Con pocos días de intervalo
de una a otra, fueron saliendo paulatinamente hacia el frente de Aragón las
diferentes Columnas que iba organizando el Comité de Milicias Antifascistas de
Cataluña.
La primera en partir hacia
el frente fue, como hemos dicho, la Columna Durruti al mando del comandante Pérez
Farrás y de Buenaventura Durruti como Delegado Político. Estaba compuesta de
unos dos mil hombres. Disponía de algunas piezas de artillería y de un escaso
número de armas automáticas. Los milicianos iban armados de rifles y fusiles.
La Columna Durruti tomó la dirección Lérida-Fraga-Bujaraloz.
A continuación partió la
Columna Trueba-Del Barrio, al mando de los que le daban el nombre, compuesta por
unos 1.500 hombres, dirigiéndose vía Lérida, Monzón, Tardienta.
El ala izquierda, o sea la
parte del Sur Ebro, fue encomendada a la Columna Ortiz, al mando del compañero
de dicho nombre. Y, de primer intento se estableció en Caspe, continuando el
avance hacia la Puebla de Hijar y Azaila.
Salió también de Barcelona
una Columna patrocinada por el P. O. U. M. (Partido Obrero de Unificación
Marxista) mandada por Rovira y Arquer, una parte de la cual se dirigió al Norte
de Huesca y la otra hacia Alcubierre.
Días
después
salieron, organizadas en el cuartel Bakunín, las Columnas Francisco Ascaso y
Los Aguiluchos (al mando del Alvadetreco y capitán Tortosa la primera y de García
Oliver la segunda) que se unieron en el frente, fusionándose ambas, y poniendo
el cerco a Huesca.
Semanas después partió,
también de Barcelona, la Columna Maciá-Companys, al mando del comandante Pérez
Salas y de Moles, compuesta de muy escaso número de efectivos y de matérial,
instalando su Cuartel General en Alcañíz.
Existían, además, pequeñas
Columnas como la Hilario Zamora, de efectivos reducidísimos y que, por su
escasa importancia, dejamos de enumerar, las cuales, poco tiempo de su
constitución, se fundieron al grueso de las otras Columnas.
El Sindicato Unico del
Transporte Marítimo de Barcelona, con los medios que contaba, organizó una
expedición con la misión de efectuar un desembarco en Palma de Mallorca, que
estaba en poder de los rebeldes. Este desembarco se efectuó con bastante éxito,
pero al ser nombrado ministro de Marina Don Indalecio Prieto, dispuso éste que
no continuaran las fuerzas en Palma, obligando a las mismas —contra su
voluntad— a realizar un repliegue y embarcar todos sus efectivos, que se
dirigieron a Barcelona.
Después de haber
desembarcado estas fuerza, se reagruparon, constituyéndose con ellas la Columna
"Roja y Negra" que al mando del capitán Pajarero y del Delegado Político
Pradas, estableció su Cuartel General en Igriés (frente de Aragón).
Entré éstas Columnas, se
encontraba también en Barbastro las fuerzas del coronel Villalba que
permanecieron fieles al régimen republicano.
Estas Unidades de Milicias
—organizadas todas ellas por el Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña—
se destinaron a Aragón, para establecer una línea de más de seiscientos Kilómetros,
en la extensa zona a cargo de la Consejería de Defensa de la Generalidad de
Cataluña que comprendía desde la frontera Pirenáica hasta la cuenca del río
Martín. El total de efectivo era de unos veinte mil hombres organizados, como
hemos dicho, en las Columnas, que posteriormente se relacionaron entre sí por
medio de una Jefatura Superior del Frente de Aragón y Estado Mayor técnico,
residentes en Sariñena. Todos los componentes de estas Unidades eran
voluntarios.
Partiendo de Barcelona, las
fuerzas expedicionarias se dirigieron a Lérida, desde donde se distribuyen por
todo el nuevo frente, dirigiéndose a Sariñena y Barbastro las del Norte, a
Fraga, Bujarazol y Caspe las del centro y, a Alcañiz las del Sur. Hasta que,
posteriormente, se organizan Unidades pirenáicas que ocupan las estribaciones
de dicha cordillera, desde la frontera francesa a la margen izquierda del Gállego
y nudo de Sabiñanigo, el punto más septentrional del teatro de operaciones, es
la zona próxima a la plaza anteriormente citada, donde se paraliza el avance de
las fuerzas leales, que intentaban ganar dicho nudo de comunicaciones, que
cierra el camino de Canfranc y de Jaca.
Más al sur, se establece el
cerco de Huesca, a cargo de las Columnas del "P. O. U. M.", "Aguiluchos", y "Ascaso",
fuerzas que operaban en conjunto bajo la dirección técnica del coronel
Villalba, que mandaba además las componentes de la Columna de su nombre.
Continuando la línea hacía
el Sur, operaban las Columnas "Del Barrio - Trueba" que ocupan Tardienta
llegando hasta el Vedado de Zuera y se lucha enseguida fuertemente con el
enemigo situado en Almudevar.
Al norte de la sierra de
Alcubierre, por el eje La Naja - Alcubierre - Leciñena operaban fuerzas del P. O. U. M.
que se establecen a 3 km de Perdiguera.
A continuación y en la zona
comprendida entre la sierra de Alcubierre hasta la margen izquierda del Ebro,
progresando por la carretera general de Madrid a Francia, opera la Columna
Durruti, que llega hasta Osera en la cuenca del río y a vanguardia de Farlete
en las estribaciones de la Sierra.
Al sur del Ebro operan las
fuerzas que integraban la Columna Ortiz, que llegan hasta La Zaida, Sástago, y
Azaila, rodean Belchite por el sur y progresan hasta Azuara y Fuetetodos.
Por Alcañiz, hasta
Montalban, estableciendo el frente Sur, con cierto retraso cronológico respecto
a las Columnas antes citadas, actúa la Columna Maciá-Companys que llega hasta
Portal-rubio, Martín y Vivel del Río y establece enlace con la Columna de
Hierro de Levante, que procede de Valencia.
La progresión de las
fuerzas hasta Lérida y límites de Cataluña se hizo sin lucha, comenzando esta
al profundizar el avance por tierras de Aragón. En Barbastro las fuerzas del
antiguo Ejército, mandadas por el coronel Villalba inician acciones ofensivas
sobre Huesca y Jaca, operando con suma habilidad y acierto, de modo que, a pesar
de su escaso número, logran paralizar al enemigo en todos sus intentos de
progresión, fijándolo para dar tiempo a la llegada de las milicias catalanas.
En Sabiñánigo el enemigo se hace fuerte, protegiendo
este importante nudo de comunicaciones y su fábrica de explosivos. Protegiendo
Huesca, se establece el enemigo en excelentes posiciones situadas en Monte Aragón,
Lompozarno y Siétamo, puntos que repetidas veces son atacados por nuestras
milicias y cuya ocupación no se consigue hasta más tarde.
Progresando dirección Sur-Norte hacia Huesca, se
ocupan Grañen, Almuniente, Sesa, Alcalá del Obispo, Albero Alto, Albero Bajo,
Barbués, Sengarrés y Vicien. Al Norte de Tardienta se corta el ferrocarríl y
la carretera que une Zaragoza con Huesca.
La Columna que avanza por el Norte de la sierra de
Alcubierre partiendo de Sariñena, importante población en la que se centraliza
la actividad directiva de las operaciones y asuntos de orden militar de todo el
frente de Aragón, ocupa La Naja, Alcubierre, Robles, Leciñena y enlaza en el
Vedado de Zuera con las fuerzas del sector Tardienta, ocupando puntos muy próximos
a Zaragoza y alturas que dominan la cuenca del Gállego.
Las fuerzas de la Columna Durruti que han avanzado de
Lérida por Fraga a Bujaraloz, habiendo conquistado antes Caspe, donde el
enemigo opone fuerte resistencia, desalojan a los facciosos de la vasta región
de los Monegros y conquistan las poblaciones de Valfarta, La Almolda, Castejón
de Monegros, Gelsa, Velilla, Pina de Ebro, Monegrillo, Osera y Farlete, llegando
sus vanguardias a 18 km. del centro de Zaragoza.
Debido a la resistencia del enemigo en Quinto, sobre
la orilla derecha del Ebro, que paraliza el avance por el Sur de dicho río, se
origina una notable diferencia en la progresión alcanzada en cada una de sus
orillas, estableciéndose el frente a lo largo del río, desde Gelsa a Osera.
Las Columnas que operan en el Sur-Ebro, habiendo
desalojado al enemigo de la Zaida, Sástago, Azaila, Almonacid de la Cuba,
Vinaceite, Hijar, Puebla de Hijar, Lécera, Lagata, Letux, Azuara y Fuentetodos,
establecen frente ante las poblaciones de Quinto y Belchite, que cierran el
acceso a Zaragoza, puntos en los que se suceden constantes y sangrientos
combates.
Después de la conquista de Alcañiz, las milicias que
componen el ala izquierda de nuestros dispositivos, ocupan Calanda, Alcoriza,
Ollete, Muniesa, Blesa, Cortes de Aragón, Montalban, Martín del Río y Vivel
del Río.
En conjunto, las milicias logran rescatar una zona que
equivale aproximadamente a la mitad de la región aragonesa y llegan a las
puertas de sus capitales.
El enemigo, que disponía de la fuerte guarnición de
Zaragoza, Huesca, Jaca y Calatayud, íntegramente sublevada a su favor, no se
atreve, no obstante, a iniciar acciones ofensivas y cede ante el empuje,
escasamente organizado pero arrollador por su violencia excepto en ciertos
puntos habilmente escogidos en los que basa la defensa de Zaragoza y de las vías
de comunicación del Gállego, sobre los cuales organiza centros de resistencia
que mantiene a toda costa. Así, las defensas de Huesca, Almudevar, Perdiguera,
Villafranca de Ebro, Quinto y Belchite.
La fuerte diferencia que presenta la progresión
propia al Norte y Sur del Ebro, al paralizarse el primer avance y establecer
frentes estabilizados. crea situaciones parecidas. Farlete y Osera al norte del
Ebro, en poder de nuestras fuerzas, equivalen a Quinto y Belchite, al sur del río
y en poder del enemigo. El trazado de las líneas de combate opuestas, presenta
marcadamente tales características, cuyo origen obedece a los escasos medios de
combate ofensivo-defensivo que, en relación con el extenso campo de
operaciones, juegan los dos contendientes, deficiencia que se observa siempre en
el frente de Aragón, durante toda su existencia.
2. EN LAS
BALEARES
En las Islas Baleares la
situación era bien concreta. La Isla de Mallorca —con Palma de Mallorca la
capital de Baleares—fue dominada completamente por la reacción. Los militares
sublevados, se hicieron los dueños de la situación.
Ibiza y Menorca parmanecían, mientras tanto, fieles a
la República. Esta última isla, fue la que, con más habilidad, se consiguió
conservan. Los soldados tuvieron un gesto formidable. La relación estrecha que
mantenían, por medio de sus Comités de Cuartel, con la organización obrera
militar, les permitió adoptar una posición sumamente inteligente. En el primer
momento, los jefes y oficiales de la guarnición, se sublevan todos y desarman a
la tropa en la que no tienen mucha confianza. Y, entonces, provocan a los
soldados, les incitan para que manifiesten su sentir, pretendiendo ahogar en
sangre cualquier rebeldía que se suscitara. Pero estos soldados, estos hombres
que estaban muy bien informados de todo lo que ocurría en España, no
respondieron a esta provocación. Esperaron el momento oportuno, para entonces
proceder elocuentemente. Y, como está situación no podía prolongarse,
finalmente, los jefes y oficiales rebeldes, creyendo haber alcanzado sus propósitos
de intimidar a la tropa, decidieron entregarles las armas a fin de ocupar
definitivamente la isla. Y entonces fue cuando los soldados se manifestaron. E,
inmediatamente procedieron a la detención de los jefes y oficiales traidores y
formando juicios sumarísimos, los condenaron a todos. Y los que contra toda
Ley, se sublevaron, pagaron con su vida la traición cometida. Todos,
absolutamente todos, fueron fusilados.
Y así Menorca, con su formidable fortaleza de Mahón,
quedó en poder del Gobierno legítimo de la República Española.
Ibiza, desde el primer momento, fue ganada para la República.
Se detuvo a todos los elementos dudosos, que fueron encerrados en su fortaleza.
Esto se hizo con el ánimo solamente de conservarlos en rehenes, por si los
militares sublevados, intentaban tomar la isla por la violencia.
Pasó algún tiempo y la aviación facciosa, empezó a
bombardear la población de Ibiza. Y entonces, los que no hubieran tomado
ninguna actitud violenta, los que habían respetado la vida de fascistas
declarados, no quisieron continuar teniéndolos bien cuidados en una prisión. Y
un amplio consejo popular, juzgó a
los detenidos. Se puso en libertad a los que resultaron inocentes e incluso a
aquellos contra los cuales no existían cargos de mucha importancia. Y a los
restantes, a los enemigos del régimen, se les condenó a muerte, siendo
fusilados.
Ibiza algún tiempo después, y bajo la fuerte presión
de la aviación italiana, que bárbaramente la bombardeaba, cayó en poder de
las fuerzas de la reacción que, procedentes de Palma de Mallorca, desembarcaron
allí.
El desembarco afortunado de fuerzas catalanas,
procedentes de Barcelona, en distintos puntos de la isla de Mallorca, contribuyó
a aterrar plenamente a los enemigos de la República que se creían seguros en
la misma. Los milicianos catalanes, no iban muy bien pertrechados, escaseando el
material bélico, pero, no obstante, causaron al enemigo una impresión
verdaderamente desmoralizadora. De no haberse ordenado por Indalecio Prieto
—ministro de Marina— la retirada prematura de las fuerzas leales operantes
en Mallorca, no sabemos las consecuencias finales que hubiera tenido, para el
movimiento general de la República. La continuación en la isla de los
milicianos, el habérseles suministrado lo necesario desde Barcelona y Valencia,
como podía fácilmente hacerse, quizás habría dado como resultado el triunfo
total en las Baleares —Ibiza cayó algún tiempo después de retiradas las
fuerzas de Palma—. Y Palma de Mallorca, esa base formidable, puesta más tarde
en manos de los italianos, no hubiera podido servir para conseguir tan
poderosamente la desmoralización de la inocente población civil, aterrada por
los criminales bombardeos, desencadenados sistemáticamente sobre Barcelona y a
lo largo de los litorales de Cataluña y Levante.
3. EN LEVANTE
A continuación de las fuerzas del Sur-Ebro (que reseñamos
en el párrafo de Aragón) se extiende el frente de Levante. Este frente se
mantiene completamente inactivo. La indecisión de los militares de Valencia,
hace que la guerra, en general, no tome caracteres de urgencia ni de violencia
en la región levantina.
Algunos grupos de milicianos y personal civil se
desplazan —unos a Barcelona y otros a Madrid— con el fin de recibir
orientaciones y determinar los acontecimientos en Levante.
En el frente de Teruel y Albarracín los fascistas,
que tienen la vista puesta en los llanos de Aragón y en las vías de comunicación
comprendidas en la parte de Canfranc y de Jaca, no dedican la menor actividad,
ya que; también, la actividad republicana no presiona ni se manifiesta en lo más
mínimo.
No obstante se han formado, al igual que en Cataluña
y Centro, algunas Columnas de combatientes, entre los que figuran la de "Torres
Benedicto", "Columna de Hierro", y otras de menor importancia como la que partió
de Castellón de la Plana al frente de la cual iba el diputado Casas Sala.
Todas estas escasas fuerzas se situan en el frente a
su manera, sin coordinación ni plan determinado y sin que escojan posiciones
estratégicas, cosa que no es de extrañar por encontrarse los sublevados muy
lejos de Valencia y de las líneas de comunicación que unen Levante y Cataluña
por la parte Norte y Valencia-Cuenca-Madrid por el Sur.
Como más tarde pensamos tratar, con mayor extensión,
el papel desempeñado por las Columnas salidas a los frentes, a continuación
pasamos a ocuparnos de las milicias que más o menos bien encuadradas, se
encontraban en el sector del Centro de España.
4. EN EL CENTRO
En el sector Centro existían aún mayor diversidad de
fuerzas que en Aragón. Entre las muchas Columnas, Batallones y Centurias
existentes recordamos las siguientes: Columna "Del Rosal", "Mangada", "Galán", "Campesino",
"Líster" "Mera", "España Libre", "Tierra y Libertad" —que salió organizada
de Barcelona por el Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña, ante la
fuerte presión del enemigo en el sector Centro —"La Pasionaria", "Leones
Rojos", en fin, un conglomerado de fuerzas, propio de la resultante de los
acontecimientos subversivos provocados por los militares al servicio de la
reacción. Todas estas fuerzas se fueron reagrupando después en Columnas específicas,
constituyendo verdaderas Unidades de combate, que se batieron con entusiasmo y
heroísmo en cuantas ocasiones se encontraron ente al enemigo.
La presión enemiga sobre Madrid imposibilitó, desde
los primeros momentos, que se estableciera, como en Aragón, un dispositivo
ordenado de combate, ya que las fuerzas tan pronto se encontraban en un frente
como en otro, acudiendo a los lugares de más peligro y a donde las necesidades
del momento exigían.
5. EN ANDALUCIA Y EXTREMADURA
En Andalucía, la lucha fue breve pero muy
encarnizada. Los núcleos reducidos que desde el principio venían defendiendo
al Gobierno de la República, fueron cediendo poco a poco, ante la fuerte acción
desencadenada por el enemigo. Esta presión se vio. aumentada por la rapidez del
transporte de fuerzas marroquíes, que por mar, desembarcaban en los puertos de
Sevilla y Cádiz y, por el aire —transportadas en grandes aviones pesados—
en el aeródromo de Tablada (Sevilla).
La guerra en Andalucía, como en Extremadura, se limitó
tan solamente a la guerra de guerrillas. En los pueblos de Carmona, Morón de la
Frontera y otros muchos, de probada lealtad al régimen, la lucha fue
verdaderamente terrible. Una lucha de exterminio completo y mútuo. Los
defensores de la República, luchando a la desesperada, tuvieron que irse
replegando, poco a poco, a los puntos donde la defensa les era más fácil y en
condiciones ventajosas. Los hermanos Arcas, conjuntamente con
Peña, Lorda y Margalef —verdaderos héroes de estas luchas—
se dirigieron, con gran contingente de hombres, hacia Málaga, donde
prepararon y organizaron la defensa de la ciudad y de la provincia. Maroto,
Nieves Núñez y otros, se replegaron hacia la provincia de Granada, logrando
allí también, aunque no de forma continuada, establecer una línea que les
permite hacer frente al enemigo en condiciones favorables. Carlos Zimmerman con
otros elementos de la C. N. T. (Confederación Nacional del Trabajo) se
reagruparon apoyándose en el Guadalquivir, en la provincia de Córdoba, donde,
también tuvieron que recibir al enemigo, con toda clase de inconvenientes y en
condiciones desfavorables.
La situación de todas estas fuerzas —que no eran
otra cosa que partidas armadas— fue durante bastante tiempo en extremo crítico
y, en diferentes ocasiones, llegaron a Barcelona algunos delegados de dichas
provincias, a recabar del Comité de Milicias antifascistas de Cataluña, medios
de combate —armas y municiones— lo que casi no se les pudo suministrar por
encontrarse Cataluña, en este sentido, también en malas condiciones.
Se puede decir que en Andalucía y Extremadura, en los
primeros momentos, el movimiento de fuerzas en sentido orgánico fue
completamente nulo y que solo unas partidas de combatientes, hacían frente al
enemigo, que, con grandes posibilidades, atacaba los puntos vitales de las
planicies de dichas regiones, casi completamente indefensas.
Solo más tarde se organizó, con alguna regularidad,
la defensa de la cuenca minera de Pozoblanco, reforzando así la seguridad de
las ricas minas de mercurio de Almadén.
6. EN EL NORTE DE ESPAÑA
El problema del Norte, la tragedia del Norte, fue algo
muy lamentable para todos. Como consecuencia de haber quedado aislado del resto
de la España leal, se planteaban al Norte una serie de problemas que, difícilmente
podía resolver. Y, el Fascismo, dándose cuenta de la importancia que para él
representaba el poder mantener contacto con el exterior del país, dirigió,
desde el primer momento, sus principales ataques contra el puerto de Pasajes e
Irún.
Allí las fuerzas navarras y las del tercio —que en
grupos 25 hombres, por avión, iban llegando desde Marruecos— fueron lanzadas
al ataque. Con verdadero heroísmo, los elementos republicanos defendieron el
suelo de Irún y de todos los lugares que se veían presionados por los
sublevados.
Y fue Irún un verdadero cementerio, donde quedaron
enterradas muchas de las mejores fuerzas del Fascismo español.
Conseguido el Puerto de Pasajes y las líneas de
comunicación de la frontera de Irún, los fascistas, que habían alcanzado sus
propósitos, hicieron una tregua dedicándose su columna
de Maniobra a operar en otros frentes, que el Alto Mando faccioso reputó
más interesantes.
Estaba previsto que Bilbao, Santander y más tarde
Asturias sucumbirían frente a un enemigo bien armado y bien organizado, si la
República no contaba rápidamente con medios para abrirse paso, partiendo de
Aragón, y estableciendo así una comunicación y enlace con los que luchaban en
el Norte. Y, este hecho fue quizás la base de la pérdida de las mejores
posiciones que, conservadas en manos de la República, hubieran dado al traste y
frustrado los planes posteriores de los sublevados.
Nos abstenemos de formar juicio, en sentido detallado
de los hechos ocurridos en el Norte, ya que de ellos, solo tenemos un pálido
reflejo que se traduce en diferentes formas, según el carácter y sentido político
o social de los que explican —a su manera— la defensa y pérdida de nuestras
posiciones en el Norte de España. No obstante, tenemos que convenir que la indómita
y brava Asturias supo resistir, atacar y causar grave quebranto a las hordas
mercenarias, que, con toda clase de elementos hacían frente a los mineros —en
general— asturianos. El cerco de Oviedo y la conquista absoluta de Gijón, por
parte de los leales a la República, son hechos históricos que reflejan con
exactitud la formidable importancia que tuvo el movimiento en Asturias.
De Vizcaya no podemos dar una opinión igual, ya que
la confusión de matices y la forma rara de comportarse el Gobierno Vasco, en el
transcurso de la defensa de su país, no nos permite formarnos un claro juicio
de lo allí ocurrido, si bien consideramos que dicho Gobierno, como le ocurrió
también al Gobierno Autónomo de Cataluña, al principio de la guerra, no tuvo
en cuenta una serie de factores que hubieran contribuido, si no a salvar el país
de caer en manos de los sublevados, sí a combatir a éste y a desgastarlo, de
forma que se consiguiera que en los frentes de España hubiera tenido tiempo y
posibilidad de conseguir victorias, quizás decisivas, contra el enemigo que, de
una forma tan rápida iba consiguiendo triunfos parciales, que repercutían en
perjuicio del conjunto en general.
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