Constituído el nuevo Gobierno de
la República, se nota inmediatamente en Cataluña el peso de su actuación.
En el aspecto militar, su primera
medida es disponer la disolución de la Consejería de Defensa de la Generalidad
de Cataluña y nombrar un jefe supremo para el mando de todas las Fuerzas que
dependían de la mencionada Consejería. Recae nombramiento en el general de
Caballería, Don Sebastián Pozas.
Este, al tomar posesión de su
cargo, convocó a la mayor parte de jefes de grandes Unidades en su despacho y
les pidió un detallado informe sobré el estado de las fuerzas al mando de cada
uno de ellos, situación del frente, de las posiciones, etc. Estos informes,
fueron dados al menos yo así lo hice, por mi parte con toda amplitud hasta los
mínimos detalles.
La impresión que me causo el
general -la primera vez que estuve en su despacho -fue que se trataba de un
hombre portador de instrucciones concretas del Gobierno sobre las Fuerzas del
frente de Aragón, que no -estaban controladas por el Partido Comunista. Y esta impresión
se confirmó cuando, muy seria mente me indicó que iba a dejarme leer un
documento, documento que rompió una vez me enteré de su contenido. En se decía
que yo, de acuerdo con algunos elementos anarquistas, estaba preparando un
atentado contra su persona.
Desde luego, la maniobra era bien
clara. Se trataba de indisponer con el nuevo jefe, a los elementos que desempeñaban
mandos y que se decía no estarían dispuestos a servir de juguete ni de
instrumento ciego, a un Partido determinado. En el transcurso del tiempo, pudo
observar personalmente el general Pozas, que las fuerzas que operaban en Aragón,
con sas jefes a la cabeza, eran del todo adictas al régimen republicano y
dispuestas a llegar al máximo del sacrificio para el triunfo de la causa del
pueblo.
Las destituciones que se pretendían
y que no se lograron, en las fuerzas de formación libertaria, que representaban
la inmensa mayoría de los combatientes de Cataluña y Aragón, se intentaron y
consiguieron en la División en que predominaba el P.O.U.M.
Ya se ha dicho anteriormente, que
una Division comunista, la número 29, estaba formada a base de soldados y
mandos, controlados por el Partido Obrero de Unificación Marxista , al cual el
Gobierno —el Partido— había declarado la guerra a muerte.
La ofensiva del Partido Comunista
contra las fuerzas del P.O.U.M. contra los soldados de la 29 División, que
estaban en el frente, fue un hecho inmediato.
Al ser llamado el jefe de la 29
División, Rovira, a la reunion que se tuvo junto con los demás jefes de División,
se procedió a su detención y puesto a disposición de no sabemos quien.
Igualmente, se encarceló al Delegado Político de la Division 29, Jorge Arquer
y algunos otros mandos, ordenándose seguidamente la disolución de la 29 División
y el encuadramiento de todos los hombres que la componían disgregados, en otras
Unidades del frente.
Se puso esta orden en práctica,
de forma tan burda, que contribuyó tal medida a que no pocos soldados de la 29
División, desertaran de sus filas y se refugiarán los unos en Divisiones del
frente y los otros a retaguardia.
Más tarde, las escasas fuerzas
de la División disuelta, fueron encuadradas en otras Divisiones del Ejército
Popular a donde llegó incluso la persecucion de los elementos del P.O.U.M.,
realizada por el organismo antipopular, S.I.M. los cargos principales del cual
eran desempeñados por los incondicionales del Partido Comunista.
Se emprendió también por el
Gobierno Negrín, una política partidista tan manifiesta, y debido a sus
compromisos con el Partido Comunista, que obliga a que el ambiente se enrarezca
más, y más, y que reine una completa indiferencia entre los elementos que no
están sometidos, incondicionalmente, los agentes de Moscú.
El gobierno Largo Caballero, que
había estado formado en colaboración con las organizaciones sindicales y
partidos políticos, consiguió mucho en el sentido de organización militar,
aunque, en el aspecto práctico, Largo Caballero (también ministro de la
Guerra) fue un tanto sectario, al apreciar de una forma parcial, el problema del
frente de Aragón. Es más, en diferentes ocasiones, en el seno mismo del
Gobierno, varios ministros —que tenían un criterio amplio de las cuestiones
de la guerra— hicieron notar a Largo Caballero, que era necesario fijar la vista en
el frente de Aragón. Que suspendida momentáneamente por el enemigo, la
actividad en Madrid, se podrían enviar armas y municiones a Aragón para
subvenir a las necesidades de dicho frente y emprender rápidamente una fuerte
acción de guerra, que podría culminar con la caída de Zaragoza y de Logroño
consiguiéndose así, indudablemente, desbancar al enemigo en el Norte, donde
estaba interesadísimo en conseguir dominarlo plenamente.
Largo Caballero, que desde el
Ministerio de la Guerra, actuó dictatorialmente, no quiso hacer caso. No dio
armas ni municiones a las Divisiones de solera libertaria, porque temía no
sabemos a qué.
No podía ignorar el interés que
existía, por parte de todos, en animar el frente aragonés, que desde hacía
meses estaba completamente inmovilizado. Era meter una cuña en las propias
entrañas del campo enemigo, si por ellí se obtenía un triunfo. Para nadie era
un secreto, el sentido liberal de Aragón y Rioja. Estas regiones, siempre habían
sido adictas a la causa republicana y en caso de una ofensiva a fondo por
aquellas tierras, se hubiera puesto en un verdadero aprieto a los sublevados.
No se hizo nada de esto. Las
consecuencias han venido a dar razón a los hombres que creíamos que el punto
neurálgico de la guerra española, radicaba en el frente de Aragón. Y que en
el mismo un día u otro, tendría que determinarse, en forma categórica el
resultado de la guerra española.
El Gobierno presidido por Negrín,
que por encima de las cuestiones de la guerra, se preocupaba más de los asuntos
civiles y de partido, después de perdido Bilbao para la República, viendo que
el problema del Norte no tenía ya solución, puso su vista en Aragón. Pero no
en el Aragón de las trincheras. No en el Aragón que estaba en el frente, sino
en el Aragón de las colectividades, del trabajo, de la prosperidad.
El Consejo de Aragón —que era
una especie de equivalente al Gobierno de la Generalidad de Cataluña, dentro de
las tierras aragonesas— se había preocupado intensamente, del problema del
campo. Había dado grandes facilidades a los campesinos aragoneses, para que
pudieran formar colectividades de trabajadores las cuales, sin cargas fiscales
ni impuestos draconianos, se desarrollaban prósperamente. Facilitaban a los
frentes, grandes cantidades de víveres y un apoyo en general que contribuía en
mucho a que las fuerzas que operaban en Aragón, se encontraran en condiciones
verdaderamente superiores —en la cuestión de intendencia— a las de los demás
frentes. Es más, Aragón por medio de su Consejo, organizó en diversas
ocasiones, caravanas de camiones cargados de víveres de todas clases, que
fueron enviados a Madrid. Esto solo demuestra que en Aragón existía abundancia
de elementos y mucha buena voluntad del campesinado para apoyar
incondicionalmente a la República y a su Gobierno Autónomo.
Como dijo Don Quijote: con la
iglesia hemos topado Sancho.
El Consejo de Aragón, con sus
aciertos y con sus errores, funcionaba normalmente. Pero tenía, a los ojos de
alguien, un gran defecto. No tenían representantes en su seno, los comunistas.
Y no porque los que lo componían no los quisieran, sino porque los comunistas,
pretendían acaparar la mayor parte de los puestos del Consejo, para poder
mangonearlo todo a su antojo.
En este plan de hostilidad al
Consejo, participó también la Generalidad de Cataluña, la cual pretendía por
mediación de los elementos militares de la Esquerra Republicana de Cataluña,
que operaban en la parte sur de Aragón (La Columna Maciá-Companys, más tarde
30 División) crear dificultades a los campesinos aragoneses y a sus
colectividades. La consigna de los "factums" de la Generalidad fue, sin
duda, la de monopolizar ellos solos la condición de Gobierno autónomo y
desprestigiar a los que quizás con menos experiencia política, pero con una fe
muy superior, habían conseguido formar un Gobierno en Aragón, que no tenía
otro afán que velar por la grandeza y bienestar de su pueblo, de los
campesinos, y que lograba aportar a los frentes de lucha, un incomparable
esfuerzo.
En secreto, por parte del
Gobierno de la República, se había decretado el exterminio de las
Colectividades Aragonesas y, por tanto, la disolución de su Consejo. Pero esto,
solo se podía conseguir por la violencia. Los campesinos, constituídos en
colectividades, estaban todos al lado del Consejo. No hubiera sido factible la
disolución de este organismo, sin antes minar bien sus fundamentos, que no eran
otros que las propia colectividades y a los organismos de defensa, los
mantenedores del orden público, que poco a poco iba formando el Consejo.
Existían en el Ejército —y
repetimos lo dicho en otras ocasiones— grandes Unidades, favoritas del partido
predominante. Era de esperar que estas, un día u otro, durante o después de la
guerra, serían utilizadas para defender intereses particulares de unos "señores".
Estos intereses, estaban concentrados todos en la destrucción de la obra realizada en Aragón. Y es escogida para esta labor, la 11 División, armada con las mejores armas existentes en España, equipada magníficamente y férreamente disciplinada.
La 11 División, invade Aragón. Los soldados que estaban en el frente, en aquel frente tanto tiempo inactivo, por decisión de los gobernantes, nos enteramos que una División, llamada de maniobra, había llegado precedente del frente de Madrid y que, conjuntamente con otras fuerzas, que estaban a punto de llegar, iba a emprender una acción de verdadera envergadura en el frente de Aragón, al parecer por la parte Sur-Ebro, combinada con otra por el eje Lérida-Zaragoza.
Llega a Caspe la División de
"maniobras". Y se prepara allí para hacer frente al enemigo. Por un hecho
insólito, por nadie esperando, se sucede en aquella ciudad aragonesa. La 11
División, la que había venido, según se decía, a bartise contra el enemigo,
para actuar contra los fascistas, contra los militares sublevados, asalta los
centros oficiales de Caspe. Detiene a la mayor parte de sus funcionarios.
Disuelve de hecho y por la fuerza, el Consejo de Aragón. Toma medidas rigurosas
en todos los pueblos, atacados a fondo las colectividades de campesinos. A
estos, se les despoja de todo lo que tienen, de los animales de trabajo, víveres,
aperos, locales. Se inicia a la par, una fuerte represión y persecución de los
miembros de dichas Colectividades y de todos los que, de cerca o de lejos, habían
mantenido buenas relaciones con los miembros del Consejo de Aragón.
¡Las fuerzas de
"maniobra",
los hombres de Líster, la 11 División, conquistan Caspe e infinidad de pueblos
de Aragón que no habían sido nunca perdidos para la República...! Una página
vergonzosa en la historia de la guerra española.
Después de este hecho, es cuando
el Gobierno presidido por el Dr. Negrín —que hasta entonces no había podido
encontrar motivos para la disolución del Consejo de Aragón— decreta la
disolución del mismo, disolución que ya por la fuerza, sus enviados, habían
realizado anteriormente. Y ordena el encarcelamiento de todos sus componentes.
Así demostraron las fuerzas de
"maniobra" de Negrín, que sabían maniobrar perfectamente, pero no ante el
enemigo, ante el fascismo, sino ante los productores, los antifascistas de corazón.
Como la situación de violencia,
por parte de las fuerzas militares, contra la población civil, no podía
prolongarse, ya que hubiera acarreado sin duda funestas consecuencias, busca
Negrín y logra encontrarlo, el "testaferro" que necesitaba para completar
su obra destructiva, la empezada ya por las Divisiones de "maniobra".
Encuentra la persona que busca. Una de "prestigio" y de "confianza". Un "señorito". Don José Ignacio Mantecón, perteneciente a una pudiente
familia de Zaragoza, compuesta toda por fascistas declarados. Y él, solo por
hacer la contra a su familia y nada más que por eso, se hizo republicano,
socialista, comunista o alguna otra cosa por el estilo, que le sirviera para
demostrar su "antifascismo".
Este personajillo, manejado
habilmente por el Partido Comunista, fue el encargado de liquidar las
Colectividades de Aragón en forma definitiva. Se le nombró Gobernador General
de Aragón, para hacer esta única labor. ¡Supieron escojer el elemento!
Persiguió encarnizadamente a los verdaderos antifascistas y revolucionarios, de
los que se decían que, en los primeros días, habían actuado en la forma que
se plantearon los hechos en España, o sea con extremada violencia. Se
desenterraron muertos y se cargaron a ciudadanos de conducta intachable.
Suponiendo —que ya es mucho suponer— que algunos de estos hombres
perseguidos, hubiera tenido participación en algún hecho de violencia,
cometido contra el fascismo, en los días de Julio de 1936, no era precisamente
el Gobierno de la República, ni su enviado especial Mantecón, el que debía
sancionar estos casos. Existían unos Tribunales de Justicia, que hubieran
podido juzgar alguna extralimitación, caso que existiera, que lo dudo. Pero no
era forma el perseguir, con más saña que la que hubiera podido emplear quizas
los fascistas, en el momento de su triunfo, a unos hombres que todo lo daban
para la defensa de la causa republicana.
Y vemos así como Mantecón, desde Caspe, persigue, encarcela y disuelve todas las colectividades existentes en el Aragón liberado. Los hombres que estuvieron en las cárceles aragonesas, principalmente en la de Caspe, no podrían hablar elocuentemente de los meses y meses que pasaron allí, detenidos "gubernativamente", sin pasar nunca a depender de la única autoridad que hubiera podido juzgarles: la de los Tribunales de Justicia.
Tenía que justificar el
Gobierno, el desplazamiento de las fuerzas de maniobra hacia Aragón. Las
iniquidades y atropellos cometidas por las mismas contra el campesinado aragonés,
no tenían excusa si permanecían allí inactivas. Y, se planea operación de
envergadura en el frente aragonés, como contra partida a todo lo ocurrido.
Era necesario que aquellas
fuerzas se cubrieran de gloria para hacer olvidar el mal hecho. Se prescinde por
esto, de todos los hombres que desde hacía meses guarnecían el frente de Aragón.
Otros, sin conocimientos del terreno pero mimados del Partido Comunista, fueron
los escogidos para las operaciones.
Se acumulan fuerzas y material bélico,
en cantidades gigantescas, nunca vistas en aquél frente. Se prepara la gran
ofensiva. Se establece en Bujaraloz, el Cuartel General del mando de la operación,
en el mismo local donde estaba instalado el mando de la 26 División, de mi
División. Llega el general Pozas, con su Estado Mayor. Se encuentra también
allí el jefe del Estado Mayor Central, Don Vicente Rojo. Este hecho de utilizar
el mismo local que nosotros, nos permite vivir de cerca los planes y el
desarrollo minucioso de las operaciones sobre Belchite y Zaragoza del mes de
Agosto de 1937.
La ofensiva en sí, bien
estudiada y planeada, comprendía tres ejes de ataques. La Columna del ala
izquierda, al mando de Líster, debía partir de Azaila, para caer sobre
Belchite, Puebla de Albortón y de allí en dirección a Zaragoza. La del Centro
operaría partiendo de Pina, sobre Quinto, Fuentes, Alfajarín y Zaragoza. Y la
del ala derecha, al mando del internacional Kleber desde Farlete sobre Leciñena
y Perdiguera, para cortar el acceso a Zaragoza por las inmediaciones de
Villamayor del, Gállego, y la 27 División por Zuera y cuenca del Gálleco.
Operaba también una Columna de apoyo, compuesta por la 28 División al mando de
Jover, cuya misión consistía en cortar las vías de comunicación de Zaragoza
con Huesca y Jaca, para facilitar así el ataque a la capital aragonesa.
La operación, estaba muy bien
planeada. Se tuvo empero el error inicial de prescindir, en principio de los
mandos y fuerzas que ocupaban posiciones del frente de Aragón, por donde se
pretendía el avance. Excuso decir, además el mal efecto que causó esta medida
en aquél frente, deseoso de intervenir en la operación. Eran fuerzas
conocedoras del terreno y de los pasos obligados. Es muy posible que, de haberse
contado con ellas, otro resultado final hubiera tenido la operación.
Empiezan las operaciones. El
propio ministro de Defensa Nacional (en aquel entonces, D. Indalecio Prieto) se
presenta en el Cuartel General de Bujaraloz, dispuesto a intervenir de forma más
o menos directa, en las operaciones. Se establece otro puesto de mando avanzado,
en un punto denominado "La Atalaya" que por su situación geográfica,
permite contemplar con perfecta claridad, la mayor parte del teatro de
operaciones. Allí permanece el ministro noche y día. Se instalan allí también
el jefe del Estado Mayor Central y el general Pozas, con sus EE. MM. Sobre dicho
general recae el mando supremo de todas las fuerzas.
La operación, principia con gran éxito. Se rompe el frente enemigo en una extensión superior a cuarenta Kilometros. Las fuerzas que operaban en la parte Sur —que es la más separada de Zaragoza— sin encontrar apenas resistencia a su paso, rebasan Belchite, dejando este pueblo completamente cercado, con sus defensores dentro. Se dirígen hacia Quinto. Mientras tanto, las de la parte central, apoyadas por la 120 Brigada Mixta de la 26 División, consiguen vadear el río Ebro, con un efectivo de hombres de unos tres Batallones, y toman la estación de Pina de Ebro, la Ermita del Bonastre (fuerte posición del enemigo, verdadera fortaleza en la que habían emplazadas dos piezas de artillería) logrando copar la población de Quinto y poco después, en dura batalla, se apoderan del pueblo, haciendo numerosos prisioneros (entre los prisioneros figura precisamente un oficial del Ejército de Franco, que resultó ser hermano del Gobernador General de Aragón. Mantecón, el cual al enterarse, precipitadamente se trasladó a Bujaraloz, para ver de liberar a su hermano, lo que consiguió tiempo después e incluso pudimos apreciar como, por arte de magía y no sabemos debido a qué, el mencionado oficial prisionero, pasaba a ser teniente del Ejército Popular de la República Española. Un fascista, con mando en nuestro Ejército ...) Y continua el avance de nuestras fuerzas hacia Fuentes, donde se detiene la Columna que maniobra, por motivos completamente desconocidos e inexplicables para nosotros.
La Columna de internacionales,
que manda Kleber, se infiltra partiendo de Farlete y Montes de Alfajarín, en
dirección a Villamayor del Gallego, población que se dice en el puesto de
mando, ha sido conquistada. Pero luego resulta no ser cierta la noticia. Lo que
había ocurrido era que, algunas de las fuerzas infiltradas, desconocedoras del
terreno y sin los guías precisos —el terreno visto en el plano y en la
realidad, difiere muchas veces grandemente— que hubieran obtenido si lo
deseaban, de las fuerzas de la 119 Brigada mixta que guarnecían aquél sector,
se habían perdido entre los intrincados montes de Alfajarín, dando como
consecuencia que, desorientados, no habían sabido retornar a su punto de
partida unificados, haciendolo por grupos y aún estos muy escasos.
Las Columnas de apoyo, en la
parte Norte, habían alcanzado un progreso mucho mayor que las fuerzas de
maniobra de Kleber. Pasaron cerca de San Mateo del Gállego y de Zuera,
consiguiendo ocupar Pilatos Alto y desde allí dominar las vías de comunicación
que unen Zaragoza con Jaca y Huesca, evitando así la circulación por carretera
y por ferrocarril. Estas fuerzas, que tenían solamente que servir de apoyo de
flanco a las de los internacionales, se encontraron en situción determinante,
ante el fracaso rotundo de las de maniobra, no teniendo más remedio que
retirarse poco después, ya que corrían el riesgo de ser fuertemente atacadas
por el enemigo, que no tenía otras fuerzas que combatir a su alrededor y que
hubiera podido fácilmente cortarles la retirada, si continuaban estacionadas en
las mismas puertas de Zuerra.
Limpiados los últimos focos
enemigos, conquistado plenamente Belchite en la parte Sur-Ebro, y dándose ya
por fracasada la operación sobre Zaragoza ante el fallo de la columna operante
en el ala derecha, el Estado Mayor de nuestro Ejército, planeó un ataque
frontal sobre Fuentes de Ebro. Pero el mando enemigo había conseguido, debido a
la proximidad de Zaragoza y al restablecimiento de las comunicaciones con Jaca y
Huesca, concentrar en Fuentes grandes contingentes de fuerzas y material de
guerra, que constituyen un verdadero muro de contención, que logra hacer
fracasar dicha ofensiva, a pesar de emplearse en la misma infinidad de tanques y
de aviones.
El fracaso de esta operación,
debido al fallo del ala derecha, a pesar de lo cual, en el primer momento, se
pudo explotar los éxitos obtenidos, llegándose incluso a tomar Zaragoza (después
se supo que el Estado Mayor faccioso, considerando inminente la caída en poder
de los republicanos de la capital de Aragón había ordenado la rápida evacuación
de la misma) si las fuerzas favoritas del Gobierno, que vinieron a operar, no se
hubiesen presentado en plan de conquistadores y de únicos luchadores,
despreciando, además, el valioso concurso que les hubieran podido prestar los
hombres que guarnecían las posiciones, los cuales, empezando por los mandos,
fueron relegados a segundo término. Esto, a nuestro entender, fue un desacierto
de capital importancia, cometido ya desde el principio, por parte de los que habían
planeado una ofensiva que pudo dar excelentes resultados.
Terminó la ofensiva. El balance,
no pudo ser muy halagueño a pesar de la cantidad de elementos empleados. Se
liberaron dos pueblos: Quinto y Bolchite. Y nada más,
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