Era
de esperar que, terminada la acción armada en el frente del Ebro, el enemigo
desencadenaría rápidamente una ofensiva de gran envergadura, contra el frente
republicano.
Las
presiones de los países totalitarios que ayudaban a Franco, eran cada día más
ostensibles. Obligaban a este a terminar pronto con la guerra de España. Le
exigían una liquidación de este problema, con arreglo a las imperiosas
necesidades internacionales, ya que la prolongación de la lucha en España,
ante posibles hechos de armas en Europa, podía representar para estos países,
el perder todos los esfuerzos hechos ayudando a los militares sublevados.
Estas presiones eran vistas por el Gobierno de la República, por lo cual, inmediatamente, se dispuso a rehacer convenientemente los Ejércitos de Cataluña, los cuales, debido a la campaña del Ebro, estaban completamente desarticulados. Por este motivo, y también por las fuertes presiones de la opinión pública, que no se recataba en manifestar su desagrado por ver a los Carabineros y Guardias de Asalto paseando por Barcelona y otras ciudades de Cataluña en la misma forma que lo hacían los señoritos del antiguo régimen, se decidió por fin, que dichas fuerzas fueran envidiadas al frente, para nutrir los efectivos del Ejército del Ebro.
El
Ejército del Este permanecía bien organizado. Su nuevo jefe, coronel Perea,
militar pundonoroso, adicto verdaderamente al régimen republicano, con una
trayectoria indiscutible de luchador entre los militares profesionales, fue un
hombre que supo ser justo y ecuánime con las fuerzas que se habían puesto bajo
su mando.
Por
esto, su labor en el Ejército del Este, fue verdaderamente enaltecedora.
Gracias a su actuación, las cuestiones políticas ramplonas, introducidas en la
mayor parte de las Unidades de los demás Ejércitos, no encontraron eco en el
Ejército del Este, ni pudieron desarrollarse, ante el muro de contención que
representaba su nuevo jefe.
Había
especial interés en conseguir que el Ejército del Este pasase a ser como el
del Ebro, un Ejército de Partido.
Parea
no toleró tal cosa, a pesar de la serie de ensayos que se pretendieron hacer,
que si bien no perjudicaron en nada la organización y desarrollo de este Ejército,
no es menos cierto que en diferentes ocasiones, algunos jefes militares de
Grandes Unidades, tuvimos que sufrir la impertinencia, primero de los halagos y
promesas y después de forma más o menos destemplada, la actuación de otros
jefes superiores, que pretendían imprimir en nosotros, el sello de una política
de las que discrepábamos en absoluto.
Y
lo vuelvo a repetir, sino hubiera sido por el freno que representaba el jefe del
Ejército del Este, seguramente habríamos caído en verdaderas luchas
intestinas que hubieran dado por resultado, como siempre ocurría que jefes
prestigiosos del Ejército por no quererse someter a la voluntad de unos "señores"
se hubieran visto relegados al continuo anonimato, a pesar de ser buenos
militares y excelentes antifascistas. No ocurrió nada de esto, afortunadamente,
debido a que en el Ejército del Este, en sus últimos tiempos, no se permitió
semejante cosa por parte de su jefe. Allí no se toleraba otra política que la
verdadera política antifascista, con vistas a liberar España del invasor.
En
estas circunstancias el enemigo planea la gran ofensiva sobre Cataluña.
Contaban indudablemente los invasores, con buenos medios de información y no
ignoraban las circunstancias en que se encontraban los Ejércitos de la zona
oriental.
Sabían
positivamente, que si abocaban sobre Cataluña el grueso de su ejército y todos
los medios combativos de que disponían, ante la imposibilidad con que se
encontraban los Ejércitos de la zona Centro- Sur republicana, de emprender
entonces una acción fuerte, no le sería muy difícil conseguir, en Cataluña
sino la conquista rápida y decisiva, al menos abrir una brecha y poner aún más,
al Ejército de la zona Oriental, en una situación de desigualdad e
inferioridad, que no le permitirá resistir sucesivas y continuadas acciones de
guerra.
Nuestro
servicio de información, acusaba los movimientos del enemigo. Se veía
claramente por ellos, que estaba preparando sus efectivos para una acción de
guerra dentro de un plazo breve. Los servicios del S. I. E. P. (Servicio de
Información Especial Periférico) de Ejército del Este, por medio de los
agentes introducidos en la zona rebelde, informaban también que las fuerzas «nacionalistas»,
se estaban concentrando en grandes cantidades y que la artillería se emplazaba
en diferentes puntos, lo que ya hacía suponer su dirección de ataque. La
información nos advertía, además, que el enemigo había construido, en el
terreno que dominaba, caminos y carreteras que le facilitaban el movimiento del
material pesado y que le permitían transportar fácilmente, grandes
contingentes de personal en vehículos.
Poseyendo
todos estos informes huelga decir que se preveía exactamente por donde y como,
tenía que dar comienzo el ataque enemigo.
Por
indiscreciones del enemigo, se llegó a conocer más. Exactamente, la fecha en
que empezarían su acción ofensiva e incluso el lugar exacto por donde se
desarrollaría el taque de ruptura. Esto facilitó grandemente los preparativos
de defensa.
Al
llegar la fecha señalada, no pudo el enemigo emprender la ofensiva, que con
tanto cuidado preparaba. Un verdadero temporal de lluvias, desencadenando desde
el día anterior, le impidió efectuarlo, retrasándose en unos días su
ofensiva. Esto permitió a las fuerzas de guarnición republicanas del frente
que se sabía sería atacado, fortificar aún más si cabe y colocarse
debidamente en unas condiciones más favorables, para hacer frente debidamente
al enemigo, e impedir que este pudiera conseguir sus propósitos.
Dos días antes de la fecha en que empezó su ataque, la aviación extranjera sobrevoló nuestras posiciones y la retaguardia, sembrando los campos de proclamas, en las que anunciaban que nuestra suerte estaba decidida y que debíamos rendirnos sin condiciones, ya que ellos — los fascistas — sabrían respetar las vidas de todos los que no tuvieran las manos manchadas de sangre.
Al
mismo tiempo que tiraban las proclamas, los aviones de bombardeo lanzaban
intensamente metralla sobre las poblaciones y las vías de comunicación,
sembrando la muerte y la destrucción con el fin de desmoralizar y desarticular
la defensa de nuestra querida Cataluña, tan conocida por sus más encarnizados
enemigos.
Las
fuerzas preparadas para la ofensiva eran, las mejores con que contaba el Ejército
de Franco. Dos Cuerpos de Ejército (el Navarro y el Marroquí) eran los
encargados de emprender la gran ofensiva dentro de un limitado sector del
frente. El frente escogido para la ruptura por el enemigo, comprendía desde el
extremo norte de la Sierra del Monsech, en los lugares conocidos por Cap de
Serra, Mont Repós y la Baronia, continuando por las alturas de estas
formidables montañas hasta buscar la margen izquierda del río Segre, a la
altura de Camarasa, lugar donde se establecía el enlace entre los XI y XVIII
Cuerpos del Ejército del Este. La defensa de este frente, corría a cargo de la
26 División de mi mando.
El
día 23 de diciembre de 1938, principió la ofensiva fascista. Durante largas
horas, doscientas piezas de artillería de diferentes calibres, arrojaron
metralla sobre nuestras posiciones de Mont Repós y Roca Alta. Al propio tiempo,
la aviación de bombardeo ligero, por escuadrillas que se relevan en el aire,
bombardean intensamente nuestras posiciones. Los aviones de caza, entretanto,
ametrallan todas las vías de comunicación, para impedir los movimientos de
nuestras fuerzas.
Para
calcular la intensidad del fuego enemigo, basta decir que, sobre una extensión
de unos dos kilómetros de frente propio, en unas dos horas, el enemigo efectuó
más de diez mil disparos de artillería.
Nuestras
fuerzas, se encuentran colocadas en un alinea de fortificación formidable,
ocupando docenas de nidos de hormigón construidos a prueba de disparos de 15,5
— resistiendo bravamente el fuego enemigo.
No
ocurre lo mismo en otros puntos del frente, en los que fuerzas propias, ocupando
fortificación más simple, a base de trincheras, son batidas y diezmadas hasta
el punto de que, secciones completas de soldados, quedan enterradas en las
propias posiciones.
Al
cesar esta intensa preparación la infantería enemiga avanzada decidida al
asalto de las posiciones. Avanzaba bastante confiada, ya que esperaba que se
opondría una débil resistencia, por suponer que la mayoría de nuestras
fuerzas, estarían destruidas por su mortífero fuego. El principal objetivo de
las fuerzas invasoras, era apoderarse de la s posiciones denominadas de Mont Repós
y Roca Alta, desde las cuales se batía y dominaba un paso conocido por el
nombre de Desfarrador, que era el que pretendían utilizar para infiltrarse a
fondo en nuestra retaguardia.
Las
fuerzas republicanas, esperan impacientes el momento de establecer contacto con
los invasores.
No
obstante con serenidad, esperan que los mismos se coloquen a corta distancia,
abriendo entonces fuego de fusilería. A distancia, se oye el tableteo de las
ametralladoras, que funcionan sin cesar. Por fin el enemigo se repliega
desordenadamente.
La
lucha persiste. La artillería abre fuego nuevamente. Se suceden los combates.
Las bajas causadas al enemigo son considerables, pero, las propias ascienden
también en calidad.
En
la posición de Roca Alta, el incesante fuego de la artillería enemiga, abate a
casi todos sus defensores. Defienden la posición escasos hombres, pero que no
abandonan la lucha en ningún momento.
La
acción del fuego artillero enemigo, es intensa. después de cada intento de
ataque de su infantería, los cañones vomitan la metralla. Los disparos de los
cañones enemigos, llegan a los propios puestos de mando de nuestras fuerzas. Y
en el de una Brigada de la 26 División, causa grandes bajas entre los Oficiales
del Estado Mayor.
La
lucha que ha empezado al amanecer, dura todo el día. A últimas horas de la
tarde el enemigo, vista de que sus progresos en el sector de Roca Alta eran
nulos, se lanza contra las posiciones del Mont Repós, con igual fortuna. Sus
ataques son rechazados plenamente. Consigue ocupar algunas pequeñas posiciones
siendo desalojado de las mismas en los contraataques de las fuerzas
republicanas.
En
el sector sur de la División han sido más afortunadas las armas fascistas.
Después de duros combates, consiguen ocupar las poblaciones de Figuerola de
Meya y Fontlonga. Su preparación artillera sobre estas poblaciones ha sido tan
intensa, que las mismas han quedado reducidas a escombros y ruinas.
En
toda la jornada, a pesar de los esfuerzos empleados, las dos Divisiones
atacantes ( la 1ª
Navarra y la 150 Marroqui) no ha podido conseguirlo gran cosa. En el sector
Norte y Centro de la 26 División han sido batidas completamente y diezmados sus
ejecutivos. En el sector Sur, es el único que ha conseguido una ligera ventaja,
que no recompensa las pérdidas de material y de hombres que se le han
ocasionado.
Durante
varios días, la lucha se sucede sin descanso. Los progresos enemigos, a pesar
de ello, son escasísimos. Por un momento, toda la violencia del combate se
centraliza sobre las posiciones de Mont Repós y Castellá. En el resto del
sector de la 26 División — único sector de todo el frente de Cataluña
afectado hasta aquel entonces por el ataque fascista — se lucha también,
aunque no con la misma dureza. Sobre Mont Repós y Castella, llueve la metralla.
Bombardea la aviación. Ametrallan los cazas intensamente. El enemigo quiere
apoderarse de esta posición ya que así, encontraría el paso franco a
importantes nudos de comunicaciones.
Nuestras
fuerzas, entusiasmadas al ver que consiguen destrozar al enemigo en sus
constantes asaltos les gritan, incitándoles a continuar la lucha. Por su
importancia, merece consignarse que en un instante del combate, al retirarse
desordenadamente las fuerzas "nacionalistas" por la dura resistencia que se
les oponía, su artillería, la del enemigo, disparó sobre ellas, colocando una
cortina de fuego a la retaguardia de los soldados que huían, obligándoles así
— por encontrarse entre dos fuegos — a lanzarse nuevamente al asalto de
nuestras posiciones.
Finalmente,
la presión enemiga en todo el sector, va haciéndose insostenible. Van más de
cuatro días de combates continuos. Por el sector Sur han conseguido ya algunos
progresos y amenaza infiltrarse por el Barranco de Peralba, lo que situaría a
las fuerzas que tan admirablemente defienden el Monsech, en una situación
dificilísima.
La
Superioridad, ordena el repliegue. Y las fuerzas de toda la División, se
repliegan hacia posiciones de segunda línea, tan bien fortificadas como las de
la primera.
La
organización del terreno, en el sector de la 26 División, permite el
establecimiento de líneas, sólidamente fortificadas en profundidad. En una de
estas se situaron las fuerzas de la División, dispuestas a batirse en ella como
habían hecho en la anterior.
Mientras
continúa la dura batalla en el sector Norte de Cataluña, las fuerzas
extranjeras al servicio de los fascistas, compuestas por italianos, alemanes y
grandes contingentes de marroquíes, principian el ataque en el sector Sur,
escogiendo para su avance el frente guarnecido por el XII Cuerpo del Ejército,
partiendo desde la cabeza de puente enemiga sobre el Segre, situada en las
inmediaciones de la Granja del Escarpe. La operación de ruptura fue bastante rápida
y el enemigo, una vez vencida la corta resistencia que se les opuso en la
primera línea, organiza dos Columnas, dirigiéndose la primera hacia
Mont-Blanch y la otra hacia Borjas Blancas.
Las
Columnas italianas — que son las fuerzas extranjeras que predominan en los
primeros momentos, en el sector Sur — cuentan con un material abundantísimo.
En cabeza marchan las tanquetas (italianas también) y la aviación "legionaria" que ametralla y bombardea sin cesar.
Las
fuerzas del XII Cuerpo de Ejército, le oponen a su paso muy escasa resistencia.
Ellos es debido, principalmente, a que las diferentes Unidades de ese Cuerpo de
Ejército, hacía poco habían participado en unas operaciones propias en le río
Segre y estaban, por ello, en condiciones deficientes de organización y
preparación combativa.
Por
otra parte, los dos Cuerpos de Ejército que junto con el XII forman el Ejército
del Ebro (el V° y XV° C. E.) han sido reforzados con el personal de
Carabineros y Guardias de Asalto, gente sin moral combativa, apoltronados de una
vida regalada en retaguardia que no dan ningún rendimiento en las horas
decisivas de los combates.
Además, se colocaron estas fuerzas en unas condiciones estratégicas muy mal calculadas, acercándolas al frente en forma que, cuando menos se espera se encuentran delante el enemigo que avanza. La imprevisión de los Estados Mayores de estos Cuerpos de Ejército, fue evidente. No esperaban que las fuerzas entraran tan rápidamente en contacto con el enemigo. No se previó lo que el enemigo podía progresar por jornadas, después de haber roto el frente.
Este
error de cálculo, se pagó muy caro durante la retirada de las fuerzas del Ejército
del Ebro, ya que estas, después de haber sido desbordadas por el enemigo, se
desmoralizaron y ya no fue posible reagruparlas en los lugares determinados, a
fin de ser empleadas de nuevo como fuerzas combativas. Por el contrario, lo único
que hacían estas fuerzas en su huída desordenada, era desmoralizar y poner en
condiciones desfavorables a cuantas otras encontraban a su paso. Lo mismo sucedía
en el paso por los pueblos, donde la población civil se desmoralizaba
grandemente al ver pasar combatientes, en vergonzosa y desordenada huída.
El
enemigo, que ha logrado profundizar bastante en el sector Sur de Cataluña y que
al mismo tiempo, se encuentra con una dura resistencia por parte de las fuerzas
que defienden el Monsech (sector Norte) pertenecientes al XI Cuerpo de Ejército,
se da cuenta de que su situación es un tanto comprometida, caso de que las
fuerzas republicanas que quedan en la parte Centro maniobrasen, ya que sería
muy fácil cortarles las comunicaciones, en un fuerte ataque por el flanco
izquierdo. Ante ello, deciden realizar un ataque frontal, sobre las fuerzas del
XVIII Cuerpo de Ejército, que defienden el sector del Centro antes mencionado.
Es
indudable que todo este sector, y, sobre todo, la cabeza de puente de Balaguer,
está magnificamente fortificada. Ello hace que los primeros esfuerzos del
enemigo intentando romper este frente, fueran absolutamente infructuosos. Las
posiciones, parecían invulnerables y a pesar de los fuertes ataques, se
mantienen integramente.
En
vista de ello, decide el mando faccioso castigar durante por la acción de la
metralla, estas posiciones. Durante varios días, la artillería no cesa en sus
disparos. La aviación vuela constantemente, sembrando metralla y destrozado las
fortificaciones. Finalmente, las primeras lineas propias, tan duramente
atacadas, ceden al ímpetu del enemigo, el cual una vez rota la línea, toma dos
direcciones de ataque: Una hacia Artesa de Segre y la otra hacia Agramunt.
Como
en otras ocasiones, lo más difícil para el enemigo, ha sido romper la primera
línea. Una vez conseguido, ha avanzado con bastante celeridad.
Si
los mandos republicanos de grandes Unidades no han tenido la precaución de
controlar los movimientos de sus pequeñas Unidades (Compañías y batallones)
la catástrofe es inmediata. Empieza a acudir la desmoralización, con más
facilidad en las Unidades pequeñas que en las grandes. Y si los jefes de estas,
no se preocupan de sujetarlas y encuadrarlas convenientemente, no hay forma
luego de conseguir que las mismas actuen con eficacia en las horas decisivas de
los combates.
En
el Norte, o sea en las posiciones de Monsech, la lucha prosigue con gran dureza.
A pesar de que la aviación enemiga no actua con grandes masas de aparatos, por
ser muy escasos los pueblos que se encuentran en dicha zona y existir muy pocas
vías de comunicación, no cesan por esto los bombardeos en mayor o menor
escala. La infantería, es lanzada constantemente sobre las posiciones, aunque
la misma es batida siempre por las fuerzas que defienden el sector. En cuatro días,
el enemigo tan solamente avanza con una profundidad de cinco kilómetros, sin
haber conseguido colocar en situación difícil a las fuerzas de la 26 División.
El
XI Cuerpo de Ejército, que como todos los Cuerpos de Ejército, contaba con
tres Divisiones, por tener una de ellas, la 30, fuera del sector al empezar el
ataque enemigo, se encontraba en una situación de inferioridad, por lo que se
dispuso que la 34 División, se agregara al mismo. Las fuerzas de esta División,
se iban empleando, a medida que las de la 26 División, iban quedando
debilitadas y desmembradas por sus constantes combates con el enemigo y por las
bajas que sufrian en estas luchas.
El
X° cuerpo de Ejército, tenía una División de reserva, la 31, y su sector no
había sido amenazado aún por el enemigo. Por orden superior, esta División
fue concentrada en el frente correspondiente al XI Cuerpo de Ejército, a fin de
realizar un contraataque que, partiendo del flanco derecho del Montsech,
permitiera a toda la División infiltrarse en el campo enemigo — que era el
que hasta hace poco tiempo, estaba en nuestro poder y guarnecía la 26 División
— consiguiendo así dejar aisladas las fuerzas avanzadas enemigas, que habían
penetrado en este terreno.
Esta
operación, que todos convenían en que daría resultados verdaderamente
satisfactorios, no sabemos por qué motivos, dejó de realizarse.
Vuelve
a nuestra imaginación el eterno interrogante. ¿Por qué al Estado Mayor
Central se ha dedicado siempre a taponar, a contener, y nunca, absolutamente en
ninguna ocasión, a maniobrar? Nosotros tenemos la plena seguridad que, en esa
ocasión, de haberse efectuado la operación prevista, en el momento oportuno
— en la guerra, siempre es necesario esperar el momento oportuno — el avance
enemigo por el sector Norte de Cataluña, hubiera quedado paralizado
inmediatamente. Y además se habría dividido el ejército atacante, pudiendo
apoderarnos de miles de prisioneros así como de cantidad incontable de material
combativo, del que tan escasos estábamos. Era una operación verdaderamente
interesante, que nos habría permitido también reconquistar el terreno perdido
en aquellos días.
En
nuestra guerra, se ha juzgado siempre el movimiento de las pequeñas Unidades.
nunca se ha operado en forma decisiva, contundente. Cuando el caso lo ha
requerido, ha existido siempre una gran falta de decisión en emplear grandes
Unidades completas. El resultado ha sido en todas las ocasiones funesto, ya que
las pequeñas Unidades, trasladadas de un sitio a otro, en los momentos de
verdadera gravedad no han dado, ni podían dar, resultados positivos. Eran
fuerzas que cambiaban de mando superior en momentos difíciles y sobre todo, se
las empleaba para taponar brechas abiertas por el enemigo, lo que equivalía a
decir que tenían que batirse con fuerzas bien preparadas, articuladas y en
condiciones de arrollar los obstáculos que se oponían a su paso.
Lo
dicho. El movimiento a base de pequeñas Unidades, no daba ningún resultado.
Primeramente, por que estas rendían mucho menos, alejadas de su Brigada o de su
Dimisión y, también, por que se desarticulaba a las grandes Unidades, que veían
como iban reduciéndoles sus efectivos, con el continuo traslado de un Batallón
a determinado sector y de otro a sector a lo mejor diferente.
La
lucha en la parte Norte, se prolonga días y días. El enemigo no consigue sus
propósitos. El avance por el Monsech, no es superior a un kilómetro por día aún
esto, a cambio de muchas bajas y a costa de grandes preparaciones artilleras. No
recompensa este avance, el esfuerzo que tiene que realizar.
Su
atención primitiva consistía en apoderarse del importante nudo de
comunicaciones de Artesa de Segre rápidamente, en una infiltración por el
sector de Monsech. La resistencia que se le opone, dificulta la consecución de
sus planes. En cambio, va a conseguir este mismo objetivo sin tanto esfuerzo, ya
que sus fuerzas que avanzan por el sector Centro de Cataluña, no encuentran
gran resistencia, lo que les permite irse situando cerca de dicha población, la
cual está ya en inminente peligro de caer en sus manos.
A
pesar de ello, las fuerzas del Monsech resisten aún. Situadas a bastantes kilómetros
a vanguardia de Artesa, a pesar de la formidable presión del enemigo, no
abandonan las posiciones, más que después de muchos intentos de éste y en la
proporción señalada de un kilómetro diario.
Las
noticias que se tienen del sector Sur, son verdaderamente desconsoladoras. Las
fuerzas italianas, que en ningún frente cuando han actuado solas, han
conseguido el menor éxito, porque son aún más cobardes que jactanciosas, por
este sector consiguen avanzar fácilmente, poniendo en vergonzosa huida al Ejército
del Ebro.
Todo
hace prever que algunos sectores no atacados, como son los del 24 Cuerpo del Ejército,
que se encuentra cubriendo línea de la orilla del río Ebro, hasta Tortosa,
quedarán en una situación más que difícil: angustiosísima. De continuar el
avance enemigo con tanta facilidad, las fuerzas — por ejemplo — de la 24
División, que se encuentra allí, no podrán moverse, ya que estarán cercadas
completamente ó tendrán que efectuar una retirada desordenada.
Los
invasores avanzan. Toman Montblanch y desde allí, se dirigen unos hacia Tárrega
con el fin de cortar la carretera general de Lérida-Barcelona y los otros hacia
Valls, amenazando con ello tomar Tarragona, dejando cercadas todas las fuerzas
que aún guarnecen la orilla del río Ebro.
Así
sucede finalmente, viéndose obligada la 24 División, como se preveía, a
replegarse a marchas forzadas. Muchos soldados, caen en poder del enemigo.
Incluso algún estado mayor de Brigada, no pudiendo ya retirarse, fue hecho
prisionero por las fuerzas invasoras.
De
esta forma, casi sin lucha, el enemigo toma Valls, Reus, Tarragona y la mayoría
de los pueblos de aquella comarca.
A
pesar de que el enemigo ha concentrado lo mejor de su material sobre el frente
Sur de Cataluña, no es menos cierto que es comprensible, de ninguna forma, que
el Ejército del Ebro entre enseguida en franca desbandada. Pero los progresos
del enemigo por la provincia de Tarragona y la toma de esta importante capital,
no demuestran otra cosa.
Por
poca resistencia que se hubiera opuesto a su avance, es indudable que no hubiera
podido proseguir de una forma tan rápida su marcha, que en ciertos momentos,
llega a mas de diez kilómetros en un solo día. Eso demuestra que las fuerzas
del Ebro, no tenían previstas líneas de resistencia en continuidad y, por lo
tanto, sus Estados Mayores, no habían organizado en profundidad su dispositivo,
con vistas a la eventualidad de una ruptura del frente.
Cabe
suponer que el enemigo en avance continuado sobre los pueblos de la provincia de
Tarragona, no tuvo apenas bajas y que su Ejército no se desgastó lo más mínimo,
hasta el extremo de que, según dicen los propios informes del E. M.
republicano, las tropas franquistas entraban en la histórica ciudad de
Tarragona dos días después de haber sido esta abandonada por las fuerzas que
la guarnecían y que indudablemente, tenían el deber y la misión concreta de
defenderla a toda costa contra el enemigo.
Una
vez Tarragona en poder de la reacción, era lógico suponer que el Estado
Central tendría prevista una línea de resistencia, a una distancia prudencial,
para aprestarse con todas las consecuencias, a la defensa de Barcelona. Pero no
fue así, aunque cabía esperar que el enemigo, teniendo en su poder las
importantes carreteras y líneas de ferrocarril que unen Barcelona con
Tarragona, intentaría inmediatamente caer sobre la ciudad condal, que era una
de sus prendas más codiciadas, por representar ésta la llave del mantenimiento
o la caída de todo el frente de Cataluña.
Mientras
tanto, la población civil de Barcelona, vivía confinada y no se daba cuenta
del peligro que representaba la campaña del enemigo en el frente de Cataluña.
Y no se daba cuenta porque, cuando la anterior ofensiva enemiga en el frente de
Aragón, el pánico en Barcelona fue tan grande, en todas las capas de la opinión
pública, que temían que detrás de Aragón, caería toda Cataluña en poder de
la reacción. Pareció entonces un milagro lo que se hizo, consiguiendo contener
al enemigo a lo largo del río Segre cuando ya la desmoralización había hecho
mella en todos los pueblos y ciudades de Cataluña y, también, el desconcierto
y el pánico llegaba a los propios organismos oficiales. Por esto, Barcelona vivía
tranquila y confiada, quizás, en la repetición del "milagro". No hacían
nada los confiados habitantes de Barcelona, para defender la capital. Esperaban,
no sabemos qué, en lugar de aprestarse, con todos sus esfuerzos, para
defenderse y derrotar al enemigo, aunque fuera a sus propias puertas, como lo
habían hecho antes la invicta capital de España, que el momento de peligro,
supo superarse y hacer frente al invasor, combatirlo, detenerlo, derrotarle
inclusive e impedir que sus plantas nauseabundas, pisaran las hermosas calles de
Madrid.
Cuando
pensamos en esto, una vez más se graba en nuestra mente, el doloroso recuerdo
de que la retaguardia no vivía ni latía al unísono con los frentes. En el
frente, se conocía el peligro porque se veía, se vivía a cada instante. Se
contemplaba allí con dolor, lo que ocurría en ciertos sectores y veía que el
peligro, iba aumentando cada día, a medida que se desarrollaban los
acontecimientos y comprendía que el cerco de Barcelona, se estrechaban y que,
poco a poco, la hermosa capital, se encontraría ante el monstruo de la invasión,
completamente indefensa y sin unas fortificaciones que le permitieran vivir, en
una vida azarosa si se quiere, aunque fuera en constante peligro, ya que al
peligro estaban acostumbrados sus habitantes, tan castigados por los bombardeos
que, no les impedían continuar trabajando.
El
Derecho de Movilización General, dictado por el Gobierno, así como el de
Declaración del Estado de guerra, fueron excesivamente tardios para que
tuvieran una eficacia positiva y consiguieran solucionar un problema tan
voluminoso, como el que se planteó en Cataluña ente la impetuosa ofensiva
enemiga.
Como
siempre, las cosas no se tenían previstas y las soluciones "heróicas",
llegaban con un retraso tal, que cuando tenían que ponerse en práctica, para
demostrar su efectividad, la parte negativa de las mismas salía a flote y los
fracasos se continuaban.
Era
una trayectoria tortuosa de sistema de Gobierno, que indudablemente solo nos podía
conducir a un fin catastrófico.
El
peligro, que no se veía o no se quería ver desde lejos, se aproximaba a pasos
de gigante. Pero la gran ciudad catalana, aún permanecía confiada.
El
Ejército del Ebro, va corriendo desmoralizado hacia Barcelona, creyendo quizás
que allí encontraría el refugio y la salvación, que no sabía encontrar en el
campo que iba invadiendo el enemigo.
A
su paso, desmoralizaba a toda la población de los pueblos que atravesaban en su
veloz carrera.
En aquellos días se publicaron en toda la prensa de Barcelona unos acuerdos del Gobierno de la República. Se dice en uno de ellos que el Gobierno permanece en Barcelona y que la capital catalana será defendida contra todo y contra todos.
Se dictan, incluso, unas normas de fortificación. Pero mientras se publica todo esto, casi al mismo tiempo, desaparece el Gobierno de la República de la capital catalana, como por encanto, y se traslada a Gerona. ¡La influencia de la frontera ...
No
se le ocurrió al gobierno, trasladarse a la zona central de España, donde podría
funcionar con más libertad. No supo prever la desmoralización que causaría,
el ver que los representantes, los que regían los destinos de toda la nación,
se iban aproximando también hacia esa frontera que atraía a los soldados
desmoralizados.
Excuso
decir el mal efecto que causó en la opinión en general. Cuando esta conoció
la huída, también vergonzosa después de lo que se había dicho, del Gobierno
de la República el pánico se apoderó de todos. Principalmente en los centros
oficiales. Solo se buscaba la forma de marchar, lo más rápidamente posible. Se
buscan los medios para hacerlo. Y los coches que salen de Barcelona son
incontables ...
No
queda ya nadie de los Centros Oficiales. El Gobierno de la Generalidad de Cataluña,
ha abandonado también Barcelona, para situarse "estratégicamente" en
Figueras.
Nadie
pensó ni se preocupó de los más interesante. defender Barcelona.
En
estas condiciones, queda Barcelona, el verdadero nervio vital del frente catalán,
y los hombres del frente, los hombres que luchan y se baten, pegados al terreno
contemplan desconsolados, como iban cayendo los pueblos catalanes en poder del
enemigo.
Se
seguía el curso de las operaciones — no ya por los partes oficiales, que
ocultaban la verdad — por todos los medios. Se sabía que iban cayendo los
pueblos. Vendrell, Villanueva y Geltrú, Sitges, etc. Nadie podía explicarse
por qué no se defendían las fuerzas republicanas en las famosas Cuestas de
Garraf, que tan fácilmente podían haberse utilizando para una resistencia
seria. Nadie se explica todo esto. Solo se sabe que los soldados republicanos,
llegan a Barcelona y sin detenerse la rebasan,. Que las "aguerridas" fuerzas
de carabineros y guardias de asalto, hacen lo mismo.
Queda
sola Barcelona. El baluarte de Cataluña no ha podido ser defendido.
Sin
lucha, sin resistencia pueden ultrajar con sus pisadas las hordas invasoras, el
suelo de la gran urbe. La terrible noticia, llegan a los frentes y causa más daño
que la metralla del enemigo a diario.
La
caída de Barcelona, influyó poderosamente en los combatientes de la zona Norte
y Centro de Cataluña. Estos, que no la esperaban tan rápida, por el contrario,
creían que en Barcelona habría de dejar el enemigo lo mejor de su tropas
mercenarias, que estaban convencidos que la capital catalana se defendería
rabiosamente, al enterarse de la caída vertical de la misma, sin que la
defienda nadie, se desesperan. No pueden comprender como ha sido posible, que
entre los cientos de miles de hombres, aptos para empuñar las armas, no hayan
salido un número suficiente de éstos, para aprestarse a la defensa.
Seguramente
que en otro país, la caída de una capital como Barcelona, hubiera sido lo
suficiente para que los defensores de la libertad, se hubieran desentendidos
completamente de las cuestiones de la guerra y dejasen libre el campo en manos
del enemigo. Pero el frente catalán que lucha, pasados los primeros momentos,
los ánimos se rehicieron y los hombres, que en las trincheras defendían la
tierra catalana palmo a palmo, quisieron dar un ejemplo, una lección a los
cobardes que habían huido de Barcelona, con la intención de ganar lo antes
posible, la distancia que los separaba de la frontera.
El
ejemplo, lo dieron estos combatientes luchando con más ahinco, contra las
hordas mercenarias, batiéndose como se baten los bravos, los hombres, los que
no tienen intereses creados y por lo tanto, no pretenden salvarlos a toda prisa.
No terminó la lucha, con la caída de Barcelona.
En
la parte Norte y Centro de Cataluña, continúan los combates. la lucha es más
encarnizada a diario. Avanzaba el enemigo pero ¿a costa de qué? de los más
tremendos sacrificios y del derroche cuantioso de su material bélico.
Basta
solo constatar lo que sucede en el sector Norte. La 26 División, que ha venido
combatiendo durante diez y seis días, sin tregua ni descanso, ha cruzado el río
Segre, llegando a Artesa de Segre. Un repliegue ordenadísimo, en el que no se
pierde ni un solo hombre, ni un solo fusil. Después de 16 días de lucha, el
enemigo solo ha conseguido avanzar al promedio de un kilómetro diario. La 31
División, releva a la 26 en su puesto de honor. Estaba esta, bastante diezmada
por las grandes bajas sufridas en los combates.
Se bate briosamente la 31 División. Sus fuerzas, bien organizadas y con moral elevadísima se enfrentan a diario contra el enemigo y en las continuas embestidas de los fascistas, se veía a estos morder el polvo de la derrota una y otra vez, imposibilitándoles el avance rápido, que les permitiera la acción que desarrollaban en el Sur donde sin resistencia, avanzaban a marchas forzadas.
Así
solamente, puede explicarse que en el Norte de Cataluña, se mantengan aún en
poder de la República los pueblos de Pons, Sanahuja, Calaf y tantos otros,
cercanos al frente, y que en cambio, por la parte baja, el enemigo ya se haya
situado a la retaguardia de los mismos, tomando la ciudad de Igualada. Allí se
les daba toda clase de facilidades para que avanzara lo que quisiera
En
el sector del XVIII Cuerpo de Ejército, también se luchaba, también se resistía
y combatía con entereza. Los escasos medios de defensa con que contaban en
aquel sector, se empleaban debidamente para cerrar el paso al invasor. Solo
después que este, ante la resistencia que se le oponía, empleó a fondo
grandes masas de aviación, que diezman las filas de las Divisiones que componían
aquel cuerpo de Ejército, solo después de incontables preparaciones artilleras
y de emplear en gran cantidad los tanques, consiguen avanzar.
En
concreto, es obligatorio decirlo con claridad y sinceridad. El Ejército del
Este, sin excepciones, fue el único Ejército que en Cataluña, combatió sin
descanso. E incluso — después se ha podido comprobar esto — obligó al
enemigo a modificar sus planes de ataque, por ejes distintos a los que había
escogido.
Solo
en el Sur, por donde operan las fuerzas más flojas y menos aguerridas del
enemigo — compuestas como hemos dicho, en su mayoría por los "bufones" de
Mussolini — se pierde el terreno sin lucha, conquistando rápidamente el
enemigo, no solo lo que esperaba, sino aún más de lo que pretendía alcanzar
al empezar las operaciones.
El
Ejército del Ebro, aquel Ejército de que tanto se había hablado, que había
sido tan jaleado, y que se veía envuelto por la polvareda de un "bluff" de
partido, demostró y desde el principio de las operaciones no solamente que no
estaba a la altura de las circunstancias por la falta de encuadernamiento y espíritu
de combatividad de sus hombre, sino que incluso sus Estados Mayores, sus mandos
no respondían en cada a las necesidades de la guerra. Hay momentos en que las
situaciones difíciles se salvan, más que por la inteligencia de los mandos,
por el arrojo y la valentía de los mismos. No quiere decir esto, que la misión
de los mandos sea colocarse en la trinchera, como meros combatientes. No. Pero
muchas veces es preciso, es imprescindiblemente necesario, que ante la realidad
de los hechos que se desarrollan en el campo de batalla, los mandos den la cara,
se multipliquen, y que demuestren a los hombres que tienen a sus ordenes que, a
pesar de su situación más o menos previlegiada en la campaña, saben dar la
cara y estar dispuestos al más grande de los sacrificios, como es el de perder
la vida junto a ellos. Así se consigue que, los que conviven alrededor de los
mandos, se claven al terreno y lo defiendan furiosamente, sin temor a la muerte.
Si
antes de la caída de Barcelona, ya no daba fe de vida el Estado Mayor Central,
ni el de la Agrupación de Ejércitos, después de haberse perdido la capital,
fue mucho peor. Ya no solamente no se sabía donde estaba, sino que a veces,
incluso, se desconocía el paradero de los puestos de mando de Cuerpos de
Ejercito, yendo los mandos de los mismos, completamente sin cohesión y a salto
de mata por todas partes. No era posible localizarlos, para entenderse con
ellos.
El
Estado Mayor Central, que funcionaba junto con el Gobierno, no decía nada. del
Gobierno, solo se conocían los consabidos términos del Parte Oficial, que se
publicaba con setenta y dos horas de retraso, pretendiendo esconder la verdad
que ya era público. Fuera de esto, no se sabía nada más de los que tenían la
obligación de orientar y ordenar lo que había de hacerse en todo el frente de
Cataluña.
El
presidente Negrín, que tanto hablaba y tanto decía, cuando se trató de
someter a la retaguardia y a los frentes a su voluntad personal, tampoco decía
nada desde Gerona, donde dicen que se encontraba, junto con el Gobierno de la
República Española. Solo al cabo de algunos días, se decide a dar señales de
vida. Habla en los momentos en que la situación es más desesperada y más difícil.
Pronuncia un discurso. Uno de sus discursos. Dijo que se ha conseguido
establecer una línea en el sector Sur, frente a la provincia de Gerona, para
defender este territorio a toda costa. Que han llegado fuerzas de la zona
Centro-Sur por mar. Que nuestra escuadra, ha realizado una gesta inmensa con
ello. Nos vuelve a salir con el famoso motivo del "resistir".
Nosotros,
que sabíamos que lo que no hacían falta en Cataluña eran más fuerzas ni
material, ya que habían hombres suficientes para defender el reducido frente,
que cada día se estrechaba más, pensamos que a Negrín le ocurriría lo mismo
que en Barcelona. Que al propio tiempo que hace manifestaciones públicas,
incitando a la resistencia, preparaba sus maletas para salir hacia Figueras,
para acercarse a la frontera.
Así
ocurre, en este caso. Negrín dice que se va a establecer línea, Y las fuerzas
que están cerca de él, ni los jefes "prestigiosos" que le rodean no hacen
nada para la defensa de Cataluña ni para confirmar las palabras pronunciadas
por el Jefe del Gobierno.
La
realidad es dura y cruda. En el sector Sur, no hay línea ni hay nada. Solo
existen unos hombres desmoralizados, que huyen. Junto con estos hombres, con
estos soldados, va mezclada la población civil, formando inmensas caravanas,
que utilizando los más diversos medios de locomoción, hasta a pie, se acercan
a la frontera. Todo se ha hundido, en este sector del frente catalán.
En
el Sector Norte, el enemigo no ataca. Las fuerzas republicanas, mantienen allí
las posiciones sin acciones de guerra fuertes, obliguen a que las reseñemos.
Un
solo sector de Cataluña, sigue combatiendo a diario. El de la parte Centro. Las
fuerzas que lo defienden, están en contacto diario con enemigo, dificultando su
progreso, pero abatidas por la superioridad numérica del mismo y, sobre todo,
por el avance que está realizando el invasor por el Sur tienen que ir cediendo
posiciones. se van situando las fuerzas enemigas. Toman Manresa, Suria, Vich,
Berga y otras importantes poblaciones, amenazando cortar por la retaguardia, la
única vía de comunicación que resta a las fuerzas del sector Norte, las
cuales, sin combatir intensamente tienen también que ceder posiciones, ante
este peligro, e irse replegando por la carretera de Lérida a Puigcerdá a
medida que avanza el enemigo por su flanco izquierdo.
Cuando
las fuerzas de la invasión, consiguen llegar a las inmediaciones de Ripoll,
cesa por este sector su brioso ataque, dedicándose a proseguir su marcha
triunfal por parte Sur. Cae Palafrugell, Gerona y varios pueblos de la comarca
sin lucha, como siempre. Desaparece otra vez el Gobierno. La esperanza de
defender una determinada zona de Cataluña, desaparece por completo, ya que la
anunciada "línea de resistencia" del Dr. Negrín, resulta un hecho fallido
y por tanto, no se puede hablar de establecer líneas defensivas.
las
fuerzas que debían haber defendido este territorio, han preferido continuar su
marcha, marcha veloz, hacia la frontera. Ya se conoce la noticia que el Gobierno
en peso, se ha situado tranquilamente en París. Se dice que allí se encuentran
también el Presidente de la República Española,. Que el Gobierno de la
Generalidad de Cataluña, está en tierras francesas. Y que están allí todos
los elementos significativos de partidos políticos y organizaciones obreras.
Ya
la marcha hacia la frontera de todo el personal de la zona Sur, es irresistible.
Sin trabas y sin que nadie les ponga impedimento, se ven las carreteras llenas
de hombres robustos, que arrojan sus armas al suelo, entremezclados con los niños,
mujeres y ancianos que, horrorizados, marchan también del suelo patrio, en
tromba hacia la frontera de la República francesa. Por Port-Bou y la Junquera,
al atraviesan en desorden, sin control. sin mandos, que han abandonado ya a las
fuerzas para pasar antes. Así se desplomó todo el frente Sur de Cataluña. Sin
que en el mismo, se hubiera opuesto resistencia seria en ningún momento a los
invasores. Estos tranquilamente, llegan hasta la frontera y ocupan todo el
mencionado sector catalán.
Quedan
todavía hombres en Cataluña, dispuestos a resistir. Son los que combaten por
el sector Centro que a la altura de Camprondón, resisten los impetuosos ataques
del enemigo. Son los del sector Norte, que a pesar de haber tenido más remedio
para replegarse hacia Puigcerdá, se mantienen allí emplazados, sin intentar
atravesar la frontera que está ante ellos.
Es
indudable que se habría podido pretender, en el sector Norte de Cataluña, el
establecimiento de una línea más o menos resistente, que no hubiera permitido
al enemigo romperla sino a base de grandes esfuerzos. Se intentó esto por parte
del X° Cuerpo de Ejército y por la División 26 de mi mando. Pero ya no era
posible esta solución. ¿Quién era capaz de decir a los hombres, que luchaban
sin descanso, a esos voluntarios, en su mayoría del primer día, que solo habían
cedido el terreno ante la superioridad de las armas, que era necesario resistir
más? Si desde parís, por voces oficiosas de nuestro Gobierno, se hablaba ya de
una rendición de toda la España Republicana. ¿Podía exigírseles este
sacrificio que seguramente sería estéril? No Y la frontera de Puigcerdá, que
habían permanecido cerrada es abierta para el paso de la población civil.
Perfectamente
organizados, salen desde Puigcerdá los miles de refugiados, en dirección a
Francia. entran por Bourg-Madame y La tour de Carol. Mujeres, niños, ancianos e
inválidos, entran en Francia. Es la población civil, que refiere abandonar la
patria, antes que verse sometida a la esclavitud de un régimen fascista, que
había triunfado no por el derecho, sino por la fuerza de las armas extranjeras.
En
este sector Norte — incomunicado con el Centro por la toma de Ripoll por el
enemigo — ya no hay municiones de artillería. El mando del Cuerpo de Ejército,
dispone que estas fuerzas, que han quedado desarmadas por falta de munición,
pasen la frontera. Fueron las primeras fuerzas republicanas de este sector, que
la pasaron. Pudimos contemplar como los artilleros, perfectamente formados, con
sus piezas, abandonaban las tierras catalanas, para situarse en las francesas.
Podríamos describir aquí escenas verdaderamente conmovedoras. Preferimos
omitirlas, por que nos resulta dolorosísimo el recordarlas. Solo diremos que se
veían pasar a hombres, que hacía dos años y medio luchaban en el campo de
batalla, que no habían desfallecido en los momentos de más peligro para su
propia vida, que miraban llorando la línea invisible de la frontera, sin
atreverse a dar el paso decisivo, que les había de colocar a cubierto del
invasor.
Después
de esto, la resistencia del sector Norte, está terminada. Es imposible
continuar. Sin artillería, con la perspectiva de un ataque enemigo de frente y
flanco, no contándose con el necesario material, la resistencia hubiera
resultado imposible.
Recibí
la orden. La traslado a todas mis fuerzas — es la última orden que he dado en
España — disponiendo se concentren y pasen ordenadamente la frontera.
El
día anterior, la habían pasado ya el personal no combatiente. El de los
servicios de Ingenieros, Sanidad, Intendencia, etc. etc. del X° Cuerpo de Ejército.
Así
fue como, el día 10 de Febrero de 1939, las fuerzas del X° Cuerpo de Ejército,
las que quedaban en el sector Norte de Cataluña abandonan el suelo de la Madre
Patria. Entre ellas, van las de mi querida División, la 26. desfilan formadas,
por Compañías y por Batallones, con sus mandos.
Atraviesan
la frontera catalana por cuatro puntos simultáneamente: Por Bourg-Madame, por
la Tour de Carol, por Oseja y por el puente internacional de Livia.
Allí
nos encontramos. el mando del X° C. E. y de la 26 División, junto con sus
respectivos Estados Mayores, seguían con la vista, desde tierras españolas, el
paso de los soldados, de aquellos bravos combatientes, que no habían nunca
cedido el terreno sin luchar duramente, y los veíamos internarse en las tierras
de la República Francesa.
Pasaron
todos, en orden perfecto. detrás de ellos cruzamos nosotros también aquel simbólico
puente internacional, que divide Cataluña con Francia. En el puente, a nuestro
paso, una Sección de soldados franceses, nos presenta armas y nos rinde
honores. Los recojo ahora, porque representaban algo sublime. No eran unos
honores dedicados a unos mandos de mayor o menor categoría. Eran los que se
dedicaban a todas nuestras fuerzas, los honores que se rendían, si se quiere a
unos vencidos, á unos derrotados. Pero representaban el símbolo del respeto
que merecían nuestros hombres, que defendiendo un ideal sin descanso, hacia
cerca de tres años combatían en las trincheras, dejando enterrados en el suelo
de España, miles de compañeros, de amigos y de hermanos.
Al
día siguiente, por el sector de Camprodón, pasan a Francia también las
fuerzas de la parte central de Cataluña.
Así
termino la defensa de Cataluña, que representaba la defensa de la República
española. Con notas emocionantes, que dieron los hombres que en realidad la habían
defendido. y con el gesto bufo, del pánico de los que cobardemente, la
abandonaron a su suerte, muchos días antes.
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