INDICE DEL LIBRO

ANTERIOR

  SIGUIENTE

REGRESE A LIBROS


 

XXIII

COMUNISTAS Y LIBERTARIOS EN LA GUERRA

 

Es incuestionable que el enemigo poseía mayor cantidad de armamento y mas eficaz, mayor capacidad técnica, táctica y estratégica, una unidad de mando sin fisura, sobre todo a partir del otoño de 1936 en que Franco fue exaltado como «caudillo» por una reunión de generales. Pero estos hechos no explican satisfactoriamente la serie negra de catástrofes militares concentrada contra la República a partir de 1938. En esta época nadie hacia la guerra por su cuenta en la zona republicana si exceptuamos al Partido Comunista y sus orientadores.

Para comprender esta serie de catástrofes hay que tener en cuenta el derrumbamiento de la moral de lucha entre los combatientes más aguerridos. Es significativo el hecho de que cuando ocurrió el desastre militar de Aragón muchos. soldados y oficiales, de todas las ideologías, llegaron a Barcelona en su retirada, Algunos fueron detenidos cerca de la frontera. La 43 División, mandada por los comunistas, se retiró por el valle de Arán hacia Francia. Posiblemente creyeron estos mandos que la catástrofe era definitiva. Al quedar estacionado el frente a lo largo de los ríos Segre y Ebro, la 43 División regreso a Cataluña por Francia. Lo que había sido una retirada vergonzosa fue convertido ( por el Bureau Político del Partido Comunista) en un hecho de armas glorioso. Al atravesar la frontera francesa esta División tuvo que hacer entrega completa de su armamento a las autoridades del país vecino.

La desmoralización se había apoderado inclusive de los combatientes voluntarios, que estaban en el frente desde los primeros días de la guerra. El 25 de agosto de 1938, el comisario del Grupo de Ejércitos de Cataluña, Gil Roldán, informaba a su organización (la C. N. T.) de las numerosas deserciones que se producían en los frentes. Muchos de estos soldados que desertaban eran veteranos que se habíanbatido valientemente en todas las ocasiones. Las deserciones no se producían hacia la zona enemiga, sino hacia la retaguardia propia, y eran mayormente ocasionadas por el descontento. A saber: escasez de comida, falta de ropa y especialmente de calzado (muchos soldados se protegían los pies con trozos de saco), retraso en el pago de los haberes, noticias de que sus familiares pasaban necesidades en la retaguardia, irregularidad del servicio de correos (a causa de la censura, lenta y torpe).

Habla otra clase de desertores: los que no podían soportar la disciplina establecida en las Brigadas comunistas, torpe a la vez que sanguinaria. Estos desertores, en gran parte, se limitaban a cambiar de Brigada. Si eran libertarios su deserción consistía en refugiarse en las Brigadas confederales.

Las dificultades no se soportaban ahora estoicamente como en los primeros meses de la guerra. En aquellos primeros meses la lucha tenía un carácter puro y romántico. La burocracia militar no habla aparecido todavía. No se velan entonces los flamantes uniformes de los ejércitos de retaguardia: policía de asalto y carabineros (Negrín contaba con un ejército para su uso personal, los carabineros, los «cien mil hijos de Negrín» como lo había bautizado el pueblo). La nueva casta militar estaba en trance de heredar todos los defectos del viejo ejército. Su concepto de la disciplina sobrepasaba los límites de lo grotesco 1. Las escuelas de guerra, para capacitación y formación de mandos, así como las escuelas de comisarios, eran monopolio del Partido Comunista.

1 Durante la batalla de Levante (verano de 1938) a causa de un repliegue precipitado quedaron unas piezas de artillería abandonadas. El jefe militar responsable, sin más averiguaciones, ordenó a unos soldados la voladura de estas piezas. Pero los soldados que iban a ejecutar la orden, al advertir que el enemigo no avanzaba todavía, en vez de destruir los cañones los arrastraron hasta las líneas propias. Las piezas habían sido salvadas, pero se había desobedecido la orden. Pues bien, el jefe, que había cometido el error de desconocer la situación del enemigo, estuvo a punto de hacer fusilar a aquellos abnegados soldados tan bien dotados de iniciativa como ignorantes de los absurdos de la disciplina

La población civil sufría hambre, y esta situación de miseria afectaba profundamente a los combatientes. Sobre todo si se tiene en cuenta que había en las ciudades familias privilegiadas, pertenecientes a la nueva casta: la de los militares de nuevo cuño y de los líderes políticos y sindicales. Los fueros de las colectividades eran constantemente atropellados bajo cualquier pretexto. Si se trataba de requisar medios de transporte para los abastecimientos. de retaguardia y de los frentes, los primeros camiones requisados eran los de las colectividades agrarias. Los productos agrícolas de las colectividades desposeídas de sus medios de distribución se pudrían en los almacenes. Lo cual agravaba la carencia de alimentos entre la población civil. Consecuencia de esta escasez fue el acaparamiento y la especulación conocida con el nombre popular de «estraperlismo».

Sin embargo, entre los combatientes, el mayor foco de desmoralización provino del proselitismo político que se realizaba en el ejército. Se prodigaron repetidamente órdenes y decretos para ponerle término, pero fueron siempre ineficaces. Muchas de las operaciones militares habían sido concebidas con miras políticas y se saldaron con resultados catastróficos. Los combatientes anarquistas protestaban alarmados de que fuesen utilizados como carne de cañón. La alarma provenía de que se les apartaba deliberadamente de los Cuerpos de Ejército o de las Divisiones de que siempre formaron parte. La 25 División habla sido incorporada al Ejército de Operaciones en ocasión de la ofensiva sobre Teruel. En situación parecida se encontraban las Brigadas 153 y 121, separadas de sus respectivas Divisiones. El verdadero propósito era disgregar las unidades confederales. Disgregadas serían fácilmente intervenidas y dominadas. La integridad de las grandes unidades anarquistas estorbaba los propósitos de hegemonía del Partido Comunista.

En 1938 el Partido Comunista había conseguido controlar el 80 por 100 de los mandos del ejército (informe del Comité Peninsular de la F. A. I. al Pleno Nacional de Regionales del Movimiento Libertario, de octubre de 1938). Veamos a continuación cuál era en el otoño de 1938 la proporción de mando en el ejército republicano desde el punto de vista político.

El informe de la F. A. I. (sección militar) al Pleno de octubre ofrece datos interesantísimos. Abarca la situación general del ejército, el de las grandes unidades, sectores, armas, servicios, inspecciones, estados mayores y consejos de guerra. (Según Mariano R. Vázquez, este informe había incurrido en el delito de alta traición).

Según este informe el Consejo Superior de Guerra, del que teóricamente formaban parte representantes de todos los partidos políticos y organizaciones sindicales, y que debla reunirse periódicamente para informar y estudiar los grandes problemas militares, no se reunía casi nunca. El jefe del gobierno, que tenía la obligación de convocarlo, prescindía de él casi completamente, salvo en ocasión de las grandes catástrofes.

El Estado Mayor Central tenía como jefe al general Vicente Rojo, y como jefes de las secciones más importantes (Personal e Información) a Díaz Tendero y Manuel Estrada. Los tres estaban afiliados al Partido Comunista. Pertenecían también al «Partido» los mandos militares subalternos en su mayoría.

El subsecretario del Ejército de Tierra era un destacado comunista: Antonio Cordón, quien dominaba el Gabinete de Información y Control, donde figuraba la filiación sindical y política de todos los jefes y oficiales. Los combatientes de los frentes tenían prioridad para aspirar a ciertas especialidades (aviación, tanques, etc.) y para concurrir a las escuelas de guerra. Las convocatorias aparecían en el Diario Oficial del Ejército. Pero antes de que se publicasen las convocatorias, las Brigadas comunistas eran alertadas por el «Partido» para que preparasen a sus aspirantes.

Normalmente el Diario Oficial llegaba con retraso al frente, por lo tanto, los combatientes no comunistas presentaban siempre sus solicitaciones con retraso. Esta maniobra se debla a Antonio Cordón. Desde la Subsecretaria del Ejército de Tierra se dirigían también los ascensos y el nombramiento de nuevos jefes para los Cuerpos de Ejército vacantes.

Se comprenderá fácilmente que los combatientes comunistas hicieran una rápida carrera militar,. Durante el mes de mayo de 1938 en la 27 División (antigua Carlos Marx), por ejemplo, se registraron 1.280 ascensos (cabos, sargentos, tenientes, capitanes, comandantes y comisarios de toda graduación). Los nuevos ascendidos eran destinados a cubrir vacantes en otras Divisiones, Brigadas y Batallones, en las que por la índole política de sus componentes no se podía ascender tan fácilmente. Los comunistas conquistaban de esta manera nuevas

posiciones en las unidades anarquistas, . socialistas, republicanas o neutras. El informe de la F. A. I. susodicho afirma: «Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que si desde mayo se han ascendido, entre diversos grados, a 7.000 combatientes, 5.500 pertenecen al Partido Comunista».

La misma política proselitista se aplicaba a las destituciones. Como consecuencia de la retirada desastrosa de la primavera de 1938 fue destituido el jefe de la 24 División, el cenetista Miguel Yoldi. Yoldi no era más responsable que los otros jefes en retirada. Sin embargo, las divisiones de algunos de estos jefes fueron reorganizadas con todos los honores, y los mismos fueron ascendidos. La 24 División fue también reorganizada, pero con otro mando. A la 24 División pertenecía la 153 Brigada (ex Tierra y Libertad, formada por anarquistas en los tiempos de asedio de Madrid).  Pues bien, a esta Brigada le fue impuesto mando comunista. Al comandante comunista Trueba, que había fracasado aparatosamente en la ofensiva republicana de septiembre de 1937, se le recompensó dándole el mando de otra División; la que tuvo un nuevo fracaso en mayo de 1938, también sin consecuencias para su comandante.

La Subsecretaría del Ejército de Tierra tenía también a su cargo la Dirección General del Transporte, los ascensos de cuyo personal monopolizaba con criterio de partido. El informe de la F. A. I. decía de los Batallones de Transporte: «de los 19 que existen, 10 o 12 están en manos del Partido Comunista y 1 o 2 en manos de la tendencia libertaria, a pesar de que el 80 ó 90 % del personal competente pertenece a la C. N. T.».

Ocurría lo mismo con la Artillería e Intendencia. La Intendencia se había convertido en un foco de corrupción. Dada la escasez de artículos alimenticios en la retaguardia, se especulaba con el hambre de los soldados que morían en las trincheras. La mayor parte de las jefaturas de las Inspecciones Generales se hallaban en manos de republicanos y socialistas; pero los mandos subalternos eran comunistas. Esto ocurría particularmente en la Sanidad de Guerra. Ya nos hemos ocupado extensamente del Servicio de Información Militar (S. I. M.), en el que fue encastrada la G. P. U. soviética, para controlar al propio Partido Comunista español y para eliminar a sus adversarios políticos. El ejército del Aire y los cuerpos especializados (aviación, tanques y blindados) eran coto cerrado del «Partido» o estaban bajo monopolio directo de los técnicos rusos.

En la segunda mitad de 1938 existían dos Agrupaciones de Ejércitos: una para Cataluña (separada del resto del territorio republicano) y otra en la zona Centro-Sur. La Agrupación de Cataluña la mandaba el general Hernández Sarabia, plegado a las consignas comunistas. Componían esta Agrupación los Ejércitos del Este y del Ebro. El Ejército del Este estaba mandado por el coronel Perea, que no era comunista, y estaba en buenas relaciones en la C. N. T. El Ejército del Ebro lo mandaba el teniente coronel Modesto, uno de los jefes comunistas de más rápida carrera militar. Había sido uno de los fundadores del famoso Quinto Regimiento 2, que después fue V Cuerpo de Ejército. Modesto cedió a Líster (otro militar afortunado) el mando del V Cuerpo para ascender a jefe del Ejército Autónomo del Ebro con el grado de coronel.

2 Véase el capitulo XIV.

El Ejército del Este estaba compuesto por tres Cuerpos de Ejército: uno mandado por el anarquista Gregorio Jover; los otros dos por los comunistas Francisco Galán y José del Barrio. De las 9 Divisiones y 27 Brigadas que componían este Ejército, los anarquistas mandaban una División y cinco Brigadas. Las demás tenían mando comunista u otros.

Los tres Cuerpos de Ejército del Ebro eran mandados por los comunistas Líster, Vega y Tagüeña, los tres tenientes coroneles. En este ejército el mando comunista era más acentuado en las Divisiones y las Brigadas. Sólo dos Brigadas tenían mando anarquista. Comunista u otros las demás.

En septiembre de 1938 había en Cataluña un Cuerpo de Ejército en formación (el XXIV) del que la C. N. T. mandaba una División y dos Brigadas. Sin embargo, esta exposición comparativa no expresa la verdadera importancia del anarquismo en los frentes de Cataluña. La verdadera expresión hay que buscarla en el hecho de que el 60 por 100 de los combatientes eran afilia dos o simpatizantes al Movimiento Libertario.

La Agrupación de Ejércitos de la zona Centro-Sur la formaban cuatro Ejércitos: Levante, Centro, Andalucía y Extremadura. La Agrupación estaba bajo el mando del general Miaja, afiliado al Partido Comunista.

Mandaba el Ejército de Levante el coronel Menéndez, también plegado a las consignas comunistas. De los seis Cuerpos de Ejército de su jurisdicción, dos estaban mandados por simpatizantes libertarios. Tres Divisiones entre 20 y 13 Brigadas entre 55 tenían mando libertario. Los demás mandos eran comunistas u otros.

Componían el Ejército del Centro (que mandaba Segismundo Casado, coronel de carrera que no habla querido ascender de grado, y que mantenía buenas relaciones con el Movimiento Libertario) cuatro Cuerpos de Ejército, de los cuales uno estaba mandado por un anarquista (Cipriano Mera). Tenían mando anarquista 1 División sobre 12, y 3 Brigadas sobre 45. Los demás mandos eran de predominio comunista. (Estos datos son incompletos. Posiblemente los libertarios ostentaban otros mandos en Brigadas y Divisiones.)

El Ejército de Andalucía lo mandaba el coronel Moriones, sin más significación política que ser anticomunista. Este Ejército era un feudo del «Partido». Dominaban las jefaturas de los dos cuerpos de Ejército. Los libertarios poseían el mando de una Brigada y de una División.

El Ejército de Extremadura estaba al mando del socialista comunizante coronel Pradas. Tres de las 11 Divisiones y 9 de las 31 Brigadas tenían mando anarquista. Los resultados son los siguientes:

 

Unidades   

Libertarios     

Comunistas y varios  

Agrup. de Ejército     2     0           2
Ejércitos ...  ...  ...       6     2 simpatiz., 1 neutro           3
Cuerpos de Ejérc.   21     2  libert., 4 simpatiz.          15
Divisiones ... ...    70     9       libertarias         61
Brigadas ...  ...    196   33       libertarias       163

 

Es difícil precisar todas las grandes unidades mandadas específicamente por comunistas, ya que estos se enmascaraban a veces bajo la denominación de socialistas y republicanos. Como sabemos habla socialistas y republicanos comunistas o que acataban las consignas del Partido Comunista. También era difícil precisar la proporción de mandos obedientes a una u otra tendencia en las pequeñas unidades (batallones, compañías, secciones) dado el constante movimiento de personal que se registraba en ellas, por traslado o por fuera de combate (bajas de guerra).

Hay que considerar también el caso de las unidades de Servicios y Administrativas, en el frente y en la retaguardia. Por ejemplo, había en todo el territorio leal 19 Centros de Reclutamiento, Instrucción y Movilización (C. R. I. M.). Sólo uno (el 18) estaba controlado por los libertarios. Los demás estaban al mando de comunistas o de profesionales más o menos comunizantes. En cuanto a los Batallones de Retaguardia (para control de centros de comunicaciones estratégicos y protección de playas y costas) no había ninguno con mando libertario. Había de 20 a 23 de estos Batallones.  Era también caso raro que en las poblaciones y ciudades importantes de la retaguardia el comandante militar de la plaza fuese anarquista.

El Cuerpo de Comisarios era uno de los principales feudos del «Partido», Osorio y Tafall (procomunista) era el comisario general del Ejército, Jesús Hernández dejo de ser ministro para hacerse cargo del Comisariado General de la zona Centro-Sur. Pertenecía al Bureau Político del «Partido». El comisario general de la zona de Cataluña era un libertario: Gil Roldán, pero como quiera que el Gobierno estaba instalado en Cataluña, el verdadero comisario era Enrique Castro, pues era secretario general del Comisariado, o sea, el segundo de a bordo de Osorio Tafall. Castro pertenecía también al Politburó del P. C. En suma: la representación libertaria en el Comisariado no era superior a la que tenía en los mandos del Ejército. De los 21 Cuerpos los libertarios tenían el Comisariado en 4.

Este resultado era la obra del proselitismo político respaldado en el chantaje de la ayuda soviética. Esta enfermedad llegó a minar la salud física y moral del Ejército. Pues el proselitismo no se limitaba a la propaganda sectaria y a la ostentación de la vanidad, sino que iba seguido de maniobras tenebrosas, intrigas y asesinatos.

De un informe de un comisario de Brigada: Pedro Puig, republicano catalanista, son las siguientes consideraciones:

«El Partido Comunista y el Partido Socialista Unificado tienen actualmente el 50 por 100 de los jefes, oficiales y comisarios que acatan sus órdenes. Tienen dentro del Ejercito dos organizaciones: los Clubs de Educación de las juventudes Socialistas Unificadas, que actúan públicamente, las células en las Compañías y las "troikas" en los Batallones, que actúan secretamente. Los Clubs pretenden el mero propósito de unir a la juventud antifascista para formar un instrumento al servicio del jefe y el comisario de cada unidad. Procuran que se afilien algunos soldados de tendencia republicana y anarquista, e incluso proponen a algunos para la dirección, pero siempre se aseguran la mayoría, Son centro de recepción y distribución de propaganda comunista. (En muchas unidades no han podido constituirse por oposición del jefe o del comisario.) La otra organización, la de tipo secreto, tiene finalidades más amplias... Cada célula de Compañía tiene su secretario, exento de servicio. Lo mismo cada "troika" de Batallón... Transmiten comunicados diarios o cada semana. Celebran reuniones de las cuales se extiende el acta correspondiente Allí se confeccionan las listas de los que han de cursar estudios en las escuelas de guerra, y también se señalan allí los que han de "suprimirse"... Son también estas células las que han instaurado el procedimiento de enviar telegramas de adhesión al gobierno, atribuyéndose la representación de las unidades militares, siempre que se produce una situación difícil para aquél ... »

He aquí un fragmento de un informe de una «troika» comunista a la Comisión Política y Militar del Partido Comunista:

«...En este frente hay un subcomisario general, Gil Roldán, de la C. N. T., y un comisario de División, Tomás Sanz, de la C. N. T. también. Con ellos está en magnificas condiciones de relación otro comisario: Peregrín Gurrea, socialista, de la 58 Brigada... Ya antes de crearse oficialmente el Comisariado, yo estaba junto al Estado Mayor... A la C. N. T. interesaba mucho: o bien tener un comisario, o impedir que hubiera uno comunista... Por esto, en el asunto Fríjola 3 por rara unanimidad Sanz y Gurrea coincidieron en que la culpa era del coronel y mía, insinuando que era extraño "que se pasara al enemigo cuando parece que militaba en determinado partido" [Partido Comunista], lo que es falso. Aprovechando esto, propusieron a Gurrea para comisario del sector y no fue aceptado. Y entonces, para impedir que pudiese ser un comunista, el subcomisario Gil Roldán envió con carácter interino a Tomas Sanz ( ... ) quien habla de que probablemente sea uno de estos días nombrado con carácter definitivo... El Rincón de Ademuz es presa codiciada por la C. N. T. Entre otras razones porque tiene fruta y ganado que ellos quieren para que sus cooperativas 4 no fracasen. Ahora Intendencia es nuestra. Esto supone transporte gratis para nuestras cooperativas de por aquí (aprovechando viajes necesarios se puede justificar el gasto de gasolina)... Quedan siempre unos miles de pesetas que pueden servir de ayuda a nuestras organizaciones... Esta labor y la del camarada Montesinos, encargado del trabajo del Partido en la zona de guerra, ha hecho que a pesar del enorme atraso político de esta comarca vayamos penetrando en estos pueblecitos. Con un comisario de la F. A. I. en este pueblo tratarán de destrozarlo todo y volverá a tener pujanza el Comité Comarcal de la C. N. T... No olvidéis que hay que mover nuestra propuesta de cambio de mandos que está ya en el Estado Mayor central... Con mandos nuestros podemos transformar rápidamente el sector ... »

3 Jefe de Estado Mayor que se había pasado al enemigo.

4 Colectividades.

En julio de 1938 el comisario de la 26 División, Ricardo Rionda, fue destituido y arrestado por haberse negado a difundir entre la tropa un boletín editado por el Comisariado del XI Cuerpo de Ejército, que mandaba el famoso comunista Francisco Galán. En el boletín había varios artículos dedicados a «los traidores trotskistas». Se refería a los soldados de la disuelta 29 División 5 que se habían incorporado a la 26 División. El comisario Rionda había protestado también de la prohibición de proyectar la película Los tres lanceros de Bengala, interpretada por Gary Cooper, artista que había expresado sus simpatías por la causa del pueblo español, como protestaba igualmente de que se le exigiese la difusión del libro Espionaje en España, libro antitrotskista, escrito expresamente para apoyar la represión contra el  P. O. U. M.

5 La 29 División había sido disuelta a consecuencia de los sucesos de mayo de 1937, bajo la acusación de que había abandonado el frente con la intención de llegar hasta Barcelona. Este hecho es bastante confuso. Si bien es verdad que algunas fuerzas de la 29 División abandonaron el frente con este propósito, no es cierto que el frente quedase verdaderamente abandonado. Por otra parte, fuerzas de la 28 División (anarquista) habían realizado la misma operación. Hay que  señalar, no obstante, que todas estas fuerzas no fueron más allá de Barbastro.

El 25 de marzo el Comité Nacional de la C. N. T. se dirigía al ministro de Defensa para denunciar el acta de una reunión de elementos militares comunistas, en la que habían discutido, no sobre la mejor manera de derrotar a1 ejército de Franco, sino de eliminar a los combatientes del Movimiento Libertario. La reunión se había celebrado en Torralba de Aragón en marzo de 1938. He aquí el acta de la reunión:

«Empieza la sesión a las 10 de la mañana con las palabras del delegado de la División, en las que expone consignas de todo genero para toda clase de lucha y la necesidad ineludible en que se hallan todos de laborar intensamente, efectuar una propaganda más efectiva, la conveniencia de que esta propaganda se realice a toda costa en las mismas trincheras... A continuación el delegado de Barbastro hace su presentación dirigiéndose con un saludo a todos los camaradas que allí se hallan, adheriéndose a las palabras de su antecesor. Se pasa a conceder la palabra, tomándola el sargento Martín Galdós, que dice:

»Mi misión se va cumpliendo paso a paso. Los nuevos militantes ingresan con mucha pasividad, pero lograré lo que quiera de ellos. Los carnets que recibí ya están repartidos. Necesito bastantes más, pues la propaganda que realizo exige una mayor rapidez en la confección y entrega de ellos. Ahora bien, mi trabajo no se puede efectuar con la intensidad debida porque el comisario del Batallón no admite política de partido. Yo desconozco su organización, pues él habla siempre en sus charlas y mítines-relámpago con carácter antifascista y en nombre del gobierno popular republicano. Yo creo absolutamente preciso y necesario para la bueno marcha de este 565 Batallón que sea relevado o eliminado, pues con él el Partido en este Batallón no podrá obtener ningún resultado.

»Toma la palabra el comandante Menéndez, que dice:

»Camaradas: Yo, en mi carácter de recién llegado a esta Brigada, poco os puedo decir. Ante todo mi saludo a los asistentes, dándoos la seguridad de que por mi parte haré lo imposible por cumplir y que se cumplan las consignas de nuestro Partido. Al mismo tiempo facilidades para la propaganda las habrá en todo momento en la unidad en mi mando. Con referencia al 565 Batallón, puedo decir que las consignas no se pueden cumplir hoy allí. Hay demasiadas organizaciones, demasiados elementos anticomunistas. El comisario no puede continuar un día más, es preciso eliminarle. No podemos tolerar un comisario de esa clase porque es una barrera a nuestro trabajo. Con respecto al comandante que me ha relevado, ese tal Carrillo, es preciso trasladarle. Es un inepto, un incapaz. Lleva galones, pero no los merece. Simplemente, ¿para que hablar?, es de la C. N. T.

»Termina su turno solicitando para estas cosas la acción directa. Informa el teniente jefe de la tercera Compañía del 565 Batallón, que dice:

»Mi compañía va bien. Se trabaja mucho. Políticamente no se puede hacer nada. Tengo un comisario en la Compañía que no puedo con él. Es un incapaz. Se pasa la vida durmiendo. En cambio, del comisario del Batallón  se puede decir que hace bastante. Se mueve mucho, aunque siempre lleva dos detrás armados de fusiles. ¡Con la falta que hacen los fusiles en el frente! Creo que para el cumplimiento de nuestras consignas será un obstáculo muy grande, por lo cual, y para dar un mayor impulso a nuestra propaganda, se impone relevarlo.

»Informa el teniente José Peris:

»Visto lo dicho por los camaradas, poco puedo decir. Mi Compañía trabaja mucho. El mismo jefe de la Brigada, en su última visita, me ha felicitado regalándome un aparato de radio. Con respecto al comisario del Batallón, poco puedo decir. La línea del Batallón es muy extensa. El viene a menudo, da charlas, siempre con carácter antifascista y guiones del gobierno. De modo que política de partido no hace. Por lo cual la reunión debe de decidir.

»Toma la palabra A. Merino, jefe de Estado Mayor, el cual hace un resumen de lo expuesto y agrega detalles por él recibidos, juramentándose todos en el nuevo plan y trayectoria a seguir que resume de la siguiente manera:

»Primero: Necesidad forzosa de intensificar la propaganda. Segundo: Consecución o captación de nuevos militantes. Tercero: Creación inmediata de "Troikas" en las Compañías. Cuarto: Informes rapidísimos de la actuación de los mandos y comisarios no afectos al Partido. Quinto: Estudio inmediato de la forma de traslado, relevo o eliminación de los no afectos. Sexto: Celebración de reuniones mas a menudo. Séptimo: Intensificación de la labor de desconfianza en mandos y comisarios no afectos al Partido.

»Antes de finalizar la reunión propugna nuevamente la fórmula de eliminación diciendo:

»Todo lo que decís está muy bien, pero creo que bastante claro lo he dicho. El que estorbe, en una visita a las trincheras... se pierde un tiro y él se lo encuentra. Si no, le lleváis a las alambradas, cuatro tiros, parte de deserción al enemigo y eso ya procuraremos que no trascienda.

»Nuevamente, antes de salir, se juramentan para la acción de conjunto a realizar, agregando el delegado de la División que mañana o pasado mañana se celebrará otra reunión a la cual asistirá el jefe de la División.

»A la salida el comisario de la Brigada y el del 568 cambiaron impresiones sobre lo tratado, aunque el de la Brigada no creyó conveniente tomar parte en ella. Guillermo García (rubricado), Puesto de Comando, 17 de marzo de 1938.»

Veamos a continuación algunos hechos concretos tomados también de diversos documentos de los archivos de la C. N. T. y de la F. A. I. El 11 de octubre de 1938 fueron fusilados en el frente, sin que mediara proceso, el capitán y el comisario de una compañía, acusados de haber perdido una posición durante una batalla. El comisario pertenecía a la C. N. T. y se llamaba Joaquín Rubio.

Felipe Mingo y Antonio García, pertenecientes respectivamente a la C. N. T. y a la U. G. T., fueron fusilados en el frente del Centro acusados de haber hecho una escapada a la retaguardia sin el debido permiso. Estos casos menores de indisciplina solían castigarse con unas semanas de trabajo forzoso en una compañía disciplinaria.

El 25 de mayo de 1938 se ausentaron de una base de instrucción militar de Cataluña dos jóvenes libertarios recién movilizados. Tres días después de ser detenidos fueron fusilados.

A principios de 1937, en un pueblo del Centro cercano al frente, fueron fusilados unos soldados por haber protestado del castigo humillante impuesto a dos compañeros del mismo Batallón acusados de breve escapada a la retaguardia. (Se consideraban tan inofensivos estos delitos que los que los cometían no eran considerados desertores. Se les solía llamar «turistas».)

El jefe de la 79 Brigada, Miguel Arcas, conocido anarquista, estuvo sentenciado a muerte por una «troika». Para que el crimen quedase disimulado, se asesinaría al mismo tiempo al comisario de la Brigada,  que era comunista. Este descubrió la maniobra y por el interés que le tenía previno al jefe del común peligro.

Un Batallón confederal de la 70 Brigada fue socorrido en el momento en que se hallaba en graves dificultades con el enemigo. El capitán de las tropas de socorro, llamado Francisco Montes, disparó no más llegar contra el comisario del batallón confederal, el cual estaba de espaldas animando a sus soldados. El comisario murió en el acto.

Juan Hervás y Jaime Trepat habían pertenecido a la disuelta 29 División. Cuando se realizaba la represión contra los elementos del P. O. U. M., Juan Hervás y Jaime Trepat ingresaron en la 141 Brigada que mandaba el comunista Eduardo Barceló. Ingresaron en una Compañía de Transmisiones de la que era comisario un anarquista llamado José Meca.

Entre el comisario Meca y el jefe de la, Brigada había fuerte tirantez. Mientras llegaba impunemente toda clase de prensa comunista, el diario de la organización catalana Solidaridad Obrera era interceptado y quemado.

Meca, Hervás y Trepat, mal visto el primero por anarquista y los dos últimos por «trotskistas», era natural que llegasen a ser muy amigos.

En la reunión de la «troika» se llegó al acuerdo de eliminar físicamente a los elementos de la C. N. T. y el P. O. U. M. El 15 ó 16 de marzo de 1938, hallándose en primera línea los tres hombres, fueron llamados a presentarse al puesto de mando de la Brigada distante varios kilómetros en la retaguardia. Por teléfono se les indicó el camino que tenían que seguir para llegar lo más pronto posible al lugar de cita: un camino inhóspito, no frecuentado. Meca, Hervás y Trepat desconfiaron y acordaron tomar precauciones. Los dos primeros irían delante, formando así dos grupos. A mitad del camino, Trepat, que cerraba la marcha a regular distancia, oyó unos disparos de pistola ametralladora. Y temiendo lo peor siguió camino desviándose del itinerario señalado. Al llegar al Puesto de Mando, el jefe Barceló quedó muy sorprendido al verle. Y sin más explicaciones ordenó que Trepat fuese llevado a un batallón disciplinario. Al día siguiente un parte de la Brigada decía: «Han desaparecido el comisario de Transmisiones Meca y el soldado Juan Hervás. Se supone que han pasado al enemigo o han desertado del frente». Un día más tarde otro parte dice: «Ha desaparecido el soldado Jaime Trepat. Se supone ha pasado al enemigo o desertado del frente».

El informe del Comité Peninsular de la F. A. I. al Pleno del Movimiento Libertario dice en uno de sus párrafos: «Nuestros compañeros tienen la impresión de que no se les atiende, de que se deja libre curso a la política nefasta del Partido Comunista. No se trata de unos cuantos casos, sino de millares y millares de camaradas que confiesan que sienten más temor a ser asesinados por sus adversarios de al lado que ser muertos en lucha con los enemigos de enfrente».

Por lo que al Frente del Este se refiere, los libertarios habían mantenido en él intactas las juventudes Libertarias. Al celebrarse en Valencia el II Congreso de la F. I. J. L. hemos visto asistir a él, como delegados, a los representantes de la 26 y 28 Divisiones. Más tarde, por razones de discreción, las Juventudes Libertarias del Frente del Este tomaron el disfraz del Grupos Culturales Durruti.

El 17 de octubre de 1938 los Grupos Culturales de la 26 División se dirigían al Comité Nacional de la C. N. T. en términos de gran energía:

«El caso de la 153 Brigada es el mas próximo a nosotros... El despotismo de los mandos,  constituidos por los peores elementos; la procaz actividad de los comunistas ha llegado ( ... ) a un extremo intolerable. Se trata de una cuestión de vida o muerte para muchos compañeros, militantes activos de nuestro Movimiento... Las últimas noticias ( ... ) no pueden ser más graves... Los compañeros de la 153 Brigada están dispuestos a vender cara su vida... La causa de los compañeros de la 153 Brigada es nuestra causa, la causa de los libertarios de la 26 División, por lo que significamos la posibilidad de que se vea colmada nuestra paciencia, caso de que a nuestros hermanos de la 153 les ocurra lo que a todos ( ... ) interesa precaver y evitar ... »

La columna anarquista Tierra y Libertad, había sido formada en Cataluña en el otoño de 1936 y había acudido decidida a la defensa de Madrid. Cuando se produjo la militarización, los que resolvieron militarizarse transformaron la columna en 153 Brigada. En septiembre de 1937 la Brigada tomó parte en la ofensiva que conquistó Belchite y puso las fuerzas leales a tiro de cañón de Zaragoza. Al producirse el desastre de Aragón en la primavera de 1938 siguió la misma suerte que la 24 División, que había sido privada de sus mandos. Seguidamente fue agregada a otras Divisiones que tenían mando comunista, hasta caer en la órbita de la 30 División. La jefatura de la Brigada y la mayoría de los mandos fueron alcanzados por la codicia comunista mediante una serie de maniobras cuyo estilo es inconfundible. jefes y oficiales sospechosos de anarquistas eran destituidos, pasaban a la condición de disponibles o eran trasladados a otras unidades en frentes apartados. Bajo diversos pretextos habían sido desposeídos de sus mandos los comandantes Teresa y Leal. Este último había sido el héroe de la delicada operación a través del río Segre, efectuada en agosto de 1938, en apoyo de la ofensiva republicana del sector del Ebro.

En el mes de octubre de este mismo año había sido destituido todo el Estado Mayor de la Brigada a favor de otro Estado Mayor nombrado por el general Sarabia. Algunos de los destituidos fueron destinados a las unidades que estaban librando la feroz batalla del Ebro.

Finalmente ocurrió lo inevitable. Un día apareció asesinado el nuevo comisario de la Brigada. ¿Se trataba de una provocación para justificar nuevas represalias? ¿Fue en verdad un acto desesperado de los anarquistas? Si aceptamos esta segunda hipótesis hemos de convenir que los justicieros sufrieron un error de cálculo, pues el comisario asesinado, al parecer, no tenía cuentas pendientes con ellos.

Lo incuestionable es que el asesinato desencadenó una nueva represión en la que intervinieron hasta los inquisidores del S. I. M. Así fue conquistada definitivamente para el comunismo la 153 Brigada.

Hay que suponer que los libertarios estuvieron siempre lejos de ofrecerse como víctimas resignadas. En el mes de mayo de 1938 las fuerzas de la 26 División estaban terminando, apartadas del frente, su período de reorganización y entrenamiento en vísperas de una importante operación ofensiva. Un día, parte de aquellas fuerzas fueron llamadas a formar en una vasta explanada. Un nuevo jefe de Estado Mayor les sería presentado, Había sido nombrado por el XI Cuerpo de Ejercito y ardía en deseos de revistar a aquella gavilla de anarquistas indisciplinados. El capitán Navarrete, además de rabioso comunista había sido guardia de asalto en los días no tan lejanos de las huelgas e insurrecciones anarquistas. Conservaba, pues, intactos la aprensión y el odio hacia aquellos revoltosos abominables que tanto hilo habían dado a torcer a los guardadores del orden.

La parada quedó reducida a un discurso insultante, en el que tomó a partido el aspecto desgarbado de los soldados, oficiales y jefes. Con grosera altanería prometió a unos y otros emplear todos los medios drásticos para meterles en cintura. Tan destemplada alocución estuvo a punto de suscitar un motín entre aquellos veteranos combatientes, que vieron pronto en las maneras achuladas del capitán Navarrete la cuña del enemigo político.

Pocos días después tronaba el cañón y empezaba la operación ofensiva. Esta abarcaba desde cerca de Lérida a los primeros contrafuertes del Pirineo catalán. La 26 División había sido flanqueada por importantes fuerzas al mando de prestigiosos comunistas, tales como Líster, y Del Barrio. Pero éstos, sobre no avanzar un palmo de terreno sufrieron rudos reveses. Los combatientes anarquistas fueron los únicos en romper el frente enemigo, reconquistar dos pueblos, hacer cerca de un millar de prisioneros y apoderase de un importante botín compuesto de centenares de fusiles, ametralladoras y morteros.

El capitán Navarrete, que no daba crédito a sus ojos, pretendía explicar aquel milagro por su habilidad en haber sabido transformar en héroes a aquellos cobardes indisciplinados. Y aunque trataba de congraciarse no hubo reconciliación posible. Una noche, mientras dormía tranquilamente en su «chavola» 6  tendido sobre los verdes laureles de la victoria, se vio levantado en vilo por la explosión de una bomba. El capitán Navarrete tuvo que ser evacuado, gravemente herido, sin poder saborear su victoria.

6 Especie de choza enterrada que sirve al combatiente de resguardo contra los elementos y para descansar durante la noche.


 

 INDICE DEL LIBRO

ANTERIOR

    SIGUIENTE 

REGRESE A LIBROS