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CAPITULO XI

 

LOS SUCESOS DE MAYO EN CATALUÑA

 

Debido a la conducta que viene observando el Partido Comunista, se respira, un ambiente muy raro en todas partes. En Cataluña, los comunistas habían conseguido, conquistarse la antipatía de todos los que, incondicionalmente, no se habían entregado en brazos del Partido importado. En éste, figuran hombres como Comorera, de dudosa procedencia y que destila en todas sus manifestaciones, bilis a grandes dosis. Incluso. se permitió decir públicamente, que los milicianos de los primeros días, los que salieron de Barcelona, dispuestas a morir en la lucha, los que en sus prisas por detener el enemigo, no vacilaron en recurrir a los medios más rápidos de transporte, camiones, trenes, etc., eran una pandilla de tribus, desalmadas y poco. menos que enemigas del régimen republicano. Esto causa una dolorosa impresión en el frente. Si no hubiera sido por que los hombres de las trincheras eran más conscientes que el factotum del P.S.U.C. (Partit Socialista Unificat de Catalunya) -nombre que toma en Cataluña el Partido Comunista se habrían, alzado en airada protesta y quizás le hubieran hecho sentir el peso de la justicia popular.

Por otra parte, en general, en retaguardia, las cosas no marchan como en los primeros días del Movimiento. Los hombres que desempeñan cargos en las organizaciones sindicales y en los partidos, solo. se preocupan de cuestiones políticas. De esa política baja, desprovista de todo sentido constructivo y de soluciones prácticas.

Esto es debido a la natural posición de contrapartida de los elementos comunistas; en realidad, la actitud confusa de los demás, no supera, ni mucho menos, la torcida trayectoria del P.S.U.C. en Cataluña ni del Partido Comunista, en el resto de España.

Se ha operado un viraje desconsolador. Los obreros ya no piensan, como en los primeros días, en trabajar largas jornadas para ayudar al frente. Solo piensan en trabajar lo menos posible y en cobrar también el jornal más elevado posible. Esto contribuye a una situación decadente, en sentido general. Hay fábricas y empresas que no trabajan, que no producen nada absolutamente. Pero los Comités de Empresa o de Control de las mismas, imponen el pago a los obreros meses y meses. Mientras tanto no se piensa en otra cosa que en el jornal semanal. Se pignora la maquinaria. Se hunde la economía. Pero ni por un momento, se piensa en hacer producir estas fábricas y talleres, que son un lastre terrible. En adaptar las industrias a fines prácticos para la guerra.

Impera solo un egoísmo. una gran comodidad. El precio de los artículos, sube cada día. Ya solo pueden vivir los que perciben elevados sueldos. Los que están bien situados, en cargos del Estado o de la Generalidad y en el Ejército. Los que tienen familiares en Aviación o Intendencia Militar. En fin, todos aquellos que, más de cerca o de lejos, administran al erario público y las subsistencias en general.

Mientras tanto, los desgraciados de siempre. Los que no tienen a nadie qué les pueda favorecer, pasan hambre. Viven miserablemente. Escasea ya la comida. Y reina en millares de hogares el descontento.

Las organizaciones obreras y partidos políticos, no dan solución práctica a los graves problemas planteados en retaguardia.  

Conviene señalar que tanto en Cataluña como en Aragón, Levante y en la mayoría de los pueblos campesinos, contrariamente a la desorientación reinante en las grandes capitales, en la parte constructiva de la revolución, se imponía el buen sentido y se constituían infinidad de Colectividades campesinas que lograron reagrupar en diversos lugares a la casi totalidad de los productores del campo. Se construyen granjas agrícolas, de incalculable valor e importancia. Se logra en sentido general, una superproducción, que se pone toda a disposición de los organismos del Estado y gracias a ella, se consigue, por espacio de mucho tiempo, equilibrar el suministro de los frentes.

Las organizaciones sindicales y partidos políticos, no dan solución práctica a los problemas que re plantean en retaguardia. En las ciudades, no se solucionan las cosas. Los afiliados se sienten cada día más desligados. Han dejado a la multitud abandonada a su propia suerte.

Vemos como, entre la miseria de millares de ciudadanos, nacen los nuevos "señoritos", miserables de antes del movimiento, que se pasean por las calles cogidos del brazo de múltiples queridas, haciendo grandes ostentaciones de su bienestar, escarneciendo las miserias y las necesidades de todo un pueblo.

En este plan, se desarrollan los acontecimientos en la retaguardia. Por eso los hombres del frente, cuando llegan a la ciudad, en sus escasos permisos y contemplan este cuadro desconsolador, vuelven inmediatamente al frente los unos, asqueados e dignados, y otros se quedan en retaguardia, ya que creen que no vale la pena morir en las trincheras, para mantener en las ciudades a tantos zánganos, y a tantos granujas.

De esta dura diatriba, no puede escapar nadie. Es una verdad demasiado dura, pero al fin y al cabo, es una verdad que no puede ocultare a nadie, aunque tenga la virtud de rozar a muchos y entre ellos se encuentran algunos que mas o menos se crean limpios de toda culpa. Conste que tal como escribo estas letras, mordiéndome el corazón por estos recuerdos, piensan o pensaban igual los soldadas del frente. Es indudablemente, la voz del frente la que habla aquí.

Los que hemos vivido siempre en el frente, junto con los soldados, junto a los compañeros que luchaban con fe, tenemos que declarar que, en esta contienda, han sido ellas los únicos dignos de toda estima y de toda consideración. (Lo hemos dado todo en bien de la causa del pueblo).

No es de extrañar pues, que en este ambiente ocurriera algo anormal. Más que una cosa de principio, era ya de malestar, de descontento, de fastidio. Los unos, porque no podían llegar a más aspirando a ello. Los otros, porque vivían mal, porque estaban abandonados. Es un malestar que va naciendo de la provocación constante y de la inconsciencia.

El Partido Comunista escoje su primera víctima. Hace incapié de este malestar, para convertirlo en un arma de partido. Es el P.O.U.M. (Partido Obrero de Unificación Marxista) el predestinado. Se aprovecha como primer motivo la actuación, más o menos reprobada -y hay que reconocer que lo era más que menos- del P.O.U.M. El Partido Comunista oficial, no podía permitir que otros elementos se llamasen también comunistas. Que les hicieran sombra. Que les minaran el terreno. Esto, para ellos, representaba, a la larga, un peligro.

Aprovechando uno de los muchos desaciertos del P.O.U.M. arremetieron contra este de una forma pública, parcial y despiadada; sus hombres, perseguidos encarnizadamente. No trato de justificarlos, pero si puedo disculparlos, ya que no fueron los hombres del P.O.U.M., precisamente, los responsables en su integridad, de las torcidas interpretaciones y desarrollo del conjunto general de las cosas, en retaguardia.

El Partido Comunista, declaró la guerra a muerte a sus hermanos gemelos, los comunistas del P.O.U.M. y la lucha se llevó a cabo con ensañamiento; se cometió contra estos, verdaderos atropellos e incalificables barbaridades. Muchos fueron los que desaparecieron, como por arte de magia. Y no fue menor el número de los entregados a los Tribunales, tildándoles de fascistas, de enemigos del régimen, cuando en realidad, no eran otra cosa que comunistas, llenos de errores si se quiere, pero que no se sometían a la disciplina de Moscú.

Y es que los elementos del Partido, tenían como lema el "calumnia, calumnia, que algo queda".

Como no le era posible, al Partido Comunista, hacer con los partidos políticos y con las organizaciones sindicales, lo que empezaba a poner en práctica contra el P.O.U.M., y menos en Cataluña, donde la Esquerra Republicana y la C.N.T. (Confederación Nacional del Trabajo) eran mayoritarias y mantenían unas posiciones mucho más sólidas que el P.S.U.C. (nombre del partido comunista en Cataluña) se intentó por todos los medios, desprestigiar al movimiento libertario y presentarlo frente a la opinión, como un movimiento de desorden; para conseguir tal cosa, les era necesario inventar algo, algo que a los ojos del mundo, pudiera parecer una realidad, una confirmación de lo que por medio de su prensa, iba diciendo.

Para conseguir esto, no se repara en medios. Y se recurre a la provocación.

En el edificio de la Teléfonica de Barcelona, existía un Comité de Control Obrero, que regulaba las funciones técnicas.

Este Comité, estaba integrado por trabajadores afiliados a la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.) y a la Unión General de Trabajadores (U.G.T.). Contaba con la confianza de ambas centrales sindicales. Su actuación, no perturbaba para nada la marcha de los servicios, antes al contrario, los mejoraba en gran manera.

Esto, que es la cosa más natural, irritaba a los señores del Partido que no querían que las organizaciones sindicales obreras, tuvieran el menor control en los organismos oficiales, control que ellos solos pretendían y aspiraban ejercer, con el fin de que todo se fuera convirtiendo en su instrumento.

Se aprovecha que la Consejería de Gobernación de la Generalidad de Cataluña esta regentada por Artemio Aiguader. Un aventurero, sin inteligencia ni conocimientos. Un hombre, en fin, capaz de prestarse a todo manejo, si le podía procurar un provecho. No importa quien se lo propusiera. Y a este elemento escogió el Partido Comunista, para que sirviera de agente en la provocación que maquinaba.

Así vemos como Artemio Aiguader, obediente a las "persuasivas" razones del P.S.U.C. dispone por medio de otro aventurero, de triste nombre, conocido de antaño por su mal vivir, Rodríguez Salas -que era Comisario General de Orden Público de Cataluña- la ocupación, sin previo aviso y mediante la fuerza, del edificio de la Teléfonica de Barcelona.

Los trabajadores, que prestaban allí sus servicios -todos de la U.G.T. o de la C.N.T.- protestan de este atropello. Pero los agentes, los guardias asaltantes, obedecen ciegamente las órdenes recibidas y pretenden incautarse del edificio por la fuerza. Se suscita el primer incidente. Se oyen los primeros tiros. La tragedia de Mayo ha empezado.  

Los Comités de las organizaciones sindicales C.N.T. y U.G.T. no saben explicarse lo que pasa. Reciben las primeras noticias y se indignan. Inmediatamente, exigen una satisfacción. La destitución fulminante de Aiguader y Rodríguez Salas. No hemos podido averiguar obedeciendo a qué presiones, el Presidente Companys -que comprende e incluso conviene en que la provocación ha partido de los aludidos sujetos- no los destituye inmediatamente, como solicitan ambas sindicales. En conversaciones estúpidas y dilatorias, pasan algunas horas que contribuyen a complicar los acontecimientos; el rumor de lo ocurrido en la Plaza de Cataluña va propagándose y se alarga en proporciones tales, que expontáneamente se movilizan en Barcelona, los elementos que miraban con desagrado la perniciosa actuación del Partido Comunista del Partit Socialista Unificat de Cataluña. Y aliados de estos, infiltrados en la policía y centros oficiales, amplían las provocaciones.

Se extienden ya los incidentes. Las organizaciones sindicales C.N.T y U.G.T. recomiendan serenidad a sus afilados, pero ya no pueden sujetarlos.

Para enconar, para envenenar si cabe más la cuestión, sale la guardia civil a la calle, -esa guardia civil que aun existía para vergüenza de todos nosotros a provocar a los trabajadores. Y continua la lucha en las calles.

Federica Montseny. ministro del Gobierno de la República, tan conocida de todos y tan estimada por los trabajadores de Barcelona, habla por radio y recomienda serenidad. Garcia Oliver, ministro también hace lo mismo. Los Secretarios de los Comités Regionales de la C.N.T. y U.G.T. hablan también. Todos recomiendan calma, serenidad.

Por otra parte, obedeciendo sin duda extrañas órdenes, la guardia de asalto procedente de Levante, se traslada hacia Cataluña para reprimir los sucesos. Esto se interpreta, por la opinión catalana, como otra provocación. Y en algunos pueblos de Cataluña, principalmente en todos los de la comarca de Tarragona, se exacerban los ánimos de tal forma, que se llega hasta el extremo de que los ciudadanos, para evitar la llegada de estas fuerzas a Barcelona, vuelan algunos puentes, interrumpiendo así las comunicaciones por ferrocarril y por carretera.

Finalmente, dimite todo el Gobierno de la Generalidad de Cataluña. Y salen del mismo los agentes provocadores, los instrumentos del P.S.U.C. Artemio Aiguader y su acólito Rodríguez Salas. Se constituye un nuevo Gobierno. En este, está representada la U.G.T. y la C.N.T. por medio de los propios Secretarios de sus Comités Regionales.

Terminan los actos de violencia, en la misma forma no coordinada que principiaron. Sin saberse como ni porqué. Renace de nuevo la calma en toda Cataluña.

El movimiento de Mayo, no fue otra cosa que un acto de protesta y de repulsa a una provocación. Un acto elocuentísimo, de la disconformidad existente con la actuación de los comunistas.

Y lo inconcebible vuelve a suceder. Cuando la calma es completa, los ánimos de todos serenados, cuando los trabajos son reanudados con normalidad; se inicia, sin saberse a qué viene una brutal represión contra los elementos que no comulgan con las ruedas de molino de Moscú. El ambiente continua enrarecido, propicio a toda clase de violencias y de extralimitaciones.

En el campo es donde. con más violencia, se comprueba la represión.

El Partido Comunista, con su provocación constante, logra ridad agrícola de las Colectividades en el campo, no porque fuera contraría a las mismas, sinó porque no las controlaba, ya que estaban en manos, en su totalidad, de los campesinos afiliados a la C.N.T. y a la U.G.T., se dispuso a destruirlas; entonces es cuando, ya sembrada la cizaña en les centros urbanos de las provincias, se dedicó a la persecución y a la destrucción de las Colectividades.

De esto nos podrían hablar mucho los campesinos y agricultores de Cataluña, Levante y Aragón. De esta última región por conocer exactamente lo ocurrido, nos ocuparemos más tarde y daremos detalles precisos, para comprobar la veracidad de cuanto dejamos dicho, que es el fiel reflejo de la realidad.

El partido comunista, con su provocación constante, logra finalmente sus propósitos. En Cataluña se constituye Otro Gobierno, en el que predomina absolutamente el P.S.U.C. último retoño del Partido Comunista. En España, consigue la dimisión. del Gobierno que preside Largo Caballero y se constituye otro sin representantes de las organizaciones sindicales, presidido por el Dr. Negrín -fiel instrumento del Partido Comunista- cuya actuación no ha podido ser más funesta para la República Española.


 

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