable presión del enemigo, no abandonan las posiciones, más que después de muchos intentos de éste y en la proporción señalada de un kilómetro diario.

Las noticias que se tienen del sector Sur, son verdaderamente desconsoladoras. Las fuerzas italianas, que en ningún frente cuando han actuado solas, han conseguido el menor éxito, porque son aún más cobardes que jactanciosas, por este sector consiguen avanzar fácilmente, poniendo en vergonzosa huida al Ejército del Ebro.

Todo hace prever que algunos sectores no atacados, como son los del 24 Cuerpo del Ejército, que se encuentra cubriendo línea de la orilla del río Ebro, hasta Tortosa, quedarán en una situación más que difícil: angustiosísima. De continuar el avance enemigo con tanta facilidad, las fuerzas — por ejemplo — de la 24 División, que se encuentra allí, no podrán moverse, ya que estarán cercadas completamente ó tendrán que efectuar una retirada desordenada.

Los invasores avanzan. Toman Montblanch y desde allí, se dirigen unos hacia Tárrega con el fin de cortar la carretera general de Lérida-Barcelona y los otros hacia Valls, amenazando con ello tomar Tarragona, dejando cercadas todas las fuerzas que aún guarnecen la orilla del río Ebro.

Así sucede finalmente, viéndose obligada la 24 División, como se preveía, a replegarse a marchas forzadas. Muchos soldados, caen en poder del enemigo. Incluso algún estado mayor de Brigada, no pudiendo ya retirarse, fue hecho prisionero por las fuerzas invasoras.

De esta forma, casi sin lucha, el enemigo toma Valls, Reus, Tarragona y la mayoría de los pueblos de aquella comarca.

A pesar de que el enemigo ha concentrado lo mejor de su material sobre el frente Sur de Cataluña, no es menos cierto que es comprensible, de ninguna forma, que el Ejército del Ebro entre enseguida en franca desbandada. Pero los progresos del enemigo por la provincia de Tarragona y la toma de esta importante capital, no demuestran otra cosa.

Por poca resistencia que se hubiera opuesto a su avance, es indudable que no hubiera podido proseguir de una forma tan rápida su marcha, que en ciertos momentos, llega a mas de diez kilómetros en un solo día. Eso demuestra que las fuerzas del Ebro, no tenían previstas líneas de resistencia en continuidad y, por lo tanto, sus Estados Mayores, no habían organizado en profundidad su dispositivo, con vistas a la eventualidad de una ruptura del frente.

Cabe suponer que el enemigo en avance continuado sobre los pueblos de la provincia de Tarragona, no tuvo apenas bajas y que su Ejército no se desgastó lo más mínimo, hasta el extremo de que, según dicen los propios informes del E. M. republicano, las tropas franquistas entraban en la histórica ciudad de Tarragona dos días después de haber sido esta abandonada por las fuerzas que la guarnecían y que indudablemente, tenían el deber y la misión concreta de defenderla a toda costa contra el enemigo.

Una vez Tarragona en poder de la reacción, era lógico suponer que el Estado Central tendría prevista una línea de resistencia, a una distancia prudencial, para aprestarse con todas las consecuencias, a la defensa de Barcelona. Pero no fue así, aunque cabía esperar que el enemigo, teniendo en su poder las importantes carreteras y líneas de ferrocarril que unen Barcelona con Tarragona, intentaría inmediatamente caer sobre la ciudad condal, que era una de sus prendas más codiciadas, por representar ésta la llave del mantenimiento o la caída de todo el frente de Cataluña.

Mientras tanto, la población civil de Barcelona, vivía confinada y no se daba cuenta del peligro que representaba la campaña del enemigo en el frente de Cataluña. Y no se daba cuenta porque, cuando la anterior ofensiva enemiga en el frente de Aragón, el pánico en Barcelona fue tan grande, en todas las capas de la opinión pública, que temían que detrás de Aragón, caería toda Cataluña en poder de la reacción. Pareció entonces un milagro lo que se hizo, consiguiendo contener al enemigo a lo largo del río Segre cuando ya la desmoralización había hecho mella en todos los pueblos y ciudades de Cataluña y, también, el desconcierto y el pánico llegaba a los propios organismos oficiales. Por esto, Barcelona vivía tranquila y confiada, quizás, en la repetición del "milagro". No hacían nada los confiados habitantes de Barcelona, para defender la capital. Esperaban, no sabemos qué, en lugar de aprestarse, con todos sus esfuerzos, para defenderse y derrotar al enemigo, aunque fuera a sus propias puertas, como lo habían hecho antes la invicta capital de España, que el momento de peligro, supo superarse y hacer frente al invasor, combatirlo, detenerlo, derrotarle inclusive e impedir que sus plantas nauseabundas, pisaran las hermosas calles de Madrid.

Cuando pensamos en esto, una vez más se graba en nuestra mente, el doloroso recuerdo de que la retaguardia no vivía ni latía al unísono con los frentes. En el frente, se conocía el peligro porque se veía, se vivía a cada instante. Se contemplaba allí con dolor, lo que ocurría en ciertos sectores y veía que el peligro, iba aumentando cada día, a medida que se desarrollaban los acontecimientos y comprendía que el cerco de Barcelona, se estrechaban y que, poco a poco, la hermosa capital, se encontraría ante el monstruo de la invasión, completamente indefensa y sin unas fortificaciones que le permitieran vivir, en una vida azarosa si se quiere, aunque fuera en constante peligro, ya que al peligro estaban acostumbrados sus habitantes, tan castigados por los bombardeos que, no les impedían continuar trabajando.

El Derecho de Movilización General, dictado por el Gobierno, así como el de Declaración del Estado de guerra, fueron excesivamente tardios para que tuvieran una eficacia positiva y consiguieran solucionar un problema tan voluminoso, como el que se planteó en Cataluña ente la impetuosa ofensiva enemiga.

Como siempre, las cosas no se tenían previstas y las soluciones "heróicas", llegaban con un retraso tal, que cuando tenían que ponerse en práctica, para demostrar su efectividad, la parte negativa de las mismas salía a flote y los fracasos se continuaban.

Era una trayectoria tortuosa de sistema de Gobierno, que indudablemente solo nos podía conducir a un fin catastrófico.

El peligro, que no se veía o no se quería ver desde lejos, se aproximaba a pasos de gigante. Pero la gran ciudad catalana, aún permanecía confiada.

El Ejército del Ebro, va corriendo desmoralizado hacia Barcelona, creyendo quizás que allí encontraría el refugio y la salvación, que no sabía encontrar en el campo que iba invadiendo el enemigo.

A su paso, desmoralizaba a toda la población de los pueblos que atravesaban en su veloz carrera.

En aquellos días se publicaron en toda la prensa de Barcelona unos acuerdos del Gobierno de la República. Se dice en uno de ellos que el Gobierno permanece en Barcelona y que la capital catalana será defendida contra todo y contra todos.

Se dictan, incluso, unas normas de fortificación. Pero mientras se publica todo esto, casi al mismo tiempo, desaparece el Gobierno de la República de la capital catalana, como por encanto, y se traslada a Gerona. ¡La influencia de la frontera ...

No se le ocurrió al gobierno, trasladarse a la zona central de España, donde podría funcionar con más libertad. No supo prever la desmoralización que causaría, el ver que los representantes, los que regían los destinos de toda la nación, se iban aproximando también hacia esa frontera que atraía a los soldados desmoralizados.

Excuso decir el mal efecto que causó en la opinión en general. Cuando esta conoció la huída, también vergonzosa después de lo que se había dicho, del Gobierno de la República el pánico se apoderó de todos. Principalmente en los centros oficiales. Solo se buscaba la forma de marchar, lo más rápidamente posible. Se buscan los medios para hacerlo. Y los coches que salen de Barcelona son incontables ...

No queda ya nadie de los Centros Oficiales. El Gobierno de la Generalidad de Cataluña, ha abandonado también Barcelona, para situarse "estratégicamente" en Figueras.

Nadie pensó ni se preocupó de los más interesante. defender Barcelona.

En estas condiciones, queda Barcelona, el verdadero nervio vital del frente catalán, y los hombres del frente, los hombres que luchan y se baten, pegados al terreno contemplan desconsolados, como iban cayendo los pueblos catalanes en poder del enemigo.

Se seguía el curso de las operaciones — no ya por los partes oficiales, que ocultaban la verdad — por todos los medios. Se sabía que iban cayendo los pueblos. Vendrell, Villanueva y Geltrú, Sitges, etc. Nadie podía explicarse por qué no se defendían las fuerzas republicanas en las famosas Cuestas de Garraf, que tan fácilmente podían haberse utilizando para una resistencia seria. Nadie se explica todo esto. Solo se sabe que los soldados republicanos, llegan a Barcelona y sin detenerse la rebasan,. Que las "aguerridas" fuerzas de carabineros y guardias de asalto, hacen lo mismo.

Queda sola Barcelona. El baluarte de Cataluña no ha podido ser defendido.

Sin lucha, sin resistencia pueden ultrajar con sus pisadas las hordas invasoras, el suelo de la gran urbe. La terrible noticia, llegan a los frentes y causa más daño que la metralla del enemigo a diario.

La caída de Barcelona, influyó poderosamente en los combatientes de la zona Norte y Centro de Cataluña. Estos, que no la esperaban tan rápida, por el contrario, creían que en Barcelona habría de dejar el enemigo lo mejor de su tropas mercenarias, que estaban convencidos que la capital catalana se defendería rabiosamente, al enterarse de la caída vertical de la misma, sin que la defienda nadie, se desesperan. No pueden comprender como ha sido posible, que entre los cientos de miles de hombres, aptos para empuñar las armas, no hayan salido un número suficiente de éstos, para aprestarse a la defensa.

Seguramente que en otro país, la caída de una capital como Barcelona, hubiera sido lo suficiente para que los defensores de la libertad, se hubieran desentendidos completamente de las cuestiones de la guerra y dejasen libre el campo en manos del enemigo. Pero el frente catalán que lucha, pasados los primeros momentos, los ánimos se rehicieron y los hombres, que en las trincheras defendían la tierra catalana palmo a palmo, quisieron dar un ejemplo, una lección a los cobardes que habían huido de Barcelona, con la intención de ganar lo antes posible, la distancia que los separaba de la frontera.

El ejemplo, lo dieron estos combatientes luchando con más ahinco, contra las hordas mercenarias, batiéndose como se baten los bravos, los hombres, los que no tienen intereses creados y por lo tanto, no pretenden salvarlos a toda prisa. No terminó la lucha, con la caída de Barcelona.

En la parte Norte y Centro de Cataluña, continúan los combates. la lucha es más encarnizada a diario. Avanzaba el enemigo pero ¿a costa de qué? de los más tremendos sacrificios y del derroche cuantioso de su material bélico.

Basta solo constatar lo que sucede en el sector Norte. La 26 División, que ha venido combatiendo durante diez y seis días, sin tregua ni descanso, ha cruzado el río Segre, llegando a Artesa de Segre. Un repliegue ordenadísimo, en el que no se pierde ni un solo hombre, ni un solo fusil. Después de 16 días de lucha, el enemigo solo ha conseguido avanzar al promedio de un kilómetro diario. La 31 División, releva a la 26 en su puesto de honor. Estaba esta, bastante diezmada por las grandes bajas sufridas en los combates.

Se bate briosamente la 31 División. Sus fuerzas, bien organizadas y con moral elevadísima se enfrentan a diario contra el enemigo y en las continuas embestidas de los fascistas, se veía a estos morder el polvo de la derrota una y otra vez, imposibilitándoles el avance rápido, que les permitiera la acción que desarrollaban en el Sur donde sin resistencia, avanzaban a marchas forzadas.

Así solamente, puede explicarse que en el Norte de Cataluña, se mantengan aún en poder de la República los pueblos de Pons, Sanahuja, Calaf y tantos otros, cercanos al frente, y que en cambio, por la parte baja, el enemigo ya se haya situado a la retaguardia de los mismos, tomando la ciudad de Igualada. Allí se les daba toda clase de facilidades para que avanzara lo que quisiera

En el sector del XVIII Cuerpo de Ejército, también se luchaba, también se resistía y combatía con entereza. Los escasos medios de defensa con que contaban en aquel sector, se empleaban debidamente para cerrar el paso al invasor. Solo después que este, ante la resistencia que se le oponía, empleó a fondo grandes masas de aviación, que diezman las filas de las Divisiones que componían aquel cuerpo de Ejército, solo después de incontables preparaciones artilleras y de emplear en gran cantidad los tanques, consiguen avanzar.

En concreto, es obligatorio decirlo con claridad y sinceridad. El Ejército del Este, sin excepciones, fue el único Ejército que en Cataluña, combatió sin descanso. E incluso — después se ha podido comprobar esto — obligó al enemigo a modificar sus planes de ataque, por ejes distintos a los que había escogido.

Solo en el Sur, por donde operan las fuerzas más flojas y menos aguerridas del enemigo — compuestas como hemos dicho, en su mayoría por los "bufones" de Mussolini — se pierde el terreno sin lucha, conquistando rápidamente el enemigo, no solo lo que esperaba, sino aún más de lo que pretendía alcanzar al empezar las operaciones.

El Ejército del Ebro, aquel Ejército de que tanto se había hablado, que había sido tan jaleado, y que se veía envuelto por la polvareda de un "bluff" de partido, demostró y desde el principio de las operaciones no solamente que no estaba a la altura de las circunstancias por la falta de encuadernamiento y espíritu de combatividad de sus hombre, sino que incluso sus Estados Mayores, sus mandos no respondían en cada a las necesidades de la guerra. Hay momentos en que las situaciones difíciles se salvan, más que por la inteligencia de los mandos, por el arrojo y la valentía de los mismos. No quiere decir esto, que la misión de los mandos sea colocarse en la trinchera, como meros combatientes. No. Pero muchas veces es preciso, es imprescindiblemente necesario, que ante la realidad de los hechos que se desarrollan en el campo de batalla, los mandos den la cara, se multipliquen, y que demuestren a los hombres que tienen a sus ordenes que, a pesar de su situación más o menos previlegiada en la campaña, saben dar la cara y estar dispuestos al más grande de los sacrificios, como es el de perder la vida junto a ellos. Así se consigue que, los que conviven alrededor de los mandos, se claven al terreno y lo defiendan furiosamente, sin temor a la muerte.

Si antes de la caída de Barcelona, ya no daba fe de vida el Estado Mayor Central, ni el de la Agrupación de Ejércitos, después de haberse perdido la capital, fue mucho peor. Ya no solamente no se sabía donde estaba, sino que a veces, incluso, se desconocía el paradero de los puestos de mando de Cuerpos de Ejercito, yendo los mandos de los mismos, completamente sin cohesión y a salto de mata por todas partes. No era posible localizarlos, para entenderse con ellos.

El Estado Mayor Central, que funcionaba junto con el Gobierno, no decía nada. del Gobierno, solo se conocían los consabidos términos del Parte Oficial, que se publicaba con setenta y dos horas de retraso, pretendiendo esconder la verdad que ya era público. Fuera de esto, no se sabía nada más de los que tenían la obligación de orientar y ordenar lo que había de hacerse en todo el frente de Cataluña.

El presidente Negrín, que tanto hablaba y tanto decía, cuando se trató de someter a la retaguardia y a los frentes a su voluntad personal, tampoco decía nada desde Gerona, donde dicen que se encontraba, junto con el Gobierno de la República Española. Solo al cabo de algunos días, se decide a dar señales de vida. Habla en los momentos en que la situación es más desesperada y más difícil. Pronuncia un discurso. Uno de sus discursos. Dijo que se ha conseguido establecer una línea en el sector Sur, frente a la provincia de Gerona, para defender este territorio a toda costa. Que han llegado fuerzas de la zona Centro-Sur por mar. Que nuestra escuadra, ha realizado una gesta inmensa con ello. Nos vuelve a salir con el famoso motivo del "resistir".  

Nosotros, que sabíamos que lo que no hacían falta en Cataluña eran más fuerzas ni material, ya que habían hombres suficientes para defender el reducido frente, que cada día se estrechaba más, pensamos que a Negrín le ocurriría lo mismo que en Barcelona. Que al propio tiempo que hace manifestaciones públicas, incitando a la resistencia, preparaba sus maletas para salir hacia Figueras, para acercarse a la frontera.

Así ocurre, en este caso. Negrín dice que se va a establecer línea, Y las fuerzas que están cerca de él, ni los jefes "prestigiosos" que le rodean no hacen nada para la defensa de Cataluña ni para confirmar las palabras pronunciadas por el Jefe del Gobierno.

La realidad es dura y cruda. En el sector Sur, no hay línea ni hay nada. Solo existen unos hombres desmoralizados, que huyen. Junto con estos hombres, con estos soldados, va mezclada la población civil, formando inmensas caravanas, que utilizando los más diversos medios de locomoción, hasta a pie, se acercan a la frontera. Todo se ha hundido, en este sector del frente catalán.

En el Sector Norte, el enemigo no ataca. Las fuerzas republicanas, mantienen allí las posiciones sin acciones de guerra fuertes, obliguen a que las reseñemos.

Un solo sector de Cataluña, sigue combatiendo a diario. El de la parte Centro. Las fuerzas que lo defienden, están en contacto diario con enemigo, dificultando su progreso, pero abatidas por la superioridad numérica del mismo y, sobre todo, por el avance que está realizando el invasor por el Sur tienen que ir cediendo posiciones. se van situando las fuerzas enemigas. Toman Manresa, Suria, Vich, Berga y otras importantes poblaciones, amenazando cortar por la retaguardia, la única vía de comunicación que resta a las fuerzas del sector Norte, las cuales, sin combatir intensamente tienen también que ceder posiciones, ante este peligro, e irse replegando por la carretera de Lérida a Puigcerdá a medida que avanza el enemigo por su flanco izquierdo.

Cuando las fuerzas de la invasión, consiguen llegar a las inmediaciones de Ripoll, cesa por este sector su brioso ataque, dedicándose a proseguir su marcha triunfal por parte Sur. Cae Palafrugell, Gerona y varios pueblos de la comarca sin lucha, como siempre. Desaparece otra vez el Gobierno. La esperanza de defender una determinada zona de Cataluña, desaparece por completo, ya que la anunciada "línea de resistencia" del Dr. Negrín, resulta un hecho fallido y por tanto, no se puede hablar de establecer líneas defensivas.

las fuerzas que debían haber defendido este territorio, han preferido continuar su marcha, marcha veloz, hacia la frontera. Ya se conoce la noticia que el Gobierno en peso, se ha situado tranquilamente en París. Se dice que allí se encuentran también el Presidente de la República Española,. Que el Gobierno de la Generalidad de Cataluña, está en tierras francesas. Y que están allí todos los elementos significativos de partidos políticos y organizaciones obreras.

Ya la marcha hacia la frontera de todo el personal de la zona Sur, es irresistible. Sin trabas y sin que nadie les ponga impedimento, se ven las carreteras llenas de hombres robustos, que arrojan sus armas al suelo, entremezclados con los niños, mujeres y ancianos que, horrorizados, marchan también del suelo patrio, en tromba hacia la frontera de la República francesa. Por Port-Bou y la Junquera, al atraviesan en desorden, sin control. sin mandos, que han abandonado ya a las fuerzas para pasar antes. Así se desplomó todo el frente Sur de Cataluña. Sin que en el mismo, se hubiera opuesto resistencia seria en ningún momento a los invasores. Estos tranquilamente, llegan hasta la frontera y ocupan todo el mencionado sector catalán.

Quedan todavía hombres en Cataluña, dispuestos a resistir. Son los que combaten por el sector Centro que a la altura de Camprondón, resisten los impetuosos ataques del enemigo. Son los del sector Norte, que a pesar de haber tenido más remedio para replegarse hacia Puigcerdá, se mantienen allí emplazados, sin intentar atravesar la frontera que está ante ellos.

Es indudable que se habría podido pretender, en el sector Norte de Cataluña, el establecimiento de una línea más o menos resistente, que no hubiera permitido al enemigo romperla sino a base de grandes esfuerzos. Se intentó esto por parte del X° Cuerpo de Ejército y por la División 26 de mi mando. Pero ya no era posible esta solución. ¿Quién era capaz de decir a los hombres, que luchaban sin descanso, a esos voluntarios, en su mayoría del primer día, que solo habían cedido el terreno ante la superioridad de las armas, que era necesario resistir más? Si desde parís, por voces oficiosas de nuestro Gobierno, se hablaba ya de una rendición de toda la España Republicana. ¿Podía exigírseles este sacrificio que seguramente sería estéril? No Y la frontera de Puigcerdá, que habían permanecido cerrada es abierta para el paso de la población civil.

Perfectamente organizados, salen desde Puigcerdá los miles de refugiados, en dirección a Francia. entran por Bourg-Madame y La tour de Carol. Mujeres, niños, ancianos e inválidos, entran en Francia. Es la población civil, que refiere abandonar la patria, antes que verse sometida a la esclavitud de un régimen fascista, que había triunfado no por el derecho, sino por la fuerza de las armas extranjeras.

En este sector Norte — incomunicado con el Centro por la toma de Ripoll por el enemigo — ya no hay municiones de artillería. El mando del Cuerpo de Ejército, dispone que estas fuerzas, que han quedado desarmadas por falta de munición, pasen la frontera. Fueron las primeras fuerzas republicanas de este sector, que la pasaron. Pudimos contemplar como los artilleros, perfectamente formados, con sus piezas, abandonaban las tierras catalanas, para situarse en las francesas. Podríamos describir aquí escenas verdaderamente conmovedoras. Preferimos omitirlas, por que nos resulta dolorosísimo el recordarlas. Solo diremos que se veían pasar a hombres, que hacía dos años y medio luchaban en el campo de batalla, que no habían desfallecido en los momentos de más peligro para su propia vida, que miraban llorando la línea invisible de la frontera, sin atreverse a dar el paso decisivo, que les había de colocar a cubierto del invasor.

Después de esto, la resistencia del sector Norte, está terminada. Es imposible continuar. Sin artillería, con la perspectiva de un ataque enemigo de frente y flanco, no contándose con el necesario material, la resistencia hubiera resultado imposible.

Recibí la orden. La traslado a todas mis fuerzas — es la última orden que he dado en España — disponiendo se concentren y pasen ordenadamente la frontera.

El día anterior, la habían pasado ya el personal no combatiente. El de los servicios de Ingenieros, Sanidad, Intendencia, etc. etc. del X° Cuerpo de Ejército.

Así fue como, el día 10 de Febrero de 1939, las fuerzas del X° Cuerpo de Ejército, las que quedaban en el sector Norte de Cataluña abandonan el suelo de la Madre Patria. Entre ellas, van las de mi querida División, la 26. desfilan formadas, por Compañías y por Batallones, con sus mandos.

Atraviesan la frontera catalana por cuatro puntos simultáneamente: Por Bourg-Madame, por la Tour de Carol, por Oseja y por el puente internacional de Livia.

Allí nos encontramos. el mando del X° C. E. y de la 26 División, junto con sus respectivos Estados Mayores, seguían con la vista, desde tierras españolas, el paso de los soldados, de aquellos bravos combatientes, que no habían nunca cedido el terreno sin luchar duramente, y los veíamos internarse en las tierras de la República Francesa.

Pasaron todos, en orden perfecto. detrás de ellos cruzamos nosotros también aquel simbólico puente internacional, que divide Cataluña con Francia. En el puente, a nuestro paso, una Sección de soldados franceses, nos presenta armas y nos rinde honores. Los recojo ahora, porque representaban algo sublime. No eran unos honores dedicados a unos mandos de mayor o menor categoría. Eran los que se dedicaban a todas nuestras fuerzas, los honores que se rendían, si se quiere a unos vencidos, á unos derrotados. Pero representaban el símbolo del respeto que merecían nuestros hombres, que defendiendo un ideal sin descanso, hacia cerca de tres años combatían en las trincheras, dejando enterrados en el suelo de España, miles de compañeros, de amigos y de hermanos.

Al día siguiente, por el sector de Camprodón, pasan a Francia también las fuerzas de la parte central de Cataluña.

Así termino la defensa de Cataluña, que representaba la defensa de la República española. Con notas emocionantes, que dieron los hombres que en realidad la habían defendido. y con el gesto bufo, del pánico de los que cobardemente, la abandonaron a su suerte, muchos días antes.


 

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